El miedo y la incertidumbre de los habitantes del pequeño poblado de San Carlos, de la parroquia Gonzalo Díaz de Pineda, en el cantón de El Chaco, en Napo, se nota a simple vista. La erosión regresiva del río Coca los amenaza desde hace cuatro años, pero este 2024 ya tocó su puerta y es más inminente el peligro.
Más noticias
La erosión de río Coca llega a San Carlos
San Carlos es el segundo poblado que está en riesgo por el avance de la erosión del río Coca. Unos kilómetros aguas abajo está San Luis, un caserío de 40 familias que ya está al filo del abismo.
Un día trágico para todos los pobladores de la zona fue el 16 de junio pasado. Las intensas lluvias de esa jornada provocaron una inusual crecida del río Coca, llegando a 3 354 metros por segundo, ocho veces más alta que el promedio de días previos.
“El río estaba bien bravo. Yo no lo había visto tan alto desde hace años”, recordó Paulina Duque, una moradora de la zona.
Más del tema
Según el reporte de la Comisión Ejecutora Río Coca, de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec), que monitorea el fenómeno natural, esa crecida fue la segunda más alta de los últimos tres años.
Las lluvias y la fuerza del río reactivaron la erosión regresiva del río Coca y sus afluentes. El fenómeno natural avanzó más de un kilómetro desde el 16 de junio hasta este 5 de julio de 2024. Pasó del kilómetro 7,3 al 6,1, en dirección a las obras de captación de la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair.
Una zona de grandes deslizamientos y tragedias
En las últimas tres semanas no han cesado los grandes deslizamientos de tierra, piedras y vegetación en todo el sector, especialmente en la margen izquierda del afluente, en donde se encuentra el poblado de San Carlos.
Solo el 16 de junio se perdieron varias hectáreas de terreno. En uno de los deslaves desaparecieron Luis Farinango, de 53 años, y su hijo, de 11 años. Sus cuerpos aún no han sido recuperados.
Ellos salieron a cuidar su ganado que se encontraba pastando en unos terrenos cerca de las orillas del río Coca. Al tratar de mover sus animales se registró un gran deslizamiento de tierra y las dos personas desaparecieron en el talud.
Ese día también colapsó un puente peatonal, que conectaba el poblado de San Carlos con las fincas del Alto Coca, en la margen derecha del afluente. A las 08:00 del 16 de junio, la noticia de la caída del puente se regó por todo el poblado.
Más del tema
Los vecinos recuerdan que se acercaron para ver si era verdad la destrucción de la infraestructura y la tierra se iba agrietando y desapareciendo ante su mirada. “Todos salimos corriendo. El río se llevaba todo y no paraba”, recuerda Paulina, que se ha convertido en una de las líderes del poblado.
Pobladores incomunicados
Más de 300 familias de San Carlos, San Luis y otros poblados cercanos quedaron incomunicadas y no pueden ir a cuidar sus plantaciones de naranjillas, tomate, ganado, producción lechera y más. La única opción es hacer una caminata de más de tres horas para cruzar el río Coca por las obras de captación de la central, en el sector del Salado. Previamente, deben solicitar un salvoconducto.
Pese al riesgo que corren, las 26 familias que viven en San Carlos dicen que permanecerán en el lugar. Ellos aseguran que no tienen otro sitio a donde ir. “Aquí tenemos de todo. Hay familias que tienen sus casitas, sus negocios, su trabajo, aunque sea una inversión pequeña, pero es su inversión”, dice Paulina.
Ella vive en el lugar hace 16 años. Junto a su esposo instaló un restaurante junto a la vía E45, que conecta las provincias de Napo y Sucumbíos. Antes del 2020, este lugar era muy rentable, señala Paulina. “Había mucho turismo. Venían a ver las cascadas, hacer deportes extremos, los fines de semana teníamos, al menos, 100 comensales”, dice.
Erosión y pandemia
Pero, la pandemia del covid-19 y la erosión del río Coca cambiaron todo. Actualmente, solo atienden a los trabajadores de las diferentes empresas que brindan mantenimiento a la infraestructura petrolera, vial y eléctrica, que hay en la zona.
La mayoría de los pobladores de San Carlos trabajan de alguna manera para esas compañías. Muchos son empleados directos de las empresas y otros brindan servicios como alimentación o lavandería a los obreros. El empleo también es lo que les mantiene en la zona, pese al peligro, que representa.
La erosión del río Coca se registra desde febrero de 2020, tras la desaparición de la cascada San Rafael, en el límite provincial de Napo y Sucumbíos, a unos 13 kilómetros de distancia de San Carlos. “Cuando empezó el fenómeno natural nunca pensamos que el socavón iba a llegar a nuestro poblado”, señala Paulina.
Más del tema
La erosión del río Coca no es la única amenaza que tiene San Carlos. Este poblado también está ubicado al pie del Reventador, uno de los volcanes más activos del Ecuador. Pero, los estruendos y tremores que produce el coloso no les asusta, su temor constante es al avance de la erosión del río Coca, finaliza Paulina.
Las autoridades declararon toda la zona en riesgo, esto les imposibilita hacer inversiones, ya que todo se puede ir en el agua. Los pobladores piden ser reubicados, no quieren que les regalen casas, solo piden un terreno donde ubicarse, afirman. Sin embargo, las autoridades locales y del Gobierno no han tomado una decisión sobre una posible reubicación de los pobladores afectados.