Redacción Espectáculo
Las luces disminuyen su intensidad y un resplandor recubre la pantalla de la sala siete del Multicines, del CCI. Es domingo y los relojes marcan las 20:35.
La ficha técnica
Título: ‘Los falsificadores’
Dirección: Stefan Ruzowitzky
Guión: S. Ruzowitzky (adaptación)
País: Austria – Alemania
Año: 2007. Dur.:98 min.
Género: Drama
Reparto: Karl Markovics, August Diehl, Devid Striesow y otros.
Música: Marius Ruhland
Ante las 13 personas que se ubican en las butacas se promocionan tres filmes , con los que la cinta a proyectarse marcará un contrapunto. Los tráileres corresponden a: ‘Death Proof’, ‘Planet Terror’ y ‘Jennifer’s Body’.
Este último concluye con la sensual actriz Megan Fox luciendo unos enormes colmillos. Entonces llega el momento del contrapunto. Los primeros minutos de ‘Los falsificadores’ no presentan diálogo o efecto especial alguno.
El subtítulo: “Basada en una historia real” brinda una mística especial a la sala de cine. Salvo alguna risa aislada y una reacción de espanto, el silencio permanecerá en el auditorio hasta finalizada al proyección. Las imágenes transportan al espectador de un casino en Montecarlo al campo de concentración de Sachsenhausen.
Entre estos dos lugares se representa una etapa de la vida de Salomon Sorowitsch, quien aceptó colaborar con los nazis en la que sería la mayor operación de falsificación de billetes de la historia. La cinta, dirigida por Stefan Ruzowitzky, retoma el libro ‘El taller del diablo’ de Adolf Burger, compañero en el encierro de Sorowitsch y uno de los personajes más notables y profundos del filme.
En referencia a estos personajes, Santiago Toscano, espectador, dice que “hay un contrapeso, en cuanto a los ideales, hasta que las cosas cambian y ambos se vuelven héroes, se redimen”.
Este relato de dolor, lealtad y fortaleza golpea en las emociones, indigna y conmueve; algunas de las personas salieron de la sala secándose las lágrimas.
Los horrores de la guerra y el holocausto conjugados con la astucia de los judíos envueltos en la operación Reinhard continuaron ocupando la conversación de quienes vieron el filme, mientras abandonaban el CCI, por sus corredores vacíos.