'Los referéndums plantean serios interrogantes sobre su uso'

El politólogo Óscar Martínez es profesor de Ciencias Políticas en IE University en Madrid. Él, analiza la aplicación de los referéndums. Cortesía Óscar Martínez

El politólogo español Óscar Martínez Tapia, quien es profesor de Ciencias Políticas en IE University de Madrid, analiza la aplicación de los referéndums por parte del gobierno. Los ecuatorianos votarán este domingo 5 de febrero de 2023 por ocho preguntas de la consulta popular

El Gobierno ecuatoriano planteó una consulta popular para este domingo 5 de febrero. ¿Es una buena herramienta política considerando la experiencia internacional?

Los referéndums son instituciones de aspiración democrática que plantean serios interrogantes sobre su uso. La experiencia internacional no es en principio un buen criterio de comparación porque hay muchos casos diferentes tanto de democracias como de referéndums. Por tanto, se puede hacer un uso correcto de esta institución y se puede hacer un uso más problemático. En el caso de Ecuador, todo indica a que las ocho preguntas planteadas buscan reformar la constitución para con el presunto uso plebiscitario del referéndum cambiar aspectos importantes que forman parte de un paquete ideológico que debía tramitarse a través de propuestas legislativas.

¿Los referéndums se deben utilizar para cualquier requerimiento político o solo para actos de alto nivel como los constitucionales que se realizarán en Chile este 2023?

Evidentemente, no todos los usos son válidos. Especialmente en contextos ya de por sí polarizados y a los que el referéndum normalmente echa una leña ideológica poco conveniente. El caso de Chile, como el de España en 1978 para aprobar la nueva constitución resultante de una legislatura constituyente, son casos excepcionales en las que el uso de este resorte democrático es excepcional y muy específico. Por otra parte, hay contextos democráticos con una larga tradición del uso del referéndum, como Suiza, en los que la tradición democrática y la cultura política consolidada permiten un uso más habitual y para asuntos más variados. Pero son casos excepcionales, ciertamente diferentes a los de las democracias latinoamericanas

¿Es posible que la ciudadanía esté informada para votar conscientemente? ¿Cómo lograr ese nivel de conocimiento entre los votantes?

Claro que es posible, pero es poco común. De nuevo, son casos muy excepcionales y culturas políticas muy específicas con un nivel económico y educativo muy alto. Pero no se trata solo del conocimiento de los votantes, que pueden tener más o menos educación y participación política. Se trata de un uso populista de propuestas políticas de marcado sesgo ideológico que buscan legitimación popular extra cuando en realidad buscan cambios legislativos que deberían de ser tramitados a través del poder legislativo si se cuentan con los debidos apoyos. No se debería pasar la “patata caliente” al pueblo sobre decisiones muy complejas para las que los políticos profesionales deberían tener y proponer soluciones.

En Ecuador y otras naciones hay pugnas entre el Ejecutivo y el Legislativo. ¿Este tipo de consultas son unas herramientas del presidente/gobierno para cortocircuitar el parlamento?

Mucho me temo que sí. En contextos especialmente presidencialistas, como el latinoamericano, el ejecutivo busca saltarse los controles legislativos, donde a menudo no cuentan con mayorías suficientes para los cambios propuestos, apelando a la conexión directa y personal entre el presidente y el pueblo. Se obvia que la democracia debe contar de estos contrapesos (checks & balances) para evitar abusos de poder por parte del ejecutivo, siempre preparado para una deriva autoritaria basándose en circunstancias excepcionales. Recordemos que el presidencialismo tiene problemas evidentes de este tipo, sobre todo si no hay una tradición democrática larga y sólida. 

Los gobiernos mezclan preguntas que tendrán una alta aceptación y asegurarán su triunfo con las que realmente les interesan. ¿Cómo el elector puede identificar lo que realmente será beneficioso a toda la población?

Es imposible en muchos casos distinguir pues en la mayoría de las ocasiones quién propone el referéndum suele plantear las preguntas de una manera obvia, a veces descarada, para ganar. Quizá la excepción más sonada fue David Cameron y el Brexit, pero este es un caso raramente extrapolable. En principio es muy raro que nada pueda ser beneficioso para toda la población. Hablamos de mayorías en muchos casos minoritarias, dada la poca gente que acude a votar en muchas consultas. Lo ideal, que pocas veces se da, sería una/dos preguntas muy claras y sin excesivo sesgo sintáctico ni de significado.

 Para que funcionen bien y realmente de forma democrática, ¿cómo se deben organizar? 

De nuevo, la mayoría de los politólogos desconfiamos de alguna manera de la figura del referéndum. Las democracias modernas y consolidadas son democracias representativas. Los ciudadanos eligen a sus representantes para que ejerzan con su experiencia y preparación el trabajo para el que han sido elegidos. Por tanto, hay una delegación de funciones que posteriormente se juzga retrospectiva y prospectivamente en cada proceso electoral. Hacer decidir al pueblo sobre asuntos extraordinariamente complejos no parece la mejor manera de cumplir con el trabajo que se les ha asignado. A no ser, obviamente, que haya una agenda oculta con la que eternizarse en el poder, cambiar las reglas del juego para beneficio del grupo en el poder o, simplemente, utilizar el concepto de pueblo perversamente.


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