Se pensaba que el modelo neoliberal chileno estaba en camino de extinción. Se pensaba que, tras las grandes movilizaciones que comenzaron el 18 de octubre de 2019, se iba a modificar todo lo que ha sido el Chile ideado por el dictador Augusto Pinochet.
Y eso aún es posible que ocurra. Pero si el modelo está en crisis, la alternativa tampoco está dando, por el momento, grandes pasos en el sentido contrario. La Convención Constituyente, dominada por independientes de izquierda, ha logrado apenas elaborar el reglamento al cabo de tres meses de funcionamiento.
La derecha, defensora del statu quo, es casi una figura decorativa en la Convención: de los 155 votos, solo tiene 37; y estos han reconocido que no tienen mucho que hacer y su argumento es que la izquierda hace precisamente lo que tanto reclamaba antes: no escuchar, no dialogar en verdad.
Mientras la Constituyente avanza, Chile está pensando en la elección presidencial del 21 de noviembre. Quien la gane, muy probablemente deberá gobernar según la nueva Carta Magna. Pero, ¿qué pasaría si el próximo Presidente es de derecha y, más aún, de ultraderecha, alguien que votó ‘Sí’ en el plebiscito de 1988 para que Pinochet siguiera en el poder y es amigo de Jair Bolsonaro?
Las encuestas recientes han dado la ventaja a José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano, por sobre Gabriel Boric, el joven diputado de izquierda y parte de la generación de las protestas universitarias de 2011.
¿Se puede pensar en este giro ideológico en el país? “Esto mostraría lo neurótica que es la sociedad chilena”, dice el periodista Andrés González.
En este rally electoral que ha vivido Chile, el 26 de abril de 2020 el 72% votó por el ‘Apruebo’, para cambiar la Constitución heredada de la dictadura. En la elección de los constituyentes, el 15 y 16 de mayo pasado, la izquierda llegó a tener casi el 60% de los votos. En las regionales, el panorama fue parecido.
Y ahora, de pronto, como un fantasma que no aparecía en ningún pronóstico, Kast se sitúa en primer lugar. Y desplaza a Sebastián Sichel el hombre por el que había apostado la derecha ante la vorágine de izquierda.
Hay un elemento que despierta las dudas: las encuestas en Chile ya han fracasado. En las primarias: ninguna consultora dio el triunfo a Boric ni a Sichel.
Kast corrió en solitario y, pese a las dudas, su crecimiento en las encuestas es abrumador. Y lo explica que supo llevar adelante una campaña que llena las expectativas de los sectores altos, medios y también populares (no hay que olvidarse que entre los de menos ingresos hubo muchos entusiastas de Pinochet y apoyaron el golpe de Estado contra Salvador Allende, en 1973). Se maneja bien en los debates y se ofrece como un presidente del “orden”.
En los sectores medios, incluso los que votaron por el ‘Apruebo’, se revela cierto hartazgo ante las continuas protestas y la violencia que suele acompañarlas al caer la noche. Hacia estos se dirigió Kast.
Otro de sus elementos es su discurso antimigratorio, pues Chile ha sido un país que acogió una buena cantidad de venezolanos y haitianos. Pero con la pandemia y el estallido social, el desempleo superó el 10%. Ahora ha bajado al 8%, cuando antes era del 3 o 4%. Y con ello, crecía la xenofobia.
“A Kast no le avergüenza ser él”, dice González. De hecho, su eslogan de campaña es “Atrévete”, es decir atrévete a ser de ultraderecha. Para él es un absurdo lo que ha significado Sichel: el moverse al centro, ser menos radicales, para no perder tanto apoyo. Muchos de la derecha, incluso, pensaban que era mejor ir con la tercera en discordia, la demócrata cristiana Yasna Provoste, como un mal menor. Pero a la luz de los datos, ya todos se enfilan con Kast.
¿Qué pasó con la izquierda y por qué la caída de Boric? Por una parte está el desprestigio de la izquierda en la Constituyente. Algunos de sus representantes dan material para la burla: van disfrazados y hasta han llegado al extremo de proponer en diálogos informales el cambio del himno o la bandera. Contra eso y del recurso discursivo anticomunista se ha valido también Kast.
Además, Boric no ha logrado ser una figura apreciada por toda la izquierda. Algunos lo ven muy moderado. Se le cuestiona, por ejemplo, haber apoyado la ley antisaqueos y firmar el acuerdo ‘Por la Paz Social y la Nueva Constitución’ del 15 de noviembre de 2019 para poner fin a las protestas.
Es errático en los debates y las cifras que da son equivocadas, a tal punto que le dicen “el cifras”. Para colmo, esta semana entró en cuarentena por tener covid-19.
El escenario es el de un país polarizado. Lo más probable es que haya una segunda vuelta, el 19 de diciembre. Los pronósticos dicen que ese día Boric ganaría, aunque cada semana la distancia se acorta. Los datos duros -las elecciones previas- dicen que el país se inclina a la izquierda. Habrá que esperar al 21 de noviembre, día de la primera vuelta.