El lodo y los troncos arrastrados por el agua que se filtra por la montaña son el recordatorio latente del riesgo. Cuando llueve duermen vestidos, con el temor de que la acequia que pasa por lo alto de la ladera se desborde y la pendiente se vaya abajo. El estruendo del agua que circula por un canal localizado a un costado de sus viviendas, y que va a dar a la quebrada Rumipamba, es otra alerta.
Son dos familias del barrio La Primavera, en las laderas del Pichincha, quienes comparten su preocupación y alertan sobre el peligro. Y no solo para ellos, sino para quienes viven calles abajo, en sectores como La Primavera, Obispo Díaz de la Madrid y Enriqueta Aymer y otras.
José Pillo, de 80 años, llegó al lugar hace poco más de medio siglo, cuando el horno de ladrillos en el que trabajaba, en el sector del Estadio Olímpico, se trasladó hasta las faldas del coloso quiteño. Llegó junto a su esposa, Rosalía Farinango, de 79. Tienen ocho hijos. No todos viven en el sitio.
Ambos elevan la vista hacia la montaña que amenaza su vivienda, donde ya no hay rastro del calor del horno de ladrillos. En su lugar, se observan plásticos negros para, en algo, amilanar los movimientos de tierra. Hace poco más de un mes el agua de la acequia ya empezó a filtrarse y causó un deslave.
Lo propio ocurrió cerca de la vivienda de Juan Choto, de 81 años, y su esposa, Carmen Ambas, de 76. Están a pocos metros del canal que limpian regularmente para evitar que las ramas y otros elementos se acumulen y las complicaciones aumenten.
La vivienda de Nancy Choto, de 53 años, está a unos pasos de la de sus padres. Mientras sigue la dirección del canal y muestra los troncos que bajaron desde la montaña, resultado de tala de árboles en la parte alta, recuerda que hace 23 años, cuando ella estaba en gestación del tercero de sus cuatro hijos, un deslizamiento se llevó la casa de su abuela, María Gualoto. Lo perdió todo, excepto, ventajosamente, las vidas de sus familiares.
En Quito hay 78 sectores propensos a inundaciones y 72 a movimientos de masa. Y, al menos de lo que se conoce, no se cuenta aún con sistema de alerta temprana. El fenómeno natural producido en La Gasca tuvo como antecedente la acumulación de lluvias que llegaron a 75 litros por metro cúbico y generó un deslizamiento de las laderas lo que provocó el aluvión. En la quebrada El Tejado, donde se dio el hecho, el material superó el embalse y la torre de captación de 9 metros.
No obstante, repiten los integrantes de las dos familias, ellos ya dan la pauta para no esperar otra desgracia y piden que las labores vayan más allá de las inspecciones, como, dicen, ya ocurrió cuando se dio el deslave a un costado del canal, que incluyó un poste afectado. Acudieron trabajadores municipales, constataron el hecho y “no volvieron”, como dicen los mismos vecinos.
Desde las viviendas de ambas familias se distingue el trazado de la quebrada Rumipamba y, hacia el occidente, una estructura construida en la época en que el Pichincha estuvo en proceso eruptivo. A través de esta, por una rejilla, pasa el agua que circula por la hondonada. La estructura, además, hace las veces de puente, que une la calle La Primavera con el espacio en donde se plantea el proyecto denominado Cenizario Urkupamba, en una propiedad privada y donde ya desde años atrás hay un espacio sin árboles y con un par de edificaciones.
En la anterior administración municipal se planteó una opción: buscar recursos para expropiar el sitio. Moradores de barrios como El Trigal, La Primavera, San Vicente, Vista Hermosa, Luz de Occidente y Pedregal han mantenido su rechazo ante la implementación del proyecto y hablan de las presuntas afectaciones al bosque protector. Esto aunque desde los representantes de la iniciativa se ha hablado de reforestación y no de tala.
Darwin Benavides, presidente del Comité Promejoras de La Primavera-Las Casas, deja sentada la oposición. Los vecinos han protagonizado varias protestas y en el sector se pueden distinguir banderas negras con leyendas en contra.
A decir del alcalde de Quito, Santiago Guarderas, hay una consigna: la protección del bosque protector a través de acciones a corto y largo plazo. La Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) se encargará de la ampliación de los embalses, y el Concejo Metropolitano -mediante una nueva resolución- velará por la protección de las laderas del Pichincha.
Según el Burgomaestre, el proyecto Urkupamba no está relacionado con lo ocurrido en La Gasca, pues este se encuentra en otra área, más hacia el norte. Y que la licencia de este se encuentra con problemas jurídicos. Benavides alude a que en la zona son más de 20 000 personas que requieren respuestas y acciones.
De acuerdo con Othón Zevallos, gerente de la Epmaps, la catástrofe es de origen natural y en 1990 se ejecutó el proyecto Laderas del Pichincha con diques, embalses y torres de captación para conducir las aguas lluvias a los colectores. Estas estructuras son monitoreadas permanentemente. Según él, se encuentran limpias salvo la denominada Armero, que presentó un taponamiento y en la que, a decir del funcionario, arrancaron las labores.
En La Primavera, personal de la Epmaps -a bordo de dos camionetas-, aseguraron ayer que ya revisaron las estructuras en la zona y la quebrada Rumipamba y no hallaron ninguna novedad.
De todas formas, entre los vecinos se mantiene un solo clamor: acciones para no volver a ser los protagonistas de una nueva tragedia.