Hospitales y funerarias al límite en Portugal, por el coronavirus

El colapso en las funerarias de Portugal, debido al elevado número de fallecidos por covid-19, alcanza también a los crematorios en zonas como Lisboa, donde los sepelios acumulan retrasos de entre 3 y 7 días. Foto: EFE

El colapso en las funerarias de Portugal, debido al elevado número de fallecidos por covid-19, alcanza también a los crematorios en zonas como Lisboa, donde los sepelios acumulan retrasos de entre 3 y 7 días. Foto: EFE

El colapso en las funerarias de Portugal, debido al elevado número de fallecidos por covid-19, alcanza también a los crematorios en zonas como Lisboa, donde los sepelios acumulan retrasos de entre 3 y 7 días. Foto: EFE

Portugal registra el lunes 1 de febrero del 2021 las cifras desbocadas por el impacto de la pandemia, 275 muertos y casi 7 000 ingresos en centros sanitarios, y mantiene blindada su frontera mientras hospitales y funerarias del país están al límite.

La ausencia de incidentes significativos marcó la primera jornada laboral en los controles instalados en la frontera con España, donde se han habilitado 13 pasos por los que se permite el tránsito de trabajadores transfronterizos, mercancías y ciudadanos autorizados.

En los hospitales del país se mantiene la alerta porque los ingresos desbordan su capacidad, aunque hoy por primera vez en semanas se registró una leve caída en los contagios diarios, 5 805.

El colapso alcanza también a los crematorios en zonas como Lisboa, donde los funerales acumulan retrasos de entre 3 y 7 días y las autoridades sanitarias piden a los hospitales y funerarias que aumenten la capacidad de sus morgues.

Esperas de una semana para incinerar

Las trágicas cifras de enero, 5 576 muertos por covid-19, una media de 180 diarios, ha desbordado los servicios funerarios.

"Tenemos zonas con aumentos del 80% y otras del 40%. Depende de la dimensión de la ciudad y la presión de la pandemia", señala a Efe Paulo Carreira, director general de negocio de Servilusa, una de las principales funerarias del país.

También, continúa, han aumentado los tiempos de espera: están realizando los funerales entre 3 y 7 días después de la muerte. Lo peor se está viviendo en la capital: "En los 12 crematorios de la región de Lisboa hay una espera media de 7 días", relata Carreira. 

La funeraria ha reforzado su flota de cámaras frigoríficas y de las 49 que tenían antes de la pandemia ha pasado a casi un centenar, mientras que han aumentado un 10% su personal.

"Tengo siempre una bolsa de personal eventual en exclusivo, pero este mes no están llegando. Tuvimos que contratar más y estoy viendo la posibilidad de contratar personas que se jubilaron el año pasado", explica.

El zarpazo del covid llega también al interior y a las zonas rurales. En la fronteriza Vilar Formoso, el enterrador José Palos se disponía a abrir el 1 de febrero la sepultura para una víctima de la pandemia.

Enero ha sido un mes difícil para esta villa de la región Centro portuguesa. El covid se coló en la residencia de adultos mayores de la localidad, contagió a trabajadores y residentes y dejó ocho muertos.

La última víctima de la zona, una mujer de 41 años que falleció ayer domingo en su casa.

Vacunación lenta y entre polémica

Mientras la pandemia avanza, Portugal sigue con su plan de vacunación, pero sin prisas: es uno de los países de la UE con el porcentaje de primeras dosis más bajos, según datos del 1 de febrero del 2021 del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades.

Después de empezar con residencias y sanitarios en primera línea, este lunes se comenzó a vacunar también a otros grupos prioritarios, entre los que están los titulares de órganos de soberanía, una decisión que no ha suscitado consenso en el país, donde algunos diputados incluso se han negado a recibir ya su dosis.

La vacunación también ha dejado otros casos polémicos, como el conocido este lunes en Famalico, donde el administrador de un hospital decidió vacunar a su mujer e hija, a trabajadores que ejercen funciones de conductor y portero y a familiares de otros empleados.

Este caso se suma a otros conocidos los últimos días, como los 126 funcionarios de la Seguridad Social de Setúbal que se vacunaron cuando no tenían prioridad o la decisión de la delegación norte del Instituto Nacional de Emergencias Médicas (INEM) de utilizar 11 dosis que sobraban en los trabajadores de una pastelería cercana.

Para evitar este tipo de problemas, el Gobierno ha pedido que cada institución elabore una lista de suplentes con prioridad para recibir dosis que sobren en situaciones de imprevisto.

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