Desde su punto de vista la movilización del 17 de septiembre no presentó propuestas concretas. Foto: Diego Pallero/ El Comercio.
Entrevista a Ximena Ponce / Asambleísta de Alianza país
¿Cómo recibieron el informe de la baja de popularidad de la Asamblea?
Es consecuencia del ejercicio de la política. Siempre se sufre un desgaste, estamos 8 años en el Gobierno y en la Asamblea menos, pero creo que hay decisiones políticas que se han tomado que se reflejan en conflictos en la sociedad.
¿Estos 8 años les ha hecho perder la perspectiva?
Hay montón de lecciones que nos tiene que ubicar en un momento. No estamos en una revolución plena que trastoque las estructuras en la magnitud que quisiéramos. Por eso decimos que hay que revolucionar la revolución y saber comunicar formativamente en este proceso de transformación, es decir por qué es posible hacer cambios, en qué condiciones las podemos realizar y qué condiciones necesitamos esas transformaciones.
En el sentido del desgaste, el 17 de septiembre marcharon al menos 20 000 personas, pero el oficialismo comunica solo sobre los desmanes de una minoría de esa marcha.
No es la evaluación que nosotros hacemos sino los medios. Se van perdiendo ciertos contenidos. Ciertos grupos de oposición, al inicio de la marcha criticaban el Código de Trabajo, que no hay, el alza de los pasajes que tampoco existe…
Pero están sobre la mesa…
Ahora el argumento es el número de detenidos. No hay un debate de tesis políticas.
De lo que se trata es de lo que comunica Alianza País (AP)y solo se enfoca en los tirapiedras de siempre…
Debemos fijarnos en las propuestas que plantearon y son difusas. Sin embargo, las expresiones en las calles son de fuerzas. AP también tiene el derecho y la capacidad de movilizarse y eso es un llamado de atención de que estamos organizados. No creo que sea cuestión a medir números.
Pero es recurrente en el discurso presidencial el “somos más, somos muchos más”. Por lo que se ve, les importa las cantidades…
Eso es evidente porque de lo contrario no habríamos podido mantener una estabilidad política durante tanto tiempo expresada en las urnas y en las movilizaciones.
Movilizaciones organizadas desde el Estado…
Desde el movimiento político también. Son temas diferentes.
Pero se organiza desde Carondelet …
El Presidente es también líder de AP y que convoca tanto a nivel de gobierno y nuestra movilización está fundamentada en el aparato de AP.
¿No les inquieta que madres de familia se pongan de rodillas y pidan perdón al Presidente?
Por supuesto (larga pausa).
¿Qué les inquieta?
¿Cómo interpretar la preocupación de un padre o madre sobre un hijo? Desplegaría todo lo que fuera posible para proteger a mi hijo.
Pero es pedir perdón al Presidente…
No deberían pedir perdón al Presidente sino pedir justicia al Estado. La gente tiene derecho a expresarse: lo hacen en las calles, en los medios de comunicación. Parte de la expectativa en el compañero Presidente está aupada en la oposición. No son solo los padres sino los medios de comunicación, los banqueros que quieren reunirse un domingo con el Presidente. Es un líder que concita atención.
¿O la hegemoniza?
La concita.
Eso instaló la idea de que solo el Presidente puede solucionar algo. Ecuador se eliminó del Mundial y por redes sociales se pidió textualmente que “meta mano” en la Federación. Los casos se repiten. ¿No es peligrosa para la democracia la construcción simbólica de ese poder omnímodo?
Es un riesgo. Debemos compartir responsabilidades. Los medios enfocan la figura de Rafael Correa como la única a oponerse. Sí hay el riesgo de convertir a la ciudadanía en ciudadanos clientes y no en ciudadanos que se empoderen del proceso de transformación.
¿Es entendible que se tenga que pedir perdón en democracia?
Es necesario garantizar la libertad de expresión y promover el debate.
Cuando usted era estudiante, ¿participaba de las movilizaciónes?
Así es.
¿Se consideraba manipulada?
Creo que actuábamos, en nuestra condición de dirigentes, según nuestras propias motivaciones y nuestra propia responsabilidad. No estábamos en desconocimiento de lo que podía ocurrir. Parte de la responsabilidad era valorar las consecuencias de hechos de mayor violencia.
¿Por qué, en cambio, los estudiantes de ahora sí son manipulados? ¿No tienen derecho a su propia rebeldía?
No es el debate si son o no manipulados. Hay que considerar el contexto. ¿Cuál era la tesis por la cual salían?
Está contemplado el derecho a la resistencia. ¿Dónde queda la coherencia con ese principio? El poder debería saber que se armarán movilizaciones de protesta…
Así es, pero de forma en que la gente dialogue, pero cuando se empieza a atentar contra la vida de otros, a la propiedad pública y privada, hay instituciones que se encargan de resguardar la seguridad del colectivo. ¿Cuál es la incomodidad? Que ahora no deben ser tocados a pesar de los actos de violencia. Se distorsiona el tema.
¿Es demasiado castigo la prisión, negación del hábeas corpus y expulsión de los colegios?
Hay que revisar en el sistema de justicia cómo pondera la sentencia. No soy jueza.
Pero es algo ético, de principios. No se dice que no se sancione, pero ¿considera que es excesiva?
¿Qué le parece la sanción a Glas Viejó? ¿Cómo puede valorar ese tipo de cosas y hacer un discurso político?
Esto es político.
La marcha hay que valorarla no solo con los detenidos sino con el debate. Al otro día de la marcha, ¿qué nos queda? Las imágenes de los detenidos…