Inés Chiluisa no vive en La Comuna, pero desde el martes pasado se encarga de coordinar la preparación de la comida que se entrega a los afectados por el aluvión que dañó a ese sector y a La Gasca. Al hablar de su nueva responsabilidad, dice que no hay más opción que ayudarse entre vecinos.
Inés vive en el barrio Osorio, ubicado en Cochapamba (norte de Quito). Casi tres años atrás, en su sector también hubo un aluvión. “Somos personas que hemos pasado por esto, así que sentí que era necesario ayudar a las personas más necesitadas”.
La comida se prepara en la parte trasera de la Casa Comunal de ese barrio. Ahí están colocadas unas cocinas tipo industrial y unos 25 voluntarios se pusieron a las órdenes de Inés. Entre todos preparan desayunos, almuerzos y meriendas para más de 400 personas.
En la sala de reuniones de esa misma sede, otro grupo de voluntarios se dedica a ordenar las donaciones que llegan. Hay colchones, camas y ropa. Todo eso se organiza para enviar a quienes se mantienen en sus casas.
Cecilia Lagla, exdirigente del Cabildo de la Comuna de Santa Clara de San Millán, explica que hay gente que prefirió ir a las casas de familiares. Sin embargo, otro grupo se mantiene en sus hogares porque no tiene otra opción que cuidar lo poco que les quedó.
El miércoles 2 de febrero en La Comuna, el lodo aún lo cubría todo. Si bien ya no en la cantidad del martes pasado, aún es complicado transitar. Al lado de la cancha de vóley, de la cual ahora solo quedan tres gradas de cemento como recuerdo de lo que alguna vez fue la tribuna, los habitantes hacen cadenas de trabajo para sacar el lodo.
Son las 10:00 del miércoles y el sol golpea con fuerza. En esas condiciones, las mujeres toman canecas de pintura vacías para sacar escombros. En medio del trabajo se siente su desesperación. Una de ellas, quien prefiere no identificarse, dice que no les han entregado ni siquiera botas o guantes.
Luego, otra mujer grita: “No tenemos ni guantes. Mutuamente nos estamos ayudando porque somos comuneros y hay que colaborar con nuestros hermanos”.
Estudiantes de la Universidad Central del Ecuador (UCE) recorren el lugar con botellones de agua. Ese centro de estudios se ubica a una cuadra de La Gasca.
Carolina Prieto es estudiante de sexto semestre de Psicología y, en medio del lodazal, camina para ofrecer un vaso con agua. Su motivación dice, es ayudar a los más necesitados. Un profesor de la Facultad había contactado a su curso para ir a ayudar y ella aceptó. Estuvo desde el martes pasado en las labores de ayuda.
Al medio día de ayer, las calles de La Gasca lucían vacías. Solamente los trabajadores de la Prefectura de Pichincha con su maquinaria intentaban mover el lodo. Los negocios abrieron nuevamente para intentar superar lo ocurrido.
Fabrico Aguaguiña cuenta que entre los vecinos de su cuadra se pusieron de acuerdo para limpiar al menos la acera para que se pueda transitar. Él tiene su tienda y vivienda por la calle Carvajal. Dice que el susto pasó, pero que siente un profundo dolor por lo que pasa en La Comuna.
El alcalde Santiago Guarderas mencionó que se analizarán todas las medidas posibles para responder a los habitantes de las zonas afectadas. Añadió que lo importante será avanzar en el inventario de los daños para ese fin. Mientras tanto, Inés continuará asistiendo a la casa comunal. Cuenta que lo que puede ofrecer en este momento es su tiempo y por eso acudirá mientras sea necesario a ayudar a sus vecinos.