Los vulcanólogos y técnicos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional consideran que un escenario de baja intensidad es el que más concuerda con el nuevo proceso eruptivo del volcán Cotopaxi.
El vulcanólogo Benjamín Bernard explica por qué se inclinan por ese comportamiento.
Como contexto, el 21 de octubre último el Instituto Geofísico reportó la emisión de ceniza y gases de dióxido de azufre (se producen o están asociados por la fragmentación del magma).
El otro episodio más fuerte fue el 26 de noviembre, cuando la ceniza llegó al sur de Quito, Mejía y a las inmediaciones del Parque Nacional del mismo nombre del volcán, cuenta Patricia Mothes, vulcanóloga del Geofísico.
Es un nuevo proceso del volcán Cotopaxi
Bernard lo califica como un nuevo proceso eruptivo, porque desde 2015 -luego de la fuerte erupción tras 138 años de
inactividad- se han tenido algunas emisiones realmente pequeñas (ceniza, vapor de agua y otros gases).
Quizá va a ser un evento más pequeño, se puede calmar el volcán o está empezando un periodo de manera diferente al de 2015; pero desde ese año se ha mantenido caliente. Antes de iniciar la etapa de hace siete años, tuvo cuatro meses de actividad constante, premonitoria a la erupción del 14 de agosto.
En esos cuatro meses de ‘calentamiento’ o preparación se detectaron claramente las emisiones de gases, sismicidad, un poco de deformación del volcán y luego se desencadenó la explosión fuerte.
Esta vez es distinto. Empezó directamente con más emisión de gases (más de dióxido de azufre) y poca ceniza.
“Nosotros interpretamos que el magma es superficial y se ve en los componentes de la ceniza: contiene material juvenil, que viene del magma. Estamos hablando de que quizá un 20% del magma está presente en esas pequeñas cantidades; no solo es material antiguo que lleva el gas”.
La emanación del dióxido de azufre comienza a los 3 o 4 kilómetros de profundidad desde la cumbre por el conducto, porque hay sismicidad en esa región y se considera que el magma se encuentra ahí. Son emisiones de ceniza más pequeñas comparadas con las de 2015; son 100 veces más pequeñas.
Al no tener mucha sismicidad se atenúan los gases, cenizas y anomalías, y no hay mucha deformación: “eso apunta a un escenario pequeño”. Las señales son de un evento menor. “Hay que recordar que la erupción de 2015 fue pequeña para un volcán como el Cotopaxi. Ahora, no nos indica que se está preparando para una erupción grande”.
Pero él se pregunta: “¿para qué nos vamos a preparar: para lo que pueda pasar mañana o para lo que pueda suceder en el futuro? No nos vamos a preparar cuando el volcán dé una señal grande”.
El escenario probable
En el cuarto informe especial del Instituto Geofísico, varios vulcanólogos y expertos dicen que lo más probable es que este evento se repita e intensifique en el corto plazo (días a semanas), sin mostrar signos precursores ni llegar a los niveles de 2015.
Luego se esperaría que descienda, debido a que no hay evidencias de nuevas inyecciones de magma en zonas profundas.
Mothes recuerda que en 2015 empezó con un evento sísmico, una ligera deformación de los flancos y sin ceniza. “Empezó un poco más lento y el conducto y la chimenea del volcán estaban cerrados, como más de 70 años aproximadamente”. Huboruptura de rocas y esto abrió el conducto para el ingreso de nuevo magma.
Ahora es un volcán con un conducto mayormente abierto y está saliendo dióxido de azufre, asociado al magma. No tiene nada que ver con vapor de agua.
Desde 2017 se detectaron puntos calientes en el cráter sin causar problema y pequeñas salidas de ceniza, que han dejado su huella en el glaciar; han sido imperceptibles, solo se ven con imágenes de los satélites o sobrevuelos. Pero, aclara, nadie puede decir qué va pasar, porque hay poca actividad detectable por parte de los instrumentos instalados
en el coloso.
Tiene menos glaciar
El glaciar está relativamente igual a antes de 2015. Bernard cuenta que una gran parte del flanco occidental no tiene glaciar. Se debe a varias razones, como el cambio climático, que hace que haya menos precipitaciones, pero también el hielo no se deposita en la parte occidental de la cumbre y eso es porque el volcán está caliente.
Se ha mantenido bastante caliente desde 2015. Hay zonas donde ya no hay glaciar por las fumarolas. No es de ahora, incluso antes de 2015 ya empezaron a desaparecer esas partes de hielo.
Desde el satélite se pueden ver en el fondo del cráter anomalías de calor y una imagen del 2 de diciembre muestra que es la más intensa. No se puede saber cuán profundo es el conducto, porque los gases lo esconden.
Él llevó un dron y con cámaras infrarrojas observó que no está muy profundo; “pensaría que está a menos de 100 metros desde la dona, pero no se puede determinar algo muy preciso”, dice el vulcanólogo del Geofísico.
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