Comerciantes informales han empezado a ocupar la av. República de El Salvador, en el norte de Quito. Foto: Evelyn Jácome / EL COMERCIO
Dicen que es el Manhattan de Quito; una zona exclusiva con edificios modernos que acogen a locales comerciales en la planta baja y a cientos de departamentos y oficinas en niveles superiores.
La República de El Salvador es la columna vertebral de una zona híbrida en la capital, apetecida por residentes y comerciantes, donde las molestias que genera la presencia de ventas ambulantes, sobre todo de comida, no ha mermado su fama de zona privilegiada. Sin embrago, la cantidad de nuevos comerciantes informales causa malestar entre los moradores.
En el norte del hipercentro de la capital, los comerciantes ambulantes se ubican principalmente en los alrededores del parque La Carolina, en la Naciones Unidas y en la República del Salvador. A lo largo de estas vías, no importa si es de día o de noche, los informales caminan ofreciendo sus productos a los transeúntes y a conductores. A las 11:00 de hoy miércoles 17 de julio del 2019, al menos 40 vendedores recorrían cuatro cuadras de la República del Salvador ofreciendo empanadas, chochos, caramelos, chupetes, jugo de naranja, láminas protectoras para teléfonos, arepas, cigarrillos, entre otros productos.
Una de las razones para que existan tantos vendedores, es la cantidad de gente que recorre la avenida República de El Salvador Foto:Julio Estrella/ EL COMERCIO
Una de las razones para que existan tantos vendedores, es la cantidad de gente que recorre estas rutas. Solo en dos cuadras de la av. República de El Salvador hay 60 locales comerciales entre restaurantes, gimnasios, cafeterías, tiendas… En ese mismo espacio se levantan 37 edificios que tienen, entre 10 y 15 pisos cada uno. En cada piso, dependiendo del tamaño, puede haber hasta 10 departamentos. En el perímetro de las avenidas Naciones Unidas, República de El Salvador, 6 de Diciembre y la Shyris viven aproximadamente 23 000 personas. Según los vecinos, los viernes en la noche, por ejemplo, llegan más de 120 ambulantes.
Paola Burbano, vicepresidenta del Comité que agrupa a los moradores de las calles Finlandia, Suecia y av. República de El Salvador, asegura que los vecinos están preocupados por la situación de las ventas ambulantes y el uso del espacio público. Están organizados y crearon un chat al que pertenecen 45 personas entre administradores y presidentes de edificios.
Solo en dos cuadras de la República de El Salvador hay 60 locales comerciales. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
“Los vendedores, al no tener control, se han tomado las esquinas. Es un peligro porque trabajan con pailas de aceite hirviendo y tanques de gas”, cuenta la moradora.
Hay todo tipo de vendedores: los que llevan sus productos en las manos, los que utilizan coches donde preparan los alimentos, los que tienden sus productos en el piso, e incluso los que llevan la mercadería en sus vehículos.
Otro de los temas que les preocupa es la inseguridad. Burbano indica que hace 10 días hubo un enfrentamiento entre vendedores ambulantes; pelearon con navajas por defender el territorio en el que venden.
El comercio informal en la av. República de El Salvador de Quito. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
En las noches, incluso hay personas que se ubican en las veredas y tocan algún instrumento musical. Los vecinos inclusive sospechan que en algunos puestos se vende droga.
La basura es otro de los problemas que las ventas generan en la zona. “El sector se está volviendo caótico, incluso han llegado mendigos”, comenta la líder.
Las rentas en la zona son altas. Gabriela Almeida paga USD 900 al mes por un departamento de 90 metros cuadrados en esa zona. El precio es bueno, dice ella, si se toma en cuenta su ubicación y los servicios. El problema empieza cuando debe salir del edificio, ubicado a 20 metros de la calle Suecia: hay vendedores en las veredas, carritos de comida que ocupan los espacios públicos y ella debe caminar por la acera.
La cantidad de nuevos comerciantes informales causa malestar entre los moradores. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Además, la falta de estacionamientos públicos cercanos hace que la gente se arranche los parqueaderos de la zona azul, e incluso deje sus autos en zonas donde obstruyen el paso de camiones repartidores o vehículos grandes.
Los vecinos se quejan de la bulla y la contaminación. Otra de las razones para que abunden los comerciantes informales es la presencia de extranjeros en esa zona. Ese era un sector apetecido por gente que llegaba de otros países (en especial aquellos que trabajaban en petroleras la década pasada), por lo que los dueños de buena parte de los departamentos son gente que vive en otros países.
La movilidad en la zona es otro de los conflictos, y la presencia de informales, la complica más todavía. Como se encuentra cerca de centros comerciales, en días festivos como el Día de la Madre, Día del Padre o en partidos de fútbol que se realizan en el Estadio Olímpico, cruzar unas cinco cuadras en la zona puede tomar hasta 25 minutos.
Los comerciantes ambulantes se ubican principalmente en los alrededores del parque La Carolina, en la Naciones Unidas y en la República del Salvador. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Los moradores están dispuestos a colaborar en lo que sea necesario. Se organizaron y este viernes 26 de julio del 2019 realizarán un plantón con camisetas blancas y pancartas para pedir al Municipio que intervenga. Se realizará en la esquina República del Salvador y Suecia, a las 18:30.
“No queremos que nos regalen nada, solo que realicen un mejor control. Nosotros estamos dispuestos a apoyar para que la zona este limpia, los adoquines en buen estado, podemos incluso aportar con plantas para hacer jardineras, pero el apoyo de la autoridad es fundamental”, comenta Burbano.
Los vendedores informales caminan ofreciendo sus productos a los transeúntes y a conductores. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO
Para el urbanista Hugo Cisneros, esta dinámica es parte de un proceso natural de conversión económica que vive la ciudad hoy en día. Se están experimentando cambios en los que la urbe pierde especialidad funcional en sus sectores, no hay grandes áreas industriales, institucionales o residenciales, sino que tienden a mezclarse. Es lo que se conoce como configuración mixta de usos. Pero estas dinámicas urbanas tienen aspectos negativos: ruido y basura. De allí que el control de la autoridad es clave para que esa dinámica no afecte la calidad de vida de la gente.
Hay todo tipo de vendedores. La mujer vende cigarrillos y caramelos a los transeúntes. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO