Son las 13:15 del 19 de febrero y suena el celular de un militante del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La alerta es de un mensaje de texto enviado desde un número no identificado para advertir que grupos de oposición se están congregando frente al Palacio de Justicia, donde supuestamente se haría la audiencia de presentación del dirigente opositor Leopoldo López esa tarde.
El mensaje se repite en los teléfonos de otros miembros del grupo que recorren el centro de Caracas. Pasados unos minutos se multiplican los simpatizantes del oficialismo que acuden a un concierto en la plaza Diego Ibarra, a pocos metros del Palacio de Justicia.
Los grupos de oposición y oficialismo chocan en la zona, hay golpes y varios opositores son repelidos del lugar. La organización oficialista funciona y mantiene el control del sector.
Unas cuadras hacia el norte, coordinadores de movimientos sociales de todo tipo, desde colectivos hasta organizaciones sexodiverso, se reúnen en el salón Francisco de Miranda de la Asamblea Nacional para discutir la coyuntura del país. A varios de los más de 80 dirigentes les llega la misma información.
El partido oficialista y sus organizaciones aliadas cuentan con sistemas de inteligencia y comunicaciones para reconocer y enfrentar protestas de la oposición. También, tienen grupos de choque, que ellos llaman “de respuesta”.
Utilizan el mismo recurso humano que se activa en las jornadas electorales: m iembros de las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), que son el sustrato base del PSUV, se convierten en tiempos de conflicto en la “defensa de la revolución“. Así fue revelado en Carabobo.
El polémico llamado que hizo el gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach, vía Twitter el lunes pasado dejaba claro cuáles eran las organizaciones que deberían responder a las protestas en esa región: “UBCH a prepararse para el contraataque fulminante. Diosdado dará la orden #GringosYFascistasRespeten”.
También, dejaba claro quien está al frente de la situación. Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, es el conductor y vocero nacional de las UBCH. A finales del año pasado se reunió con estos grupos en casi todo el país para afinar la estrategia electoral. Según ha dicho en ruedas de prensa del partido, están estructurados de una forma que permite movilizar a más de 300 000 militantes de una región con solo hacer cinco llamadas telefónicas.
Estas células están preparadas para recabar información sobre las manifestaciones de cualquier sector político, a la vez que tienen puentes de contacto con las fuerzas policiales y militares, y capacidad para informar a su militancia y hacerla actuar ante situaciones comprometidas de calle.
Esto se repite en todo el país. Voceros políticos y ciudadanos de Valencia han denunciado que miembros de las UBCH participaron en los ataques a la protesta en la que fue asesinada la modelo Génesis Carmona el 18 de febrero, en la avenida Cedeño, en el centro de la ciudad, y ocho personas fueron heridas por disparos.
Críticas de EE.UU. y convocatoria a Unasur
El canciller venezolano, Elías Jaua, en gira por Suramérica, pidió ayer apoyo para el gobierno de Nicolás Maduro frente a “grupos violentos que intentan derrocarlo”. Mientras tanto, el Parlamento y la Comisión Europea y el Departamento de Estado de EE.UU. reclamaron respeto a los derechos humanos en Venezuela.
Jaua, quien empezó su gira el miércoles en Bolivia y Paraguay, tuvo ayer una apretada agenda con visitas a Argentina, Uruguay y Brasil, tres países con gobiernos que han expresado apoyo a Maduro ante las protestas. Jaua afirmó que cuenta con el apoyo de la presidenta argentina Cristina Fernández para convocar a una reunión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) para discutir “la agresión y la amenaza latente a la democracia venezolana”.
El exmandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva dijo ayer que Maduro “es un hombre muy bien intencionado” y quiere “lo mejor” para su país.