Para que una ciudad como Quito alcance la inmunidad se debe inocular al menos al 70% de su población; en el caso de la capital, a cerca de 1,9 millones de personas.
Así lo explica Ximena Abarca, secretaria de Salud, y aclara que en ese porcentaje se considera a los vacunados y a quienes tuvieron el virus durante los últimos tres meses.
Para lograrlo, el Municipio se sumará al plan del Gobierno Central. Se comprometió a colaborar con 100 brigadas conformadas cada una por un vacunador, un digitador y personal que acompañe al paciente en la etapa de posvacunación en cada centro.
Desde ayer, 31 de mayo del 2021, las primeras 70 brigadas municipales ya se activaron. Abarca dijo que fue necesario contratar personal para armar 40 equipos y que se debieron retirar 30 brigadas que tomaban pruebas covid-19 en los barrios, para con ellas reforzar la inoculación.
Así, durante el tiempo que ese personal actúe en la inmunización, solo trabajarán 20 grupos médicos móviles en lo los barrios de la urbe, como parte de la estrategia para detectar el virus.
Las 100 brigadas que colaborarán en la vacunación se completarán la próxima semana, para lo cual aún está pendiente la contratación de más personal. Todo depende de la llegada de 4 000 000 dosis anunciadas por el Gobierno, explicó la funcionaria.
Otro compromiso adquirido por el Municipio fue el de dotar al Gobierno de 160 digitadores. Ese personal será el encargado de ingresar la información de las personas que accedan a la vacuna.
En el momento, puertas adentro del Cabildo se trabaja en la recopilación de información sobre la cantidad de personal y de computadoras que se pueden destinar a esa tarea durante los próximos 100 días.
Ha sido necesario un trabajo interinstitucional para ultimar temas logísticos, de seguridad y transporte. Desde el viernes, las autoridades del Municipio y de la Coordinación Zonal 9 han mantenido reuniones permanentes para afinar el plan. El fin de semana pasado (29 y 30 de mayo del 2021) empezaron los recorridos por los recintos electorales que planteó el Consejo Nacional Electoral.
Ese paso es necesario, según Abarca, porque no todos los lugares tienen las mismas condiciones para realizar el proceso de vacunación.
Luis Muñoz, coordinador de Salud de la Zona 9, indicó que el Ministerio de Salud Pública (MSP) ha asignado 56 centros de vacunación en Quito entre fijos y móviles, de los cuales, cuatro estarán bajo completa responsabilidad del Municipio; mientras que en otros puntos, el Cabildo colaborará con el personal sanitario de brigadas municipales.
Uno de los puntos de atención que está en manos del Cabildo es el Colegio Sebastián de Benalcázar, donde ayer no se reportaron aglomeraciones durante la jornada. En la puerta del establecimiento, personal del Municipio controlaba que la gente ingresara de forma ordenada y en las aulas se instaló la logística para inmunizar a los pacientes.
Como parte del protocolo de bioseguridad, los vacunadores mostraban a las personas que la dosis y la inyección se encontraban selladas.
María Belén Cubero, de 34 años, tiene cáncer a la tiroides y ayer recibió la segunda dosis de Pfizer. Llegó del barrio Jardín del Valle y se demoró cinco minutos en inocularse. La primera vez fue media hora.
Solo en este establecimiento, el Municipio cuenta con un contingente de 44 colaboradores, entre personal médico y logístico. Entre ellos está Ronald Intriago, de 24 años, uno de los profesionales que trabaja en la vacunación municipal.
Es licenciado en Enfermería y se unió a la estrategia del Cabildo desde agosto del año pasado. Los primeros meses trabajó en las brigadas móviles, en donde era el encargado de tomar las pruebas para detectar el virus. Recorrió gran parte del norte: Cotocollao, Calderón, Colinas del Norte, Chavezpamba… Calcula que hizo más de mil pruebas a la población. Justamente, en una de esas jornadas se contagió del virus. Dice que fue quizás por algún pequeño descuido. A pesar de haber tenido fuertes síntomas, lo superó.
Desde este año empezó a participar en el proceso de vacunación. Ha prestado sus servicios en el CAT Bicentenario, Los Chillos, Colegio Benalcázar y en las universidades Católica y De las Américas.
En una sola jornada ha llegado a aplicar hasta 160 dosis. Vacunar, dice, es más gratificante que tomar las muestras para el diagnóstico. Las personas llegan contentas, algunas personas incluso han llorado de la emoción al saberse vacunadas, recuerda.
Por eso prefiere colaborar en la vacunación, a pesar de que el trabajo es más duro. Tanto en las pruebas como en las vacunas, la jornada empieza cerca de las 06:45. Pero en la primera termina a las 15:30. En la inoculación, en cambio, ha habido veces que se ha extendido hasta las 22:30.
Asegura que durante la jornada intensiva de vacunación las brigadas trabajan de domingo a domingo.