Roque Sevilla: “Hay señales claras de un cambio, pero se necesita tiempo para restablecer la confianza en el sector privado”. Vicente Costales / EL COMERCIO
Roque Sevilla es economista y ambientalista. Fue alcalde de la capital y concejal del Distrito Metropolitano de Quito entre 1999 y el 2000. En 1972 creó Fundación Natura. Fue miembro de la Iniciativa para conservar el crudo bajo tierra llamada Yasuní-ITT. Es Presidente del Grupo Futuro, que reúne a varias empresas de los sectores turismo, seguros, energía y agricultura de alta tecnología.
El Gobierno esperaba que la inversión privada y la generación de empleo de las empresas se reactivaran en el 2018, pero van a un ritmo más lento de lo esperado. ¿Por qué?
La década anterior muchas iniciativas quedaron sobre el escritorio porque no hubo las condiciones para desarrollar los proyectos, ya que el Gobierno no era abierto al sector productivo. Los empresarios decían: “con ese Gobierno ni hablar”.
En la nueva administración, las cosas comienzan a cambiar y los empresarios deciden sacar del cajón los proyectos. Pero eso implica una serie de pasos: volver a realizar un estudio de mercado para ver si el producto o servicio aún funciona, hacer acercamiento con proveedores potenciales o inversionistas, traer capitales del exterior. Cuando la economía ha estado tan bloqueada, toma tiempo ponerla otra vez en marcha y darle la fuerza necesaria.
¿Cuánto puede tardar?
La expectativa de que hoy tomo una decisión de cambio como Gobierno y al día siguiente van a llegar las inversiones es muy difícil de cumplir. Las cosas no funcionan así.
Los resultados de la apertura a la inversión se van a ir viendo, sin duda, de forma más lenta a lo esperado. Yo calculo que la preparación de los proyectos puede tomar un año, y pasado ese período, en el 2020, veremos crecer la demanda de mano de obra. Si el Gobierno mantiene una política estable vamos a ver fluir la inversión; no de golpe, sino de forma progresiva y sostenida.
El Gobierno esperaba que la Ley de Fomento, aprobada en agosto y que plantea generosos incentivos para nuevas inversiones, acelere ese proceso, ¿Por qué no ha sido así?
Hay desconfianza. Las cifras de la economía ecuatoriana no son buenas: el riesgo país es muy alto, la situación fiscal es endeble y el pasivo (la deuda) es muy grande.
Pero los empresarios que ya llevamos 40 años o más en esto estamos acostumbrados a esos altos y bajos. Y sabemos que mientras más estables sean las políticas será mucho más fácil manejar esos escenarios. Por tanto, Ecuador tiene posibilidades de crecimiento si el Gobierno fija y mantiene políticas de Estado de largo plazo.
El Régimen ha dado señales claras de querer sostener algunas medidas, como la apertura comercial, lo cual es fundamental, pero se necesita un tiempo para que se restablezca la confianza y eso va más allá de que una empresa reciba un descuento o incentivo.
¿Cómo evalúa el compromiso de la empresa privada con el giro planteado, sobre todo considerando que algunos sectores se resisten a perder subsidios estatales?
Yo no soy partidario de los subsidios, a menos que sean para los sectores más necesitados. Sin embargo, hay que entender que al estar dolarizados, no podemos devaluar y eso nos resta competitividad con nuestros vecinos y dificulta nuestras exportaciones. Si una empresa no puede sobrevivir sin subvenciones estatales no debería existir.
¿Cómo cambiar esa visión rentista de algunos empresarios?
No se puede generalizar y decir que las empresas del país son rentistas. Hay que diferenciar entre los empresarios que vemos oportunidades y no esperamos nada para invertir y otros que si no tienen hiperbeneficios no hacen negocio.
Yo estoy inmerso en sectores que no tienen beneficios especiales como el turismo. Creo que en el Ecuador se deben dar facilidades y no subsidios a las empresas. Es una gran idea del Gobierno, por ejemplo, la devolución inmediata del IVA. Actualmente, los exportadores deben esperar seis meses por esos recursos.
¿Qué otros factores pueden estar frenando las inversiones?
La banca está preocupada por la desaceleración de los depósitos. La consecuencia es que el crédito se frena, sea con políticas más exigentes o con un alza de la tasa de interés. Yo puedo ser un empresario muy creativo, pero requiero acceder a financiamiento, que ahora está más caro y escaso.
¿De qué modo la reforma a la Ley de Fomento 2, que alista el Gobierno, puede abonar en que la empresa privada se convierta en el motor de la economía?
Sin duda ayudará. La Ley de Fomento 2 busca impulsar el emprendimiento y la competitividad. Pero lo que yo propongo es más bien irnos por impulsar las ventajas comparativas; es decir, la situación privilegiada en la que se sitúa el Ecuador. Eso hace que en el país se produzcan las mejores rosas del mundo, el banano y camarón de mejor calidad.
¿Qué podría generar más confianza para que los proyectos de inversión se concreten más pronto?
Creo que el Gobierno tiene que dar orientación de hacia dónde vamos, qué cosas vamos a favorecer a futuro. Impulsar el emprendimiento es positivo, pero es apenas un pedazo pequeño de la economía.
El pedazo grande es la agricultura de gran tecnología y en eso hay que invertir. Se ha hablado de generar astilleros, que requieren de acero que el país no tiene. ¿Qué ventaja comparativa tenemos ahí? La respuesta es: ninguna.
El país tiene un gran exceso de energía eléctrica desaprovechada, por ejemplo, a través de una política de migración hacia autos eléctricos y más eficientes y así reducir el costo de los subsidios a los derivados.