Desde el 10 de octubre, cuando Fernando Balda fue expulsado de Colombia y recluido en la Penitenciaría del Litoral, solo viste jeans y camisas. Su cuidado estilo de ‘caballero inglés’ ha quedado de lado. Ahora cumple una condena de dos años de prisión, poniéndolo de nuevo en el huracán político que él mismo alentó hace más de tres años.
El nombre de Balda pudiera pasar inadvertido para muchos ciudadanos. Él es joven y su carrera política, aunque polémica, ha sido relativamente corta.
Para su familia y amigos es un activista político que lucha contra la corrupción. Para el Gobierno, Balda no pasa de ser una persona “descalificada”. Así de contradictoria es la imagen que él proyecta detrás de sus trajes llamativos y de su cabello siempre cuidado.
Manuel Balda, su hermano menor, lo recuerda haciendo política desde los consejos estudiantiles en la secundaria y la universidad.
Estuvo en el colegio Pasionista, institución católica de clase media, y se graduó en Derecho en la Universidad de Guayaquil.
Hace 10 años, la política no le daba de comer. Dirigía su propia productora y organizaba eventos de belleza y musicales en centros de estudios. “Pero dejó eso y se dedicó a la política”, recuerda el hermano, quien se ha convertido en el vocero de la familia.
Un rasgo de su carácter es su obstinación. Para Manuel esto no es un defecto sino lo “lógico en alguien que ama la política”.
En el 2006, Balda se unió al movimiento oficialista Alianza País. En ese entonces, su figura era la de un activista en campaña: jean y camiseta verde limón.
Él formaba parte de las juventudes del movimiento en Guayas. Pero a mediados del 2008 se separó de esa agrupación, por sus desacuerdos sobre la conformación de la directiva y porque, según él, el presidente Rafael Correa había incumplido algunas de sus ofertas de campaña.
Fue cuando Fernando Balda se cambió de bando y de ‘look’ para convertirse en un opositor del Régimen. Sus críticas al correísmo son lo que, en palabras de su coideario de Sociedad Patriótica, Galo Lara, lo han convertido en “preso político”.
¿Por qué Balda fue a parar al PSP? Los remilgos ideológicos no pesaron en esa decisión: quién en dos años puede dejar de ser correísta para volverse gutierrista.
El nexo fue el parlamentario andino Fausto Lupera. Se conocieron en el 2007, luego de que la asambleísta Susana González (Madera de Guerrero) los presentara. Un año después, Balda fue contratado como asesor de Lupera en la Asamblea de Montecristi.
En ese tiempo de intenso trajín político optó por un rasgo distintivo: ternos de buen corte, camisas y corbatas que, aunque llamativas, combinaban perfectamente.
Lupera confiesa que el primer encargo a Balda fue “obtener información de Alianza País y conocer las debilidades de Correa”.
Desde entonces, el guayaquileño orientó su activismo político hacia labores de Inteligencia.
Con Lupera se hicieron grandes amigos. “Ambos compartíamos la vocación de denunciar la corrupción del Gobierno”.
Balda avanzó en el PSP, aunque solo alcanzó a ser asambleísta alterno debido a la muerte de Julio Logroño. Para esa investidura no hay inmunidad parlamentaria.
Se hizo conocer en la opinión pública. Apareció en cuanta entrevista y medio pudo. Su fuerte nunca fue la prudencia y esto le ocasionó tres demandas penales.
Una lo tiene hoy en la cárcel, condenado por injuriar al gobiernista Óscar Herrera, titular de la Unidad Técnica de Asesoramiento en Materia de Seguros para la Administración Pública. El proceso se inició en el 2008, luego de que Balda asegurara que Herrera se arrogó funciones y propiciara tráfico de influencias.
Dos años más tarde, el 24 de agosto del 2010, Balda fue declarado culpable debiendo cumplir una pena de dos años. Pero el acusado ya no estaba en Ecuador. Hacía un año se había mudado a Colombia, desde donde siguió con sus denuncias al Gobierno.
Su cambio de país, a la larga, no fue un impedimento para que Balda enfrentara a la justicia.
El pasado 10 de octubre, en un operativo conjunto entre los gobiernos de Ecuador y Colombia, fue expulsado de Bogotá y trasladado a Quito en un avión del Ejército del vecino país. No era un ‘capo’ la figura central de este singular operativo. Simplemente, las autoridades migratorias colombianas alegaron que Balda estaba en el país de forma irregular.
De Bogotá a Quito y de allí a la Penitenciaría. Su familia lo visita y está pendiente de que nunca le falte comida ni ropa limpia, aunque ahora su prioridad no sea la elegancia sino la comodidad.
Para su defensa, esta detención es arbitraria porque la sentencia ya prescribió al pasar los dos años de condena. Está en trámite judicial un amparo de libertad.
Manuel Balda dice que esta “deportación tiene una indudable fijación por silenciarlo. Estamos en época de elecciones”.
Manuel fue hasta el aeropuerto para verificar que Fernando no haya sufrido agresiones físicas durante el viaje. El encuentro fue filmado por el grupo de oficiales que lo escoltó.
Para la Unidad Administrativa Especial de Migración de Colombia, adscrita a su Cancillería, Balda solo tenía un permiso de 30 días para estar en Colombia, extendido en septiembre del 2009.
Él nunca tramitó una prórroga. Además, las autoridades de ese país aseguraban que Balda no daba detalles de su domicilio porque se sentía “víctima de persecución política y criminal”.
En Bogotá se alojaba en el departamento que le prestó Lupera, pues el Parlamento Andino funciona en esa ciudad. Allí vivía con su esposa, Vanessa, y sus cuatro hijos. La menor nació en Bogotá.
Debido a los trámites para registrarla, el resto de familiares no regresó a Ecuador. El 10 de octubre, en su cuenta de Twitter @fernandobalda alcanzó a escribir: ‘El gobierno Colombiano de @JuanManSantos en complicidad con @MashiRafael me está deportando en este momento al Ecuador’.
Sus amigos aseguran que él estaba trabajando honestamente en Colombia. Había vuelto a la política activa, pues estaba vinculado al movimiento del ex presidente de ese país, Álvaro Uribe.
También había montado un restaurante con su esposa.
Sin embargo, en Colombia la presencia del ex legislador siempre resultó extraña. Semanas atrás, Balda denunció dos supuestos intentos de secuestro en Bogotá y planteó una solicitud de medidas cautelares a la Comisión Interamericana de DD.HH.
Pero fue el conocido periodista colombiano Gonzalo Guillén, quien advirtió que en los próximos días difundirá detalles de las actividades de Balda en ese país.
Sus denuncias abren un paréntesis, mientras que la esposa de Balda asegura que su marido solo ha denunciado las irregularidades del Régimen; por eso la “presión de Correa”.
Durante estos tres años, la principal arma de Balda, a miles de kilómetros de Ecuador, ha sido su blog personal. Una foto pomposa, con su pinta de ejecutivo, da paso a una colección de notas y denuncias contra el Gobierno.
El guayaquileño de 40 años demostró ser un obstinado. Denunció la maquinaria mediática y de seguridad desplegada por Correa el 30-S. Advirtió que la Secretaría de Comunicación había montado un ejército de ‘trolls’ para atormentar a periodistas y opositores al Gobierno a través de las redes sociales. Y cuando había empezado a hincar su uña en el escándalo actual, el crédito a Gastón Duzac, se dio la captura.
Balda está en uno de los pabellones nuevos de la Penitenciaría del Litoral, aislado de los demás reos. Su hermano Manuel da fe de los duros tiempos en esa prisión, donde por el momento colgó sus elegantes y finos trajes.