No lo digo yo, lo dijo Emilio Mira y López en su Manual de Psicología Jurídica, cuya lectura me la recomendó un gran penalista. Cito entonces este texto.
“El paranoide produce la impresión de ser ante todo un sujeto razonador en alto grado y amigo hasta la exageración de la verdad y la justicia.
“Para él, mejor que para ningún otro tipo, parece escrita la máxima: ‘dime de qué blasonas y te diré de qué careces’.
“Lo que él llama amor a la verdad y a la justicia no pasa de ser un apasionado culto a sus modos de ver subjetivamente, en cada caso, la verdad y la justicia.
“Los tres defectos principales que de ello resultan son: la susceptibilidad, la testadurez y la desconfianza. Esta última se explica -según la escuela psicoanalítica- por el fondo moral perverso de estos sujetos (piensa el ladrón que son todos de su condición).
“Desde el punto de vista jurídico este tipo paranoide es del mayor interés, pues acude con la máxima frecuencia, casi siempre como acusador, en demanda de satisfacciones (morales o materiales) por atropellos o injusticias que, aún pudiendo ser en parte ciertos, no están en relación con el vigor desplegados para obtener reparación.
“Por ello se ha dado en nombre de ‘delirio querellante’, ‘locura pleitista’ o ‘psicopatía reivindicativa’ al conjunto de vivencias y actos que en las personalidades de este tipo acostumbran desencadenarse como consecuencia de cualquier -real o supuesto- atentado a sus derechos”.
No digo en quién me he inspirado hacer esta cita porque, debo confesar, tengo miedo.