Redacción Siete Días
Todo comenzó con una radio portátil (de 1950, que funcionaba a transistores), que Jeannette Garcés recibió como obsequio de su madre hace más de 30 años. Ahora, la cocina del departamento donde habita con su esposo, Julio Riffrani, está decorada con artículos que llevan el sello Coca Cola.
Este sitio de su hogar se ha convertido en el lugar predilecto de sus amigos, quienes prefieren que las reuniones se desarrollen allí, porque “es más divertido, se ve como un restaurante y no es tan formal”. Son justamente esos amigos quienes los motivaron para que este artículo se redactase.
Si bien la pareja no conoce el número exacto de objetos que conforman la colección, cada rincón de la cocina se viste de los colores clásicos de la marca. En las paredes reposan afiches de estilo art deco y pop art.
En estantes se ubican latas (algunas aún contienen la bebida), de ellas se destacan las que llevan los afiches de las olimpiadas: la serie se consiguió mediante un remate en Internet. Además, está un envase con una ilustración sobre la inauguración de Disneylandia y otro que proviene de Israel .
Sobre la mesa se acomodan el mantel, los individuales, las servilletas y los objetos de la vajilla. En el refrigerador hay apliques magnéticos con los íconos de la gaseosa. Mientras que en dos repisas se muestran una cámara fotográfica, una cajita musical con la melodía clásica de la marca, artículos de papelería, figurillas, cajas de diferentes formas, relojes despertadores, botellas deformadas, rompecabezas, peluches, naipes…
Ejemplar único es un automóvil hábilmente construido a mano con los restos de una lata. Lo trajo una amiga desde Cuba. Los regalos han nutrido en mayor medida la colección; sin embargo, otros adminículos han sido conseguidos en los viajes de los Riffrani.
Y si un plato de porcelana, numerado y parte de una edición limitada es el objeto más costoso, una fotografía blanco y negro ocupa, sin duda, un lugar especial. En la imagen, Julio Riffrani, con 13 años, se apoya sobre una nevera de Coca Cola, en un quiosco donde trabajaba en su natal Argentina.
Las botellas históricas también suman una gran cantidad en el hogar de este par de publicistas que, a pesar de no ser muy consumidores de la bebida gaseosa, sí reconocen la creatividad de sus campañas promocionales.
La colección sigue aumentando en cantidad y en detalles. Mientras tanto, Julio (59)se entretiene con un tren eléctrico (otra de sus aficiones), en compañía de Jeannette (60). Ambos esperan la vista de sus nietas, con un especial calor de hogar y, por qué no, con un vaso lleno de Coca Cola.