El peligro volcánico busque información útil

La erupción de El Reventador. Este volcán, ubicado en la Amazonia, está en permanente actividad. Los vecinos del Chaco se capacitaron para afrontar el riesgo.

La Región Interandina del país está atravesada por una cadena montañosa, donde hay volcanes activos que son constantemente monitoreados por el Instituto Geofísico (IG).
En los últimos 15 años el IG, que agrupa a los expertos en volcanes, ha tenido un trabajo continuo por los procesos eruptivos de colosos como el Guagua Pichincha, Tungurahua, El Reventador, Sangay, entre otros.
En las laderas de estos imponentes volcanes se han instalado redes de sismógrafos, acelerógrafos y de equipos de observación para poder monitorear los procesos eruptivos. Para los vulcanólogos es muy importante que la ciudadanía conozca qué tipo de materiales arroja el volcán. Eso facilita analizar los efectos que puede causar una erupción.
También -con suficiente información- se puede armar un plan de contingencia para salvar vidas de los pobladores que se encuentren cerca de algún volcán activo. En muchos casos, tener esos datos facilitados por los vulcanólogos ha servido para salvar vidas y se han evitado tragedias por fluido magmático o por el rumbo que sigue la lava.
Hay experiencia frente a erupciones de volcanes. Por ejemplo, El Reventador, ubicado en la parte suroriental del país, es uno de los volcanes más activos. También el Pichincha registró actividad en la década de los noventa y el polvo volcánico ha afectado a Quito.
La historia de este tipo de fenómenos naturales en el país se registra desde hace siglos. Incluso, antes de la conquista española, según las investigaciones de los técnicos del IG.
Hace 12 años, en octubre de 1999, el volcán Guagua Pichincha emitió grandes cantidades de ceniza. También, desde ese mismo año, el volcán Tungurahua empezó a aumentar su actividad y ciudades cercanas como Riobamba y Ambato se han visto afectadas por la ceniza y por los constantes estruendos.
Según el IG, los volcanes -antes o durante una erupción- emiten grandes cantidades de gases. Las grietas en el edificio volcánico permiten que los gases y el vapor de agua presurizados dentro del volcán alcancen la superficie formando lo que se conoce como fumarolas.
Dentro de los gases comúnmente emitidos por los volcanes también están otros químicos como el dióxido de carbono, dióxido de azufre, ácido sulfhídrico, hidrógeno y el flúor. Lo que más molesta es la ceniza. Es importante que usted esté más enterado sobre este tema.
La ceniza no solo afecta a las zonas de riesgo
Cuando el volcán expulsa materiales también arroja ceniza que, por el viento y la fuerza de la explosión, llega a afectar a sitios alejados de las zonas de riesgo.
La ceniza volcánica afecta a la salud de las personas, sobre todo causando molestias en los ojos, la nariz, la garganta y la piel. Pero este material es más nocivo para quienes sufren de enfermedades respiratorias.
Cuando un volcán arroja grandes cantidades de ceniza, esta se almacena sobre los techos de las casas. Los más débiles o antiguos pueden caer por el peso del material acumulado.
Los gases de la ceniza también pueden llegar a oxidar los techos de materiales como el cinc.
Cuando la ceniza se acumula también puede taponar desagües de las edificaciones y saturar las alcantarillas.
Para protegerse, usted debe usar gafas cuando esté en exteriores. Al volver a casa, lávese las manos y la cara con agua limpia para evitar que su piel y sus ojos se irriten.
Es importante que cubra su nariz con una mascarilla de buena calidad o con una toalla humedecida. Use también gorras, sombreros o capuchas para proteger su cabello y ropa, no deje piel descubierta.
Si en su hogar hay personas que sufren de enfermedades respiratorias, es mejor trasladarlas a otras localidades, donde la ceniza no pueda empeorar su salud.
Si tiene mascotas en casa, evite que tengan contacto con la ceniza. Es mejor que permanezcan dentro de casa y que coman cosas limpias.
