Tantas como los colores de la wipala, la bandera del movimiento indígena, así son las reivindicaciones que hace la marcha por el agua, la vida y la dignidad que mañana, 1 de julio, está en Cutuglagua, a las puertas de Quito, en el sur.
El 30 de junio, a las 15:00, cerca de Alóag, los caminantes armaron –en la orilla de la vía- la “pambamesa”, comida comunitaria, depositada en un plástico negro, largo como una maltrecha bandera.
La asambleísta Lourdes Tibán (Pachakutik) se refrescaba bebiendo un vaso con chicha. Ella denunció que el Gobierno pretende cerrar 12 escuelas de la zona alta del cantón Pujilí, hacia el occidente, para concentrar a los niños en un solo centro –que puede localizarse en Pujilí-. Tibán se pregunto: ¿habrá buses para trasladar a los niños desde los páramos, ¿cómo volverán?, ¿asfaltarán los pésimos caminos de segundo orden de las comunidades?
“Esto, la no reelección indefinida y el respeto a la Constitución por todos los ciudadanos, no para que quede a la medida de Alianza País, me motivaron a caminar junto a los compañeros”. Como suele acontecer en el sur de Quito, un tibio sol dio paso a un aguacero y los comuneros, dirigentes del Frente Popular, de la FESE, del Seguro Campesino y del Movimiento Indígena de Cotopaxi (MIC), se guarecieron debajo del plástico, una vez que guardaron en grandes ollas de aluminio habas, mellocos, papas y trozos de hornado del almuerzo.
A las 15:15, Salvador Quishpe, líder de la marcha, valiéndose de un megáfono, dio las últimas medidas antes de arribar a Cutuglagua, en el sur de Quito, siempre bajo la atenta mirada de grupos de policías.