Colombia bordea, a estas alturas, los 200 000 casos de chikunguña, y aquellos municipios en donde la fase aguda de este mal se consolidó enfrentan un problema significativo: los dolores articulares incapacitantes.
El problema, señalan especialistas, es que los afectados por estas secuelas siguen recibiendo el mismo tratamiento recomendado cuando se diagnostica la enfermedad –manejo con acetaminofén–, aunque podrían requerir otros medicamentos.
Un reciente estudio publicado en la revista ‘Seminars in Arthritis and Rheumatism’ encontró que después de contraer el virus, en la fase aguda o en los primeros días, entre el 88 y el 100 por ciento de las personas presentan algún compromiso articular.
Se calcula que al pasar la fase aguda, hasta el 30 por ciento de ellas pueden permanecer con dolor articular, que pasa y reaparece de manera esporádica. Y entre tres y cinco años después de la infección, entre el 10 y el 12 por ciento puede quedar con secuelas.
Para el reumatólogo Rafael Valle, director científico de Salud Reinun y jefe de la unidad de reumatología del Hospital Militar en Bogotá, esto plantea otro problema de salud pública, si se tiene en cuenta que las proyecciones del Ministerio de Salud en la primera fase (de ataque del virus) indican que entre 900 000 y un millón de personas se verían afectadas en el país.
Es decir, la enfermedad dejaría, siendo conservadores, a 90.000 personas con problemas articulares que el sistema de salud tendría que atender.
Según Carlo Vinicio Caballero, reumatólogo de la Universidad del Norte, desde hace mucho tiempo se conoce que los virus producen dolores articulares, pero generalmente duran entre cuatro y seis semanas sin dejar ninguna secuela.
Sin embargo, con el chikunguña se ha observado que el dolor articular se prolonga, además de producirse inflamación. Al respecto hay varias hipótesis.
De un lado, los investigadores creen que al pasar la fase aguda, el virus puede dejar partículas en el cuerpo, lo que activa factores de inflamación que pueden comprometer cualquier tipo de articulación.
“Otra teoría es que pueden quedar reservorios del virus que tienen gran afinidad con las articulaciones, causando más síntomas”, señaló Caballero.
Según Carlo Vinicio Caballero, reumatólogo de la de la Universidad Nacional, señala que se ha notado una importante reactivación de los casos de artritis reumatoidea y lupus eritematoso sistémico (LES) en afectados por el chikunguña.
“También he visto que en algunos casos parece que el virus induce la producción de una enfermedad reumática nueva, y eso hay que investigarlo más”, aseguró Iglesias.
Juan Martín Gutiérrez, reumatólogo del Hospital San Ignacio de la Universidad Javeriana, advirtió que los factores predisponentes para tener síntomas articulares persistentes después de la infección son, entre otros, la severidad del cuadro de inicio y una mayor edad.
César Cortés, médico general y de urgencias, dice que cuando una persona regresa al hospital, después de un diagnóstico de chikunguña, con síntomas articulares, en ocasiones significa que pasó a una fase de artropatía, para la cual no hay un protocolo por seguir.
Según Valle, pasada la fase aguda, los dolores articulares requieren analgésicos, antinflamatorios y hasta esteroides o medicamentos para la artritis, como la cloroquina y el metotrexato. En ciertos casos se podrían necesitar medicamentos biológicos. Valle cree que manejar a 90 000 pacientes con 150 reumatólogos en todo el país será imposible.
Un estudio publicado por la ‘Revista Colombiana de Reumatología‘ calculó que los costos de un paciente con artritis reumatoidea –que más o menos homologaría a las personas que llegan a la fase crónica del chikunguña– bordean los 1.000 dólares al mes.
De acuerdo con los especialistas, no todos los pacientes llegan a dicho extremo, pero requieren medicamentos de la primera línea del manejo de la artritis.
Para establecer cuánto podría costarle al país el manejo de las secuelas, se puede recurrir a proyecciones. Si, por ejemplo, dos de cada cinco afectados (de 90 000) son trabajadores activos, habría 36.000 con problemas articulares.
Si se tiene en cuenta que la incapacidad promedio por la fase aguda y las recaídas es de mínimo dos meses por persona, y como base se toman el salario mínimo y los ajustes por prestaciones, resultaría que el costo de las incapacidades sería de unos 58 000 millones de pesos.
Además, están los daños sociales que se miden en años de vida saludable perdidos. Un estudio publicado en el ‘Journal of Vector Borne Diseases’ mostró que, frente a los costos sociales, en India se perdieron durante un año de afectación por esta enfermedad, 26.000 años de vida saludable.
