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En el Centro Histórico hubo gran cantidad de comerciantes informales, en el primer día del feriado

En algunas calles del Centro Histórico de Quito, los comerciantes informales se aglomeraron en veredas y esquinas para ofertar sus productos. La Asociación de Vendedores Ambulantes 23 de abril, manifestó que la situación es desesperante y pidió comprensió

En algunas calles del Centro Histórico de Quito, los comerciantes informales se aglomeraron en veredas y esquinas para ofertar sus productos. La Asociación de Vendedores Ambulantes 23 de abril, manifestó que la situación es desesperante y pidió comprensió

En algunas calles del Centro Histórico de Quito, los comerciantes informales se aglomeraron en veredas y esquinas para ofertar sus productos este 8 de agosto del 2020. La Asociación de Vendedores Ambulantes 23 de abril, manifestó que la situación es desesperante y pidió comprensión a las autoridades. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

La advertencia de multa de USD 100 para quienes no usan la mascarilla ni respetan el distanciamiento social no impidió que los vendedores ambulantes ocupen las calles del Centro Histórico de Quito sin respetar estas medidas.

Este sábado 8 de agosto del 2020, en las calles Imbabura y Rocafuerte, los vendedores de frutas, especialmente de manzanas, mandarinas y tomates de árbol ofertaban a USD 1 la funda, sin la presencia de personal de control.

Los comerciantes informales se aglomeraron en veredas y esquinas para ofertar sus productos a los peatones que con cierto recelo trataban de mantener la distancia y obtener los artículos. Carmen Guamaní, de 47 años, vendía mascarillas confeccionadas por ella y guantes de caucho a los transeúntes. Sus mascarillas, aseguró, son fabricadas con doble tela y solo cuestan USD 0,50. Contó que esperaba vender unas 10 diarias para poder ayudar con los gastos de la casa, porque su esposo es albañil, pero en estos días no ha podido trabajar porque se paralizó la obra en la que laboraba.

En la calle Benalcázar, en cambio, 20 vendedores ambulantes ofertaban desde boletos de lotería hasta silbatos. Guillermo Anchundia, oriundo de Manabí, relató que llegó a la capital porque la vida está más difícil en Jama sin la presencia de turistas por la pandemia. Comentó que arrienda un cuarto en USD 50 en el sector de San Roque y lo que gana vendiendo artesanías le alcanza con las justas para comer. Anchundia contó que le preocupa contagiarse con el covid-19, pero señala que no tiene otra alternativa. Es su vida o la comida de su familia, según reiteró.

Carlos Tipanluisa, dirigente de la Asociación de Vendedores Ambulantes 23 de abril, manifestó que la situación es desesperante y pidió comprensión a las autoridades para que quienes viven de la venta diaria de productos puedan laborar sin ser perseguidos. Sostiene que debería haber apoyo al menos hasta la época de Navidad. Contó que se reunió con autoridades, pero no ha llegado a un acuerdo y por eso se les exige que levanten sus ventas y se regularicen. Precisa que los miembros de su organización, que agrupa a 40 comerciantes del Centro Histórico de Quito, no tienen recursos para pagar los trámites de formalización.

En el sector de la calle Ipiales hubo menos concentración de vendedores ambulantes y se observó a vigilantes metropolitanos. Pocos conductores de vehículos particulares se arriesgaron a abrir las ventanas para adquirir los productos que se ofertaban en las calles del Centro Histórico de Quito.

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