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6 508 conductores se capacitan sobre transporte escolar en Quito

En el Centro de Revisión de Carapungo, un técnico chequea las emisiones contaminantes, entre otros aspectos. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

En el Centro de Revisión de Carapungo, un técnico chequea las emisiones contaminantes, entre otros aspectos. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Una obra teatral forma parte de las capacitaciones de la campaña A clases seguros. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Las fallas en el sistema de luces, las emisiones de gases contaminantes y problemas en los frenos son las principales causas por las cuales los buses y furgonetas escolares e institucionales no pasan la Revisión Técnica Vehicular, según la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT).

Desde este 2018, este proceso se realiza nuevamente dos veces al año, de manera obligatoria. Hasta el 21 de julio, 4 594 vehículos escolares -de los 6 529 registrados en 92 operadoras- ya habían aprobado en la primera revisión del año. 570 no aprobaron, 110 fueron exonerados y 1 255 están pendientes de cumplir el proceso.

En la revisión se chequean con acuciosidad factores de seguridad como el estado de los cinturones de seguridad, las bandas retrorreflectivas, las llantas y el funcionamiento del disco Pare. Así lo señala Guillermo Altamirano, director de Fiscalización de la AMT.

Vinicio Fonseca, presidente de la compañía Trans Libertador, afirma que los cinturones de seguridad deben revisarse constantemente, ya que por la intensidad del uso, estos se desgastan más rápido que en vehículos particulares. En cambio, los problemas de opacidad se deben a la calidad del diésel que se vende en Ecuador, por lo cual hace falta recalibrar los vehículos.

En el Centro de Revisión de Carapungo, un técnico chequea las emisiones contaminantes, entre otros aspectos. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Esto se controla no solo en la revisión técnica sino también en operativos que se hacen en las vías de la ciudad. El objetivo es mejorar la seguridad durante los viajes de los pasajeros.

En Quito, su trabajo está regulado en la ordenanza metropolitana 247 sobre transporte público, la Norma INEN 041, el Reglamento de Transporte Escolar y en el Acuerdo Ministerial de la Cartera de Educación.

Este último norma el servicio a escala nacional. Se exigen, por ejemplo, implementación y uso de un disco Pare desplegable, bandas retrorreflectivas, pinturas amarilla y negra y la inscripción de la frase: “Deténgase cuando estas luces estén encendidas”.

Además, es obligatorio contar con un permiso de operación como parte de una cooperativa registrada y viajar siempre con un conductor habilitado y un acompañante designado por la institución educativa que contrata la unidad.

Para que los conductores conozcan sobre estos y otros requisitos, además de normas de conducción a la defensiva y de forma segura, se dictan desde el miércoles los cursos de la campaña 2018 A clases seguros. Se trata de jornadas de capacitación de dos horas cada una, enfocadas a grupos de alrededor de 400 conductores, en el teatro del Colegio Benalcázar, en el norte de Quito.

Se brindan charlas y otras actividades en las que se exponen situaciones de irresponsabilidad o falta de precaución que aumentan el riesgo de accidentes de tránsito. Estas jornadas se realizarán hasta el 9 de agosto, y los asistentes recibirán un certificado de asistencia, además de un adhesivo para colocar en los vehículos.

La AMT informó que no tener ambos documentos no acarrea sanciones ni se trata de un requisito para la matriculación. Sin embargo, existen acuerdos con los directivos de las entidades educativas. Así, se lograron compromisos para que no se contrate a conductores que no hayan pasado por estas capacitaciones.

Este es el quinto año en el que se realiza este programa y busca generar una cultura vial, a través de compromisos entre los conductores y la comunidad, indica Julio Puga, director de la AMT. La idea es fomentar buenas prácticas profesionales entre los 6 508 conductores inscritos. Puga explica que los resultados de la campaña se evidencian en las cifras. Mientras entre enero y junio del 2017 ocurrieron 97 accidentes de tránsito en los que estuvieron involucrados 83 furgonetas y 14 omnibuses de transporte escolar, este año, en el mismo período se han registrado 14 accidentes. Estos ve­hículos deben circular hasta 40 kilómetros por hora.

Estas capacitaciones ayudan a mejorar la prevención ante accidentes y el cuidado de los niños, dice Patricia Tacuri, quien moviliza a niños de la Escuela Pedro Luis Calero.

Margarita Navarrete comparte la conducción de una buseta, con su esposo, desde hace dos años. Considera que es importante actualizarse. Resalta, sobre todo, las reglas del servicio, la seguridad y las sanciones que pueden recibir por infracciones.