Jaime Arias, presidente de Acemi, manifestó su preocupación porque si ya hay un aumento de costos en fase aguda, sin contar las incapacidades, es un hecho que en el mediano plazo tendrán que enfrentar los costos de la reincidencia de los problemas articulares.
“Las remisiones a los especialistas y a los equipos de rehabilitación se convierten en una nueva carga financiera para el sistema”, dijo Arias.
Olga Lucía Zuluaga, presidenta de Acesi (hospitales públicos), sostuvo que el sistema ya colapsó en el primer nivel de atención, con la fase aguda, y le preocupa que ahora tengan que enfrentarse a la problemática sin especialistas ni protocolos adecuados.
‘La gente no ha dejado de viajar’
Germán Guerrero, secretario de Salud de Cundinamarca, donde están los principales municipios de veraneo de la capital de país, cuenta que tienen 11.000 casos de la enfermedad más un subregistro del 10%.
¿Dónde se ha complicado la situación?
En Girardot hay 150.000 habitantes; la enfermedad ya les ha dado a 7.000 personas. Llevamos cinco semanas de pico, esperamos que dure dos semanas más y comience a descender, de manera que en Semana Santa baje. El último municipio afectado fue Villeta, y a La Mesa está por llegar.
¿Cómo está la atención?
Los pacientes que ya fueron diagnosticados con chikunguña vuelven a urgencias, inundando los servicios de atención; los médicos les dan acetaminofén y los mandan para la casa otra vez. La población piensa que la enfermedad repite, pero lo que se necesita es una directriz del Gobierno para el manejo crónico del paciente.
¿Dejó de viajar la gente por miedo al chikunguña?
Pensamos que en diciembre iba a haber un descenso de las visitas en Cundinamarca, y no; por el contrario, se triplicaron. De hecho, en Villeta acaban de pasar las fiestas de la panela y estuvieron llenas de turistas.
‘Es un mal que no se va del cuerpo’
En plenas fiestas navideñas, Blanca Nery Hernández, de 68 años, se asustó cuando al despertar un día casi no logra levantarse.
Le dolían las rodillas, los talones, los brazos, estaba prendida en fiebre y caminaba medio agachada.
Las características de sus dolencias la llevaron a consultar al médico, pues en Honda (Tolima), el pueblo donde vive, la enfermedad era famosa porque ya le había dado a la mitad de sus vecinos.
Pensó que tras cinco días con acetaminofén su vida volvería a ser la misma, pero no fue así.
“Siento como si ese mal nos fuera acompañar por siempre. Cuando creemos que estamos bien nos vuelve a atacar el dolor.
Ahora además me duelen las caderas”, dice Blanca Nery.
Hoy, tres meses después, ante las intermitentes molestias, su casa fue readaptada para las necesidades de los dolores: pusieron barandas en diferentes puntos, principalmente en los baños y en el garaje, con el fin de ayudarla a sostenerse.
Además empezó a tomar, por cuenta propia, medicina natural contra la artritis para aliviar el dolor.
Hernández reconoce que en el municipio no se habla de otra cosa y asegura que ve a la gente más delgada y que muchos dejaron de trabajar.
En Cúcuta temen un rebrote de la enfermedad
Aunque las cifras oficiales de las últimas semanas indican que los casos de contagio del chikunguña vienen bajando considerablemente en Cúcuta, las autoridades de salud de la capital nortesantandereana mantienen la alerta ante un posible rebrote de la enfermedad.
El temor surge a raíz de las recientes lluvias, por lo que pululan criaderos del mosquito vector transmisor del virus.
Según la secretaria de Salud municipal, Deisy Machucca Albarracín, la ciudad pasó de registrar 3 700 casos semanales en su momento más crítico, a final de 2014, a reportar menos de 1.000 casos las últimas semanas en este 2015.
“En el momento en que empieza a llover, los huevos del ‘Aedes aegypti’ que se alojaron en cualquier recipiente, incluso estando seco durante un tiempo, pueden empezar el ciclo de vida.
Frente a esa posibilidad, la Secretaría está preparada y todo está listo: el personal, las máquinas y el plan de choque”, explicó Machucca.
La funcionaria agregó que también se ha mitigado el colapso que presentaban las urgencias de los centros hospitalarios, por el aumento en el número de pacientes que acudieron a esos sitios en busca de atención médica, especialmente por los fuertes síntomas que los aquejaban.
Entre tanto, las autoridades de Cúcuta señalan que se mantiene en marcha el plan de contingencia dispuesto para afrontar la enfermedad, que, de acuerdo con las estadísticas del Instituto Nacional de Salud, ha tocado en total 26.448 habitantes de esa población.
Según Machucca, entre los afectados por el virus se encuentran 180 mujeres en estado de embarazