La Organización de Estados Americanos (OEA), que ha sido criticada por su poca efectividad como árbitro en varios conflictos regionales, se juega su credibilidad en el diálogo iniciado ayer en busca de una salida a la crisis política en Honduras.>
El nuevo intento se produce tras el fracaso de una primera misión de cancilleres encabezada por el Secretario de la OEA, que visitó Tegucigalpa en agosto con la consigna de revertir el golpe de Estado que depuso al presidente Manuel Zelaya el 28 de junio.
En esa oportunidad, la OEA se estrelló contra la irreductible posición del gobernante de facto Roberto Micheletti, de rechazar cualquier solución que implicara la reinstalación en el poder de Zelaya, entonces en el exilio. La misión concluyó sin resultados y un sombrío informe de Insulza en el que reconocía que el margen para encontrar una salida democrática era “cada vez más estrecho”.
El primero en advertir que la OEA empeña su credibilidad en esta nueva misión ha sido precisamente Zelaya, quien le ha prevenido de no caer en “una trampa” del Gobierno de facto.