Rodolfo Hernández, como en las carreras de caballos, vino de atrás hacia adelante en una campaña atípica que concentró en redes sociales. Solo en los últimos días visitó algunas regiones y ciudades, con pocas apariciones en plaza pública y se marginó de los debates.
Pero la estrategia le funcionó. ¿Le funcionará de aquí en adelante? Difícil saberlo. Mientras pasa la euforia de este sorpresivo triunfo, Hernández tiene un problema por resolver antes de la segunda vuelta.
La Fiscalía acaba de acusar formalmente al exalcalde de Bucaramanga, a cinco de sus exfuncionarios y a un contratista por presuntas irregularidades en la celebración de un contrato de consultoría relacionado con el manejo de basuras en el relleno sanitario de El Carrasco. Ante un juez de Bucaramanga, está en etapa preparatoria el juicio contra Hernández, quien ha insistido en su inocencia y ha dicho que demostrará que no cometió ningún delito.
El punto es que el exalcalde, quien ha sustentado su candidatura en la lucha contra los corruptos, tendrá que esforzarse al máximo para bajarle la temperatura al asunto.
En materia de mecánica electoral, Rodolfo tendrá que empezar primero por definir una verdadera estructura política o de partido para enfrentar al Pacto Histórico. Él no cuenta con un movimiento político ni con congresistas que respalden su aspiración, con el agravante de que ha sido displicente con la clase política y desde un principio se negó a hacer alianzas.
Rodolfo en la campaña fue crítico y atacó fuertemente al uribismo y al presidente Iván Duque, y en ningún momento abrió siquiera una rendija para que políticos se sumaran a su campaña. Incluso, ayer, en sus primeras declaraciones, sus palabras no fueron precisamente para tender puentes.
Hasta ahora, el discurso de Hernández ha sido bastante básico, aunque de alguna manera genuino o auténtico, recriminando a los corruptos, diciendo que les va a quitar la chequera, y una serie de frases que atraen electores, que, como diría él, “emocionan”.
Otro punto a favor es que durante casi toda la campaña el ingeniero se convirtió en lo que él mismo llamó ‘el bizcocho’ más apetecido, dando a entender que desde diferentes orillas políticas le estaba coqueteando.