La paridad en las elecciones 2025 en Ecuador es obligatoria. Aun así, en Ecuador se puede palpar la distancia que existe entre el protagonismo de candidatos y las aspirantes a las dignidades.
El artículo 11 de la Constitución de la República del Ecuador establece que nadie puede ser discriminado por razones de etnia, lugar de nacimiento, sexo, identidad de género, identidad cultural, filiación política, orientación sexual, entre otros aspectos. Esto, claro, también se aplica para el ámbito electoral.
Más noticias
Paridad, puntal para las elecciones 2025
Las listas se conformarán obligatoriamente cumpliendo con los principios de equidad, paridad, alternancia y secuencialidad entre mujeres y hombres, tanto para principales como para suplentes. Así lo estable el Código de la Democracia.
Desde el 13 de septiembre al 2 de octubre de 2024 está vigente el período de inscripciones para las elecciones 2025.
Las listas tienen que estar encabezadas con un 50 % de mujeres y, en el caso del binomio presidencial, tener paridad de género: hombre-mujer o mujer-hombre.
No cumplir con el rango de participación de mujeres es una limitante para oficializar las candidaturas. El reglamento para el proceso electoral define que los partidos y movimientos políticos que no sigan el requerimiento tendrán dos días, contados a partir de la notificación, para subsanar este punto.
Hasta las 18:00 de este viernes, 27 de septiembre, el Consejo Nacional Electoral (CNE) reportó 63 listas inscritas.
Esas contemplan el binomio presidencial de Creo, conformado por Francesco Tabacchi y Blanca Sacancela. El resto corresponde a listas de asambleístas y parlamentarios andinos.
Aún falta reconocimiento
Ruth Hidalgo, directora de Participación Ciudadana, hizo énfasis en que se podrá medir esta nueva etapa en la paridad una vez que terminen las inscripciones.
Aunque, tras el proceso de impugnación, las candidaturas en firme recién se conocerán el 30 de diciembre de 2024.
No obstante, recordó Hidalgo, en las elecciones anticipadas 2023, la paridad constituyó un problema para las organizaciones políticas. Esto porque los partidos y movimientos en Ecuador “no son estructurados y son débiles”.
Estructuras políticas débiles
Con esas bases, sin estructuras de formación y promoción, las agrupaciones salieron “desesperadas” a buscar representantes que sean conocidas. Ahí se constató una nueva arista de la paridad: la norma se cumple, ¿pero con qué sustentos?
Las postulantes no eran militantes o no participaban de los principios de los partidos y movimientos. Eso, según agregó Hidalgo, tiene una traba. Es decir, al momento de proponer o promocionar candidaturas de mujeres no cuentan con requisitos formales.
No obstante, esas características no solo se evidencian en las convocadas para cubrir una cuota, sino en muchos de los candidatos.
Mientras, hay otros cuadros que desisten de la participación por condiciones como la violencia contra las mujeres en la política, sobre todo, en redes sociales.
La otra cara del proceso
Los binomios presidenciales son una muestra de la brecha que aún existe en la participación femenina. De las 16 duplas anunciadas tras el proceso de primarias en Ecuador, apenas dos cuentan con mujeres a la cabeza: Luisa González (Movimiento Revolución Ciudadana) y Andrea González (Partido Sociedad Patriótica).
El actual presidente, Daniel Noboa, en cambio, volverá a encabezar la fórmula presidencial para las elecciones 2025. María José Pinto será su compañera.
Es decir, aunque la paridad se cumple, la titularidad en las postulaciones sigue recayendo prioritariamente sobre los hombres.
Hidalgo apuntó que esa es otra muestra de la debilidad de los partidos y movimientos, así como la falta de estructura. Sin olvidar que hay organizaciones que no están viendo a mujeres en las élites de participación política. “Siguen siendo espacios reservados para los hombres”.
Como remarcó Verónica Morales, abogada y antropóloga, la participación política de las mujeres en Ecuador aún es insuficiente. Por ende, la paridad no se logrará únicamente con cuotas de género, sino con una transformación en la cultura política.