Si tiene ganado, mantenga limpio el establo y cúbralo con tela gruesa.
No permita que ingieran alimentos contaminados con ceniza, porque pueden enfermar. Reemplace el pasto o la alfalfa por plátano verde, melaza o afrecho.
Para evitar que la ceniza dañe los cultivos, sacuda las ramas y las hojas. Luego, es necesario lanzarles agua con mangueras o aspersores.
Con una bomba rocíe sus plantas con un litro de melaza o miel de panela diluida en 200 litros de agua, para curarlas.
CONOZCA SU ENTORNO
Identifique si el lugar donde vive está cerca de un volcán o de los ríos y quebradas que nacen del mismo.
INFÓRMESE SIEMPRE
Averigüe a personas calificadas sobre los fenómenos que le pueden afectar, el significado de las alertas y las zonas de riesgo.
PROTEJA A SU FAMILIA
Luego de conocer los riesgos, identifique las rutas de evacuación que conduzcan a las zonas seguras cercanas a su hogar. Pregunte sobre medidas de autoprotección.
ALGO IMPRESCINDIBLE
En cada hogar, colegio, empresa, etc. que esté en zonas riesgosas debe haber un mapa de riesgos y un plan de emergencia.
EL MAPA DE RIESGOS
La comunidad debe trazar un croquis que informe sobre zonas de riesgo, de seguridad y rutas de evacuación. Se deben identificar las edificaciones que podrían estar en riesgo e informar sobre los recursos (extintores, hospitales, etc.) con los cuales la gente cuenta para enfrentar el peligro.
PLAN DE EMERGENCIAS
Se debe designar responsables para que, en caso de erupción, cada miembro de la familia o de la empresa sepa qué hacer en la emergencia.
OJO CON LAS ALERTAS
Las autoridades decretan alertas por colores, dependiendo del riesgo, cuando se incrementa la actividad de un volcán. Si usted vive en una zona de riesgo, debe acatar las disposiciones que se den para proteger a su familia.
LOS NIVELES DE ALERTA
La alerta blanca se da cuando el volcán está en reposo temporal. La amarilla cuando, por incremento en la actividad, se entra a una fase de observación. En la naranja, el estado es de atención. La roja significa peligro. En esta última se debe evacuar la zona.
Puntos de vista
‘Conozca la geografía de donde vive’
Patricia Mothes. Vulcanóloga.
El Ecuador es un país volcánico. Por naturaleza ha sido así, por millones de años, y va a seguir siéndolo. No es que nos vamos a olvidar de los volcanes. Hay que tener un conocimiento de la geografía local. Las autoridades, adultos y niños deben conocer qué volcanes están cerca. También cuáles están activos o en proceso de erupción.
Hay que tener información al alcance de la población en general. No estoy hablando de ser expertos. Hay alrededor de 100 volcanes, de los cuales 40 están constantemente activos. Hay muchos que casi nadie conoce, como el que está cerca de la frontera con Colombia, en Carchi; viejos volcanes en los Llanganates que no se van a registrar en la mente. Hay volcancitos como el que está en Calpi, en las afueras de Riobamba. Hay volcanes que solo están descansando.
'Se entendió el tema de alerta temprana'
Marco Montesdeoca. Exp. Riesgos.
En pocos párrafos no se pueden resumir 12 años. La convivencia con el volcán Tungurahua, la preparación, las capacidades de la gente y de los gobiernos ha generado una incidencia en la población. Cada cierto tiempo el volcán entra en pico de actividad y la gente ha podido asumir como propio el sistema de alerta temprana. Eso ha permitido que cuando haya emergencias, a través del Sistema de Gestión de Riesgo y el monitoreo con el Geofísico, se tomen acciones como evacuaciones, movilizaciones, albergues, sistemas de alerta y comunicación, y otras capacidades.
Hemos tenido un serio problema con la desinformación. En muchos casos, los medios han desinformado, sobre todo en los seis u ocho primeros años. Han sido 12 años de proceso eruptivo del Tungurahua manejados sin víctimas, gracias a Dios.