Una imagen del primer recorrido del trole, al pasar por la parada del Teatro Sucre. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
El 17 de diciembre de 1995, la unidad 01 del Sistema Trolebús recorrió la calle Guayaquil en dirección a la plaza de Santo Domingo, ante la algarabía de miles de capitalinos. Tras 25 años de funcionamiento, el sistema pasó de ser un referente en soluciones de movilidad a un servicio saturado que, según expertos y usuarios, requiere modernizarse.
Los retos de mejora del trole han crecido a la par de su demanda. Según la Empresa Pública Metropolitana de Pasajeros de Quito (Epmtp-Q), en su primer año de funcionamiento este sistema hizo 46 000 viajes individuales diarios. En el 2020, antes de la pandemia, la cifra llegó a 650 000.
Si se suman la Ecovía y los corredores, son 200 millones de viajes individuales al año en el servicio integrado.
También ha subido la cantidad de empleados administrativos, recaudadores, choferes, técnicos y mecánicos, que pasó de 641 a los actuales 1 869.
¿Cuáles son los principales desafíos para el sistema? “No se han hecho reposiciones de unidades planificadamente; una administración municipal hace una cosa y la siguiente no continúa con lo que se estaba ejecutando”, considera César Arias, consultor en movilidad, quien trabajó en la implementación del servicio en 1995.
Recuerda que este mejoró con la inclusión de carriles exclusivos y la ampliación de las rutas en 1997. Al principio solo llegaba a la calle Esmeraldas y luego se extendió al sector de La Y. Desde el 2000, acota, la capacidad ha mermado porque hay más población.
El trolebús 01, con el que se inauguró el servicio en 1995, terminará su vida útil en este 2020. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Esa falta de continuidad también la notan los usuarios. Karina Gallegos es coordinadora de la Asociación de Peatones de Quito. A su criterio, uno de los problemas es que algunas obras no se completaron. “Hay estaciones de transferencia, como la que terminaba en San Blas, que no funcionan (…) No contamos con suficientes alimentadores que viajen transversalmente; lo hacen, sobre todo, de forma longitudinal”.
Para el arquitecto Édgar Estrella, quien ha asesorado a 220 municipios en movilidad, la red de trolebuses ha colapsado y es muy difícil para la ciudadanía usarla en horas pico. Urge, dice, una intervención para que funcione de forma coordinada con el Metro, que está próximo a inaugurarse.
Esa coordinación debe darse también en la calidad del servicio, para superar lo que el activista Eduardo Andrade, quien vive en la Loma Grande, califica como un servicio “muy deficiente y precario”.
Antes de la emergencia sanitaria, él tomaba el trole en Santo Domingo para dirigirse a su trabajo. Ahora no lo hace, para evitar las aglomeraciones, y prefiere movilizarse en taxi. Él ha vivido experiencias de inseguridad en las paradas y dentro de los trolebuses.
La quiteña Daysi Sigüenza, de 38 años, usa ese servicio desde 1995. Recuerda que desde el principio las unidades iban repletas. “Ahora son más grandes, pero se necesitan más unidades porque el número de usuarios no deja de crecer”.
Andrea Flores, gerenta general de la Epmtp-Q, comenta que se aplican dos proyectos para potenciar el Sistema Trolebús. Uno es fortalecer la electromovilidad. Esto incluye la compra de 19 vehículos para reforzar la flota actual.
Por una disposición normativa, este año 41 troles cumplirán su vida útil. Aún funcionan muchos de ellos, incluso el 01, que está en buenas condiciones. Pero según la resolución de vida útil para el transporte público, deben dejar de operar al cumplir 25 años de servicio.
El otro proyecto es la implementación de “sistemas inteligentes”, que incluyen la instalación de estructuras integradas de recaudo y de información al usuario. Este año también se trabajó en la modernización de las paradas con el apoyo de empresas privadas, a cambio de publicidad.
Por ejemplo, en la estación de El Recreo se cambiaron el techo, el piso, la señalética y la pintura y se hicieron adecuaciones en el pasillo central. El objetivo es replicar ese modelo en otros andenes.
¿Qué se hace para articular su funcionamiento con el Metro? El primer paso fue la aprobación de la ordenanza que integra a los subsistemas de transporte en tarifas, operaciones e infraestructura. Un proyecto clave es la instalación de tecnología que permitirá cobrar la tarifa de forma automatizada, explica Flores.
Con ello se busca que la gente acceda a la misma calidad de servicio en el Metro, Trolebús, Ecovía, corredores, alimentadores y en los buses convencionales. Actualmente, se trabaja en los parámetros de calidad que deberán cumplir esos sistemas.
También se habilitaron 14 monitores en las estaciones El Recreo, Quitumbe y Río Coca. Reportan de manera digital la información sobre las rutas alimentadoras y los horarios de salida de las unidades. “Esto ha permitido habilitar la red wifi en las paradas mencionadas y queremos ampliarlo”, asegura.
Por cada trolebús se invierten USD 2 400 mensuales en mantenimiento. Eso incluye repuestos, aceites, llantas, entre otros. La mano de obra es de la Epmtp-Q.
Las ingenieras Jenny Haro y Verónica Taco trabajan en la Unidad de Reparación de Componentes. Son graduadas de la Politécnica Nacional y su misión es revisar los daños en las piezas electrónicas que se estropean por el agua y el trajín. “Me siento orgullosa de ser parte de la historia”, dice Haro.
Esa visión de aporte que ha hecho el trole a la movilidad la resaltan también los empleados más antiguos. La recaudadora Cecilia Balseca y el chofer Kléver Lema dicen que no hay que perder de vista que el trole cambió los hábitos de transportarse, desde hechos sencillos pero significativos, como usar paradas y hacer fila.