En Quito hay 33 redondeles. Dos han desaparecido en los últimos dos años y uno tiene listos los diseños para su reestructuración.
Para peatones y conductores, los redondeles son un punto de conflicto para la movilidad. El irrespeto de las leyes de tránsito y la saturación por la circunvalación son las principales causas.
Sofía Ramírez vive en el sector de La Paz desde hace 10 años y a diario debe atravesar el redondel de la Plaza Artigas. Para cruzar los seis carriles de la av. 12 de Octubre y los cuatro de la av. Colón, ella ha tenido que esperar hasta cinco minutos antes de que un conductor le ceda el paso. A las 11:30 del viernes, había mucho tránsito en esas dos vías. Ramírez tuvo que apresurar el paso para cruzar las intersecciones. “Los choferes no encienden las direccionales y una no sabe a dónde van a girar”.
Ramírez aseguró que la dificultad de cruzar a pie las cinco calles que confluyen en el redondel también se debe a la falta de señalización. En ninguna de las intersecciones había pasos cebra. “Nunca les dejo a mis hijos que crucen solos el redondel. Prefiero que se suban a un bus para que crucen la calle”.
Germánico Pinto, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop), admitió que hay que mejorar las condiciones de cruce para los peatones. “Eso se hará con pasos cebra”.
Peatones corriendo y los insistentes pitos de choferes también son comunes en el redondel frente al estadio Atahualpa. En esta rotonda, se abrieron dos carriles para que crucen los articulados de la Ecovía. Dos semáforos controlan el paso de los buses y los autos particulares. Pero no todos los conductores respetan las señales.
Al mediodía del pasado viernes, los conductores se pasaban en rojo por la intersección de la av. Naciones Unidas y 10 de Agosto. Ahí funciona un redondel que también es regulado con semáforos. Allí, el cabo segundo Patricio Cisneros hacía sonar su pito y con la mano indicaba a los conductores que avancen con la luz del semáforo en rojo.
En la esquina norte, otro uniformado en cambio detenía el tránsito que avanzaba por la 10 de Agosto. Explicó que cuando hay demasiado flujo vehicular ese redondel no alcanza a evacuar la demanda y se genera congestión. Los autos formaban filas de unos 200 m en las dos avenidas.
Pinto explicó que el redondel tiene la ventaja de que autorregula los flujos vehiculares y permite todos los giros posibles en una intersección. Los redondeles soportan entre 2 500 y 3 000 vehículos en las horas de mayor demanda. Pero cuando los flujos vehiculares superan ese límite se convierten en un obstáculo vial para conductores y peatones. Pinto explicó que la alternativa es la sustitución por una intersección semaforizada o un intercambiador. En los dos últimos años, en la av. 6 de Diciembre se eliminaron los redondeles de las intersecciones con la Gaspar de Villarroel y la Tarqui.
Cisneros admitió que para agilitar el tránsito en el redondel de la 10 de Agosto se resta prioridad a los peatones que circulaban por el sector. “También hay conductores que no colaboran. Ven que el semáforo está por cambiar a rojo y sin embargo avanzan y se quedan atravesados en media vía”.
La congestión que se genera en los redondeles, especialmente en las horas pico, incrementa el tiempo de viaje de las personas.
Luz Marina Proaño, quien vive en la av. Córdova Galarza, aseguró que cada mañana le toma al menos una hora llegar desde el sector de Maresa hasta El Condado. Más de la mitad de ese tiempo lo emplea en cruzar el sector donde se encuentra el redondel de El Condado. “Los autos que llegan al estadio y el centro comercial generan más caos”.
Ella cree que ese redondel debería ser remplazado por un intercambiador como una solución permanente. Según Pinto, la Epmmop tiene listo el diseño para construir un paso deprimido que conecte la av. Mariscal Sucre con la Diego de Vásquez y mantener el redondel para distribuir el tránsito de las avs. De la Prensa y Manuel Córdova Galarza.