Río de Janeiro. DPA
Tras dos semanas de fiesta y sentimiento de triunfo, la sangrienta batalla entre policías y narcotraficantes -que dejó al menos 21 muertos el fin de semana- revivió una vieja pregunta:
¿Es posible pacificar a Río antes del Mundial de Fútbol de Brasil 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016?
El baño de sangre, que estalló a raíz de una guerra entre facciones rivales por el control del comercio de drogas en la favela Morro dos Macacos, demostró que la tarea será mucho más difícil de lo imaginado. Según los analistas, pese a la intensa represión librada desde el año pasado por las autoridades cariocas, las bandas criminales siguen mucho mejor armadas y mucho más organizadas de lo que se creía. Ese temor se agudizó ayer, ante el anuncio hecho por la Secretaría de Seguridad Pública de Río, según la cual hay indicios de que el intento de invasión de Morro dos Macacos se produjo a raíz de una orden enviada por delincuentes arrestados en el penal de máxima seguridad de la sureña ciudad de Catanduvas, a 1 300 km de la ‘Ciudad Maravillosa’.
El Ministerio brasileño de Justicia aseguró que no hay indicios de que ello haya ocurrido. Pero, si se confirma la sospecha, ello revelaría una peligrosa vulnerabilidad del penal inaugurado en 2006, donde los reclusos permanecen en celdas individuales sin contacto alguno con el mundo exterior
y son monitoreados constantemente por 200 cámaras de vigilancia. El poderío del arsenal en manos de los narcotraficantes, por otra parte, quedó demostrado el sábado, cuando, por primera vez en la historia, un helicóptero de la Policía fue abatido por los delincuentes con disparos de armas pesadas. Estas posiblemente serían una ametralladora 30 o un fusil 762, según opinó el secretario de Seguridad Pública de Río, José Mariano Beltrame.
Un antecesor de Beltrame en el cargo, el politólogo Luiz Eduardo Soares, advirtió ayer que la única forma de ganar la guerra contra el narcotráfico es frenar el flujo de armas pesadas, que llega constantemente a los delincuentes. “El foco debe estar en las armas”, sostuvo Soares, quien agregó que una real pacificación de Río requiere de un cambio radical de la actual política de seguridad pública y de una participación más activa de la Policía Federal y de las Fuerzas Armadas en el combate al tráfico de armas por camiones, por aviones y por
barcos.
Además, opinó que se requiere de un aumento salarial para los agentes, cuyos salarios son inferiores a USD 500 por mes.
Tras la ola de violencia del fin de semana, la Policía desplegó 4 000 efectivos en las calles y favelas de Río. 1 700 de ellos fueron enviados a patrullar en las barriadas miseria del norte de la urbe.