Las madres que pasaron por partos naturales se recuperan en una de las salas de la Maternidad Mariana de Jesús. Aquí, los partos llegan al 48%. Foto: Wladimir Torres / EL COMERCIO
Todos sus hijos nacieron ese jueves. 15 mujeres copaban el área de preparto de la maternidad pública Mariana de Jesús, en Guayaquil. Mariuxi, la quinta hija de Wendy Barre, nacería por cesárea. “No está bien ubicada. Un parto normal es riesgoso”, dijo. Cerca, una primeriza sujetaba con fuerza la camilla. “Será normal”. Es lo único que el dolor le dejó decir.
Entre enero y agosto, este hospital reportó 6 000 partos. El 48% fue parto natural y el 52% por cesáreas, en gran parte por casos de alto riesgo.
Los porcentajes no se alejan a lo que pasa en el país. Desde el 2011, el Anuario de Nacimientos del INEC refleja el rápido aumento de las cesáreas.
El 2015, cuando se emitió un acuerdo para evitar el abuso de las cesáreas, el Ministerio de Salud (MSP) informó que esta cirugía superaba el 40% de los partos: 29,3% en el sector público, 49,9% en la Seguridad Social y 69,9% en clínicas privadas. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud aconseja no pasar del 15%.
Uno de los esfuerzos más recientes para bajar estos porcentajes surgió en la Asamblea Nacional. El proyecto de Ley para la atención humanizada del embarazo, parto y posparto plantea, entre otros temas, que los médicos elaboren un informe que justifique la cirugía.
“No satanizamos la cesárea. Buscamos crear conciencia en los médicos para que la hagan solo cuando es necesario y no con fines comerciales”, dice el asambleísta Víctor Medina, quien avizora que la propuesta pasaría al Código de la Salud.
Según el tarifario del MSP, un parto normal cuesta USD 658 y una cesárea, USD 892. Pero esos valores se disparan en el sector privado.
En Guayaquil, un parto puede ir de USD 1 400 a 2 900; y las cesáreas, de USD 1 800 a 3 600, según la habitación, el médico y los días de estadía. En Cuenca, los costos van de USD 800 a 1 200 para partos y las cesáreas, de USD 1 100 a 2 000. En Quito el valor va desde USD 760 un parto y USD 1 180 la cesárea, sin honorarios médicos.
Fausto Padilla, presidente de la Federación Ecuatoriana de Sociedades de Ginecología y Obstetricia, cree que los costos dependen de la ética de cada profesional. Pero aclara que el problema de fondo está en los consultorios particulares. “Muchas mujeres exigen una cesárea, aunque no la requieran. En otros países, si no tiene las condiciones, el médico hace pesar su criterio”.
Según el proyecto, ese criterio debe constar en un registro de cesáreas. El Acuerdo Ministerial 5283, del 2015, ya lo mencionaba y añade la firma de un consentimiento informado.
Katiusca Hernández, directora de la Mariana de Jesús, explica que hay 28 indicaciones absolutas para esta cirugía, como placenta previa, cicatrices uterinas previas, embarazos múltiples, entre otras. El acuerdo enumera otras nueve relativas, como eclampsia, diabetes y malformaciones.
“Queremos reducir las cesáreas, pero el problema viene del pasado. Muchas tienen tres o más cesáreas, es imposible someterlas a parto natural. Por eso trabajamos con las primigestas, diciéndoles que con el parto natural se recuperan más rápido, el sangrado es menor y es más saludable para el bebé”.
Fabiola Romero ya había pasado por dos cesáreas y hace dos semanas tuvo otra. En cambio, Olaisy García tuvo su tercer parto. “Es menos doloroso, aunque la primera vez me hicieron un corte en la vagina”.
Es la episiotomía, que facilita la salida del recién nacido. Hernández dice que hace tres años ese corte se aplicaba a todas las primerizas. “Pero eso cambió”. El proyecto de Ley incluye esta y otras técnicas de aceleración (como los fármacos que apresuran las contracciones), en el capítulo de violencia obstétrica.
La guía práctica del parto culturalmente adecuado, una de las siete normativas del MSP para regular los partos, evita este tipo de violencia. Pamela Álvarez, directora de Promoción de Salud – Zona 8, dice que esa norma se materializa en las Unidades de Trabajo de Parto y Recuperación (UTPR), adecuadas con luz tenue, paisajes y música ambiental. “Aquí se ofrece la libre posición de parto”.
De pie, en cuclillas o sentada. Con apego precoz y lactancia inmediata. “Así no pierden mucha sangre, no hay cortes y un familiar acompaña a la mujer. El trabajo de parto se reduce de 20 a 12 horas”, dice la obstetriz Lucy Díaz, responsable de Interculturalidad en un distrito del noroeste de Guayaquil.
Eloísa Domínguez se ha preparado para tener a Odette sentada en la UTPR del centro de salud rancisco Jácome. 488 bebés nacieron ahí en libre posición, en lo que va del año. “En mi primer parto tuve miedo. Ahora estoy informada y sé que todo saldrá bien”.