¿Qué país recibe? ¿Ya tiene cifras de cómo está la situación fiscal?
He tenido muchas conversaciones con el equipo económico saliente a fin de tener una transición ordenada. El Ecuador enfrenta una situación bien compleja, que es la combinación de dos cosas. Primero, una situación fiscal que ya era complicada antes de la pandemia. Segundo, tenemos el efecto del covid, que ha implicado un impacto económico con muy pocos precedentes en la historia. Ahora parte del problema es que cuando hay un hueco fiscal grande hay que endeudarse. En una situación compleja, el país necesita recibir recursos en buenas condiciones financieras y eso no es tan simple si , como país, no soy creíble. Si he tenido muchos problemas me prestan caro. Entonces, hay que ir recuperando la confianza. Para eso necesito tener muy buenas relaciones con la comunidad internacional, que nos financien con condiciones que no sean costosas y que nos permitan poco a poco ir recuperando la situación, porque si buscamos una recuperación muy rápida, en cambio, puede implicar medidas muy dolorosas para todos y que no sean socialmente aceptadas o fáciles de generar consensos. Entonces, hay que lograr un equilibrio.
El presidente electo Guillermo Lasso ha dicho que los números no son tan pesimistas, ¿qué les lleva a pensar así?
El Presidente tiene razón. La situación es compleja, sin embargo, hay varios aspectos que ayudan a tener una perspectiva un poco más optimista. Si los ecuatorianos logramos diseñar un programa interno creíble, entonces el mundo nos puede ayudar bastante. Otro tema positivo es el avance del tema sanitario en economías como Estados Unidos, lo cual puede ayudar a las exportaciones. El segundo es que creo que, visto desde la perspectiva internacional, el Ecuador está mostrando una transición política ordenada que preserva los valores básicos de la democracia. La muy buena percepción que tiene el presidente Lasso en el extranjero ayuda a que el Ecuador se vuelva un país más atractivo a inversiones de mediano plazo. Además, hay bastante apertura en los multilaterales para apoyar al Ecuador. Finalmente, uno mira un país quizá un poco menos polarizado, lo cual es muy sano para llegar poco a poco a consensos.
¿Cuándo iniciará la renegociación del acuerdo con el FMI?
La lógica del FMI no es que venga a imponernos condiciones, sino que el país desarrolle, con el mayor consenso posible, un programa para enfrentar los problemas que tiene. Creo que el Fondo está abierto a ciertos objetivos comunes como la intención de que la situación fiscal se vaya arreglando. Entre junio o julio podremos conversar mucho más a detalle con el Fondo sobre esos temas.
Además del aumento de impuestos con el que no comulgan, ¿Con qué aspectos del actual plan con el Fondo no se siente cómodo y buscará revisar?
La lógica del programa y los objetivos generales tienen mucho sentido para el país como, por ejemplo, la necesidad de reducir gradualmente los desequilibrios fiscales o de buscar espacios para fortalecer el empleo formal. Además algo que estamos de acuerdo es que el ajuste que se dé debe ser preservando a los sectores más vulnerables. Donde puede haber cambios en el programa es en el ritmo y velocidad del ajuste, considerando que la pandemia ha generado un impacto más grande de lo previsto. Un ajuste más gradual y enfocado.
¿Cómo reducirá el déficit?
Primero se puede ver en qué parte se puede seguir reduciendo el gasto sin afectar a los vulnerables. Luego, generar un mayor crecimiento económico, un gobierno creíble, de buenas relaciones internacionales, puede conseguir financiamiento y, con ello, hacer menos ajustes en otro lado. Además, aumentar los ingresos del Estado. Habrá que trabajar en lo que es factible, realista y lo que se puede hacer pensando, como lo ha dicho el presidente Lasso, en proteger a los más vulnerables y que aquellos que tienen más recursos contribuyan más. No creo que el FMI tenga mayor discrepancia con ese tipo de visión.
¿La reforma tributaria será consensuada?
Nuestro primer objetivo como Gobierno es acelerar la vacunación y esa es la mejor política económica, para ayudar a que la economía empiece a abrirse y que las restricciones sanitarias se puedan ir suavizando. En ese contexto probablemente se pueden tomar ciertas medidas de apoyo a los sectores más afectados por la pandemia. En cuanto a las medidas más estructurales es sano que esas decisiones sean parte de una discusión más amplia con la sociedad.
¿Cuándo se enviará la reforma?
Tan pronto como haya claridad en todos los aspectos y se hayan hecho suficientes progresos.
¿Qué traerá la reforma y cuánto generará?
Prefiero no adelantarme a medidas tan puntuales porque son parte del paquete global. Pero lo que sí creo es que, por un lado, con el tiempo sería sano que algunos impuestos distorsionantes se vayan corrigiendo, pero que en la complicada situación fiscal no tendría demasiado sentido eliminar y no tener una alternativa que lo compense. Por lo tanto las medidas, que reduzcan tributos deberían estar acompañadas de otras medidas que compensen en términos fiscales a los ingresos. El Ecuador tiene un monto alto del gasto tributario que es la plata que el fisco deja de percibir porque hay exenciones para ciertos sectores, exoneraciones particulares.
El gasto tributario suma USD 5 000 millones, ¿cuál sería una cifra óptima en su administración?
No quiero entrar en cifras ni dar detalles aún. Pero, por dar un ejemplo, una parte de esos USD 5 000 millones vienen de bienes que están exentos del IVA, como los de la canasta familiar. El arroz, las frutas, la electricidad tienen un IVA del 0%. Uno podría decir ‘mejoremos el tema de gasto tributario, quitando eso’. Pero uno entiende que en estas circunstancias, poner IVA a bienes de primera necesidad no sería adecuado. Entonces, no todo el gasto tributario puede tocarse. Hay que revisar mucho y a detalle porque hay temas que afectan demasiado a los sectores más pobres. No se trata de tomar decisiones a la ligera.
¿Cómo se define políticamente?
Como un hombre pragmático y abierto a escuchar opiniones distintas, pero creo en una política económica seria y sostenible. No me gusta el populismo.
Hoja de vida
Simón Cueva Armijos es economista. Fue representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Bolivia (1999-2006), director de Estudios del Banco Central del Ecuador (1995- 1999) y consultor nacional e internacional para instituciones como el Banco Mundial y otras. Ha sido catedrático.