La tarde del sábado 14 de enero de 2023 la fuerte lluvia golpeó el norte de Quito. Los truenos retumbaban en las ventanas y la luz de los rayos titilaba en medio de las sombras.
Los pobladores de Guayllabamba se asustaron, pero están acostumbrados a las intensas tormentas. El crujido en el suelo alertó a algunos y el río crecido fue señal para salir de casa.
Alexandra Escobar tiene 43 años y la tarde del aluvión se encontraba en su vivienda junto a sus hijos, de 10 y 6 años, y su esposo. Subió a la terraza para observar lo que sucedía y constató que el río había crecido drásticamente.
“Da miedo y lo primero que pensamos fue en lo que pasó en Quito (el aluvión de La Gasca)”, admite la mujer aún con algo de preocupación. Toda su vida la ha pasado en esa casa del barrio San Rafael y el río es una amenaza constante.
Para ella, una de las razones es que hay construcciónes en en el borde del río. Por lo que el camino de las aguas es cada vez más estrecho y propicio para estas desgracias.
El lunes 16 de enero todavía trabajaba con familiares y vecinos para despejar el lodo de su patio, una capa de más de 10 centímetros. Es una propiedad familiar con un gran patio, donde tenían una cancha y un huerto.
Todo quedó cubierto con el lodo, hasta el perro. El plato de la mascota sobresale en una parte de lo que fuera una cancha de fútbol para los niños.
Debajo del lodazal hay césped que, no duda, se perderá cuando entre la maquinaria que le ofrecieron. “Me da pena y tengo miedo, pero yo no dejo mi Guayllabamba, porque yo le quiero”, reflexiona.
Un poco más adelante su hermano mayor, José, trabaja con un azadón para aflojar el lodo apelmazado. Todos los escombros y sedimentos se secaron con el fuerte sol de la mañana.
Junto a él trabajan unos menores de 8 y 6 años, aproximadamente. Mueven las herramientas con fuerza y buscan la manera de ayudar a limpiar el patio donde jugaban a diario.
Sus mochilas terminaron empapadas por el agua que entró a las piezas que arriendan con sus familias. Algunos enseres se dañaron y tuvieron que sacar todo para limpiar.
“Entre nosotros mismos tenemos que hacer la limpieza, porque si no quién nos ayuda”, cuestiona el hombre. Ahora su pedido es para que se construyan muros de contención para evitar tragedias.
Hace 20 años recuerda que sucedió algo similar. Fue peor, titubea. De lo que sí está seguro es que, tanto en esa ocasión como en esta, la familia se ha unido para reparar los daños.
La blanca pared conserva la huella del lodazal que permaneció en el sitio. Según Escobar, su hijo quedó “traumatizado y con miedo a la lluvia”, y eso es algo que no podrán olvidar pronto.
El centro de Guayllabamba
En el centro de la parroquia, las casas y locales fueron afectados. El lodo ingresó a una unidad educativa y las clases tuvieron que ser suspendidas mientras duran los trabajos de limpieza.
De acuerdo con información de la Secretaría de Seguridad, una veintena de viviendas resultó afectada. Así mismo, ocho familias recibieron atención por parte de servidores municipales en áreas como atención psicológica, primeros auxilios y entrega de kits de ayuda.
Fernanda Flores vive en un conjunto sobre la calle principal y desde el sábado trabaja con los vecinos en la remoción de escombros de la entrada a las viviendas. Las autoridades les han pedido que saquen todo el material hasta la avenida para que la maquinaria lo recoja.
“Fue una situación bastante difícil, el sábado fue una lucha terrible contra la naturaleza”, cuenta, mientras sigue despegando el lodo de los adoquines de entrada al conjunto residencial. Los residuos ingresaron hasta las casas, la garita se inundó y una bomba de agua de un vecino resultó afectada.
De acuerdo con Fernando Pacheco, jefe zonal de la Prefectura de Pichincha, los trabajos terminarían el mismo lunes 16 de enero. La idea es dejar todo listo para que los residentes puedan volver a la normalidad.
En total, 11 máquinas se desplegaron desde esa entidad para trabajar en la remoción de sedimentos. Con la presencia de sol esperan que se pueda terminar antes; además, los vecinos han apoyado con mingas.
El Municipio capitalino detalló que retiró 1 048 m³ de escombros, hasta el mediodía de este lunes 16 de enero.
Lo que sucedió
Luego de las fuertes lluvias se desbordó la quebrada Bello Horizonte, ubicada en El Quinche, y ocasionó que el lodo bajara por las calles de la parroquia. Las tareas se concentran principalmente en el sector de la fábrica Galletas Superior, con la ayuda de maquinaria.
Desde las 15:20, personal del Cuerpo de Bomberos de Quito inició labores de evacuación tras la emergencia reportada. Pese a los daños estructurales, no se registraron pérdidas humanas ni personas heridas.
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