Quito se mantiene como la segunda ciudad con más contagios en Ecuador. El 1 de julio había 7 253 casos confirmados con pruebas PCR. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Cada mañana, Darwin Heredia, de 45 años, consulta a sus vecinos si han presentado síntomas relacionados con covid-19. Es decir, si tienen fiebre, dificultad para respirar o tos seca. Si la respuesta es negativa, sigue con su jornada habitual en su taller mecánico. Si es al contrario, indaga más para determinar si puede ser o no coronavirus o si requiere de atención inmediata.
Esta es una de las acciones que cumplen los vigilantes comunitarios, proyecto que nació de la mano de la Red Nacional de Epidemiólogos y que tiene el apoyo de la Coordinación Zonal de Salud 9.
El objetivo es captar a tiempo a personas que podrían estar infectadas y a sus contactos, para aislarlos y brindarles atención oportuna. Esto es hacer un cerco epidemiológico efectivo, para detener el avance del virus en Quito. La Universidad Central, también se ha unido a esta iniciativa.
La capital se mantiene como la segunda ciudad con más contagios en Ecuador. Ayer 1 de julio de 2020 había 7 253 casos confirmados con pruebas PCR, que son las únicas avaladas para el diagnóstico. Representa un 94% de incremento si se compara con el primer día de junio.
Esto ha repercutido en los establecimientos médicos de las redes pública y privada, que han llegado a su máxima capacidad, principalmente en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Ayer 1 de julio, las 23 camas de terapia intensiva de los seis hospitales privados que atienden casos de coronavirus estaban ocupadas. Lo mismo ocurre con los 100 puestos en hospitalización.
“Realmente la situación en Quito ya se desbordó; hay lista de espera, es decir, gente que requiere pasar a UCI”, indicó Ana Delgado, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de Clínicas y Hospitales Privados del Ecuador (Achpe).
En los establecimientos del Ministerio de Salud y del IESS se vive una situación similar. La ocupación llegó a su límite. Esto, pese a que 70% de enfermos se mantiene en aislamiento domiciliario.
Ante esta compleja realidad, la Red de Epidemiólogos emprendió la misión de fortalecer la vigilancia comunitaria.
Han captado a líderes barriales con y sin experiencia en salud en Colinas del Norte, para capacitarlos. Durante un par de semanas les dictaron talleres sobre los principales síntomas del virus y cómo derivar a centros de atención.
A la par, dividieron al barrio en tres zonas: Manantial, La Planada y Vista Hermosa. En la primera hay 10 vigilantes y en la segunda y tercera, 27 en cada una. Darwin es de Manantial. Tiene a su cargo 80 casas, con 150 familias.
La mayoría de ellos (95%) ya ha sido contactado y encuestado. En su zona -cuenta- se logró captar un caso confirmado y uno sospechoso, a quien ya le están haciendo seguimiento en el centro de salud.
Hasta la última semana de junio se han realizado 500 encuestas a la población y se han repartido equipos de protección a responsables de notificación por sector. Ellos sí son parte del sistema de salud, es decir, médicos de dispensarios, explicó Jorge Albán, epidemiólogo de la Red y miembro de la Comisión de Salud de la Universidad Central.
Albán señala que en los próximos días se espera la llegada de pruebas PCR, para el diagnóstico de posibles casos. Aunque también las aplicarán a vigilantes y a responsables de notificación sanitaria.
La U. Central impulsa el proyecto de formación de vigilantes universitarios; 550 estudiantes de todas sus carreras se han vinculado para identificar posibles casos dentro y fuera de su núcleo familiar. Además, participan 200 alumnos de la Facultad de Medicina, que atienden a los pacientes en caso de requerirlo. Las consultas son a través de videoconferencias.
Si alguien necesita ayuda urgente es derivado a la unidad cercana a su casa. Los vigilantes gestionan turnos.
“Buscamos descongestionar los servicios de la red pública; las atenciones se han logrado en máximo 48 horas”, señaló el galeno Pablo Curay, encargado del proyecto universitario. Reciben entre 30 y 40 llamadas diarias.
Gremios destacan esta estrategia, que funciona en Costa Rica. Así han logrado captar casos y mantener la transmisión bajo control. Víctor Álvarez, del Colegio Médico de Pichincha, apoya esta vigilancia por la participación activa de la comunidad. “Monitorean y son el nexo con el centro de salud, para actuar a tiempo”.
Hugo Romo, de la Academia Ecuatoriana de Medicina, difiere. Apostar por estas estrategias, dice, significa que las autoridades “no han logrado un control efectivo”.