Los republicanos estadounidenses anticipaban en las elecciones de medio mandato una gran “ola roja” que les devolvería el poder en el Congreso, pero los resultados desinflaron las expectativas y pusieron en entredicho tanto su fortaleza como la del expresidente Donald Trump, quien se mostró durante la campaña como la punta de lanza de la presunta victoria.
La victoria de Catherine Cortez Masto en el estado de Nevada echó abajo cualquier posibilidad republicana para controlar el Senado. Con el triunfo de la política de origen latino, los demócratas se aseguraron 50 escaños en el Senado (la mitad), los que sumados al voto dirimente de la vicepresienta Kamala Harris, garantizan al gobierno de Joe Biden la toma de decisiones.
En tanto que hasta el 14 de noviembre, si bien la oposición iba adelante con 212 congresistas en la Cámara Baja, frente a 204 demócratas, aún no alcanzaba los 218 puestos necesarios para controlar ese espacio.
Mucho ruido y pocas nueces
Esta situación ha puesto en entredicho las opciones de Trump para ganar la nominación presidencial entre los republicanos. Una situación que el exmandatario daba por descontado antes del “descalabro” electoral.
Y es que como recordaba la cadena BBC el fin de semana, Donald Trump construyó su carrera política en Estados Unidos proyectando un aura de ganador nato. “Sigo quejándome hasta que gano”, dijo luego de anunciar su precandidatura presidencial por el Partido Republicano en 2015.
“Vamos a ganar tanto que te vas a hartar de ganar”, prometió en 2016, el año de su gran triunfo electoral que lo llevó a la Casa Blanca contra muchos pronósticos. Y, pese a haber perdido su reelección en 2020, Trump procuró mantener una imagen de invencible ante sus seguidores: se niega hasta hoy a aceptar ese resultado e insiste de forma falsa que él ganó.
Pero las elecciones de mitad de período celebradas la semana anterior para decidir el control del Congreso y varios gobernadores estatales arrojaron nuevas dudas, quizás definitivas, sobre la capacidad triunfadora de Trump.
Si bien ninguna papeleta incluía su nombre, Trump respaldó a diferentes candidatos y se colocó a sí mismo como protagonista de los comicios, al sugerir que anunciaría su nueva postulación presidencial para 2024 una semana después de lo que anticipaba como una gran ola de victorias republicanas.
Sin embargo, ahora que esa “marea roja” brilla por su ausencia y aún es incierto qué partido controlará el Congreso, algunos expertos creen que a Trump pudo haberle salido el tiro por la culata. “Esto debilita su posición e influencia en el Partido Republicano”, le dice a BBC Mundo Alan Abramowitz, un politólogo de la Universidad Emory que ha escrito libros sobre elecciones en EE.UU.
Apoyo insuficiente
Por un lado, mientras varios republicanos respaldados por Trump triunfaron, otros sufrieron duras derrotas.
Entre los primeros se destaca J.D Vance, el escritor superventas otrora crítico de Trump que fue electo senador por Ohio tras el apoyo que recibió del expresidente en un estado donde ganó con amplitud en las últimas dos elecciones.
Entre los perdedores está Mehmet Oz, un médico televisivo respaldado por Trump y derrotado en su carrera al Senado por el demócrata John Fetterman, quien logró arrebatar un valioso asiento republicano en la Cámara Alta por Pensilvania pese a haber sufrido un derrame cerebral en la campaña.
En ese mismo estado, el demócrata Josh Shapiro derrotó a Doug Mastriano, un negacionista de los resultados electorales de 2020 que también fue apoyado por el expresidente. En cambio, al menos 95 negacionistas republicanos fueron electos el martes para cargos de representantes, senadores o gobernadores, mientras 28 fueron derrotados, según un análisis de la BBC. Pese a ello, Trump ha tomado los resultados con “filosofía”, al calificarlos de triunfo.
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