La extraña fascinación por las espadas y las banderas

Gustavo Petro llevó al día de su posesión la espada de Bolívar. Foto: Captura
Cuando Iván Duque aún era presidente de Colombia y recibió al presidente electo Gustavo Petro luego de ganar la segunda vuelta, le mostró la espada de Bolívar, el objeto más preciado para quien fue parte del movimiento guerrillero M-19, que, como acto inaugural de sus actividades bélicas la robó de la Quinta del Libertador, en Bogotá. Pero no permitió que saliera del palacio presidencial de su sucesor.
Han pasado dos días desde la posesión de Petro, el 7 de agosto del 2022, y la espada de Bolívar, cuya veracidad histórica los historiadores no se animan a confirmar como verdadera, y sigue siendo un tema de conversación, sobre todo porque fue la primera orden presidencial de Petro y hubo que esperar un buen tiempo para que retomara su mensaje a la nación y el rey de España, Felipe VI, no se puso de pie. Y no lo hizo por una simple razón: no es un símbolo del Estado colombiano. Tampoco es una figura decorativa. Tiene una importancia simbólica, sobre todo para la izquierda.
Un origen uruguayo
A la izquierda -la que ha gobernado y la que no- no es inusual que haya tenido estas acciones. De hecho, que el M-19 se la haya robado el 17 de enero de 1974, no fue un acto original. Ya hubo un antecedente en Uruguay.
Hace 53 años, el 16 de julio de 1969, la organización OPR 33, que luego se denominó Partido por la Victoria del Pueblo, robó la bandera de Los 33 Orientales, el grupo de hombres que se sublevaron para incorporar a Uruguay a las Provincias Unidas del Río de la Plata (hoy Argentina), cuando la franja oriental del país estaba en manos de Brasil, pero que luego derivó en el movimiento independentista de Uruguay. Este movimiento fue liderado por Juan Antonio Lavalleja, el mayor héroe del país después de José Gervasio Artigas.
La diferencia es que nunca se supo qué pasó con esta bandera y jamás dieron pistas de donde se encontraba. Esta bandera era el símbolo de la nación uruguaya.
También en Ecuador
La espada de Eloy Alfaro también fue un precioso botón ideológico y también de la izquierda. En 1983, guerrilleros de Alfaro Vive se robaron la espada que reposaba en el Museo de Guayaquil.
Desde el 2007, cuando arribó la Revolución Ciudadana, para Rafael Correa se convirtió en una obsesión. En el acto de posesión, hubo una réplica. Luego compraron por USD 62 000 una, supuestamente original, a una tataranieta del Viejo Luchador. Y en el 2012, cuando se recordaba la Hoguera Bárbara, el asesinato de Alfaro, Alfaro Vive entregó, en Ciudad Alfaro (Montecristi), provincia de Manabí, a Correa la espada.
La entrega la hicieron bajo el argumento de que el gobierno socialista encarnaba los ideales de Alfaro.
El M-19 entregó la espada en 1990 como parte de su reintegración a la vida política y formar parte de la Constituyente en 1991. Petro quiere inaugurar una tradición: que esa espada forme parte de todos los cambios de mando en el país. Y eso está por verse.