En Pedro Moncayo, algunos 'casi no sienten' el virus

Las medidas sanitarias, como en el ingreso a la empresa Terrafertil, se cumplen.

Las medidas sanitarias, como en el ingreso a la empresa Terrafertil, se cumplen.

Las medidas sanitarias, como en el ingreso a la empresa Terrafertil, se cumplen. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

En Pedro Moncayo, la mayoría de las casas está regada sobre las lomas y llanos, una lejos de la otra. No hay construcciones adosadas ni comparten cerramientos.

En medio de la pandemia, las personas salen de sus hogares a trabajar la tierra o a alimentar a sus animales, sin estar pendientes del virus. Allí se vive sin tumultos y sin miedo.

Es el cantón de Pichincha donde menos pruebas para detectar covid-19 se ha hecho respecto del número de pobladores. Comparte el último lugar con San Miguel de los Bancos.

En ambos poblados se han aplicado 12 muestras por cada 1 000 habitantes, mientras que en Quito se hacen 77 y en Rumiñahui, 69.

Dicen las autoridades municipales que eso se debe a que el virus está casi controlado. Al ser un cantón extenso y con pocos habitantes, es más difícil que el covid-19 se propague.

Para entender mejor cuán holgados viven en este cantón, hay que saber que mientras en los 372 km² que conforman la parte urbana de Quito (sin contar con la zona rural), viven 1,8 millones de personas, en todo el cantón Pedro Moncayo, cuya extensión es de 337 km², viven apenas 43 000.

La diferencia de la densidad poblacional es abismal. Mientras en cada km² de la zona urbana de Quito habitan 4 907 personas, en el mismo espacio viven 128 en Pedro Moncayo.

Pese a que en Tabacundo, la cabecera cantonal, todos usan cubrebocas, a unas 10 cuadras del centro poblado se empieza a ver gente sin esa protección.

Cuentan los vecinos que en campo abierto “casi no se siente el virus”, pero que los primeros casos alarmaron al poblado.

Miriam Tobar, quien vive en Chimbacalle La Esperanza, recuerda que en mayo, 70 miembros de una familia de su barrio se enfermaron. Todos se asustaron. Aislaron a la familia y la comunidad puso tierra en el camino para impedir que los infectados salieran del sector.

Pero poco a poco la situación se tranquilizó. Tobar asegura que las últimas semanas no ha oído de más casos en el cantón. Sabe de la gravedad de la pandemia por las noticias de Quito. Allá -dice- la gente llena las calles, los hospitales se saturan, los enfermos se mueren.

Ramiro Alba, de 36 años, atiende un local de venta de comida del sector. Cuenta que el servicio de transporte público funciona con normalidad. Incluso, en Santa Clara de Asís, la escuela de su hijo, ya están haciendo reuniones para ver si los chicos pueden retornar a clases presenciales, pero deben cumplir ciertas medidas.

En Tocachi saben poco del virus. Rosa Lalama, de 51 años, cría gallinas, cuyes y chanchos. No gana mucho -dice- pero le sirve para cambiar productos con sus vecinos y alimentar a su familia. Ninguno de sus seres queridos ni amigos se ha contagiado. Confiesa que en su casa no le temen al virus.

Cuando la iglesia toca sus campanas, se escuchan casi en todo el centro poblado. El templo está abierto y la gente asiste regularmente. Se sientan guardando las distancias y con medidas de bioseguridad.

Francis Loor, directora de Servicios y Control Público del Municipio de Pedro Moncayo, explica que el tener tanto territorio y al ser un cantón con poca población, hace que no existan aglomeraciones y que el control sea eficiente.

No obstante, hay quienes no cumplen las disposiciones de bioseguridad, por lo que todos los fines de semana hacen operativos para evitar, por ejemplo, fiestas clandestinas.

Aún usa la semaforización: permanecen en amarillo y no se pueden abrir discotecas, ni centros nocturnos ni canchas de fútbol. Desde que empezó la pandemia hay 86 sancionados por no usar mascarilla. En Quito van 11 349.

Al ser un poblado pequeño, tienen por ejemplo un catastro, incluso de vendedores informales. Son 126, y les han capacitado para que lleven en sus puestos un dispensador de agua y jabón, que permite a la gente lavarse las manos.

Loor cuenta que, además, han hecho capacitaciones virtuales a 800 dueños de locales. Los de venta de comida colocaron lavamanos al ingreso.

Según el COE provincial, este cantón ha registrado 179 contagiados y 10 fallecidos. Las autoridades locales aseguran que la población está superando al virus y que en la última reunión del COE, realizada la semana pasada, no se registraban casos activos.

Alejandra Hinojosa, coordinadora de Salud Ocupacional del Municipio, explica que los índices de mortalidad no superan a los del año pasado, es decir no hay exceso de fallecidos.

Cuenta que no se han hecho más pruebas porque no hay más gente con síntomas. Indica que el Cabildo ha colaborado con 500 pruebas, entre rápidas y PCR, muchas de ellas donadas por las empresas que funcionan en el cantón.

Pedro Moncayo vive de la floricultura. Hay 104 empresas dedicadas a esa actividad, que generan 14 000 empleos. Llegan personas de zonas cercanas como Cayambe e Imbabura a buscar trabajo.

Las floricultoras se vieron afectadas cuando los aeropuertos se cerraron en marzo, pero se están reactivando. En la vía Guayllabamba-Tabacundo se pueden ver letreros con el mensaje: “Se necesita personal para poscosecha”.

En Bella Rosa, la bioseguridad es clave para evitar contagios. Todos se desinfectan al entrar y al salir y siempre usan cubrebocas. En el comedor se instalaron barreras plásticas en los puestos y se dispusieron cinco turnos para el almuerzo.

Para el alcalde, Virgilio Andrango, una de las salidas para reactivar la economía es apostarle al turismo. En la Ruta de la Rosa la gente podrá conocer cómo es el proceso de cultivo de la flor, hacer cabalgatas e incluso probar vino de rosas.

De hecho, desde que empezó la emergencia sanitaria el turismo en la zona ha mejorado. Antes de la llegada del virus, a la laguna de Mojanda, por ejemplo, llegaban 50 visitantes al día. Ahora, cerca de 250.

Según la Alcaldía, se debe a que las personas prefieren ir a zonas montañosas donde se pueda mantener la distancia. La Municipalidad -señala- hace controles para verificar que se cumplan las disposiciones.

Hasta el momento se han emitido 17 sanciones a establecimientos que no cumplían con las medidas de bioseguridad.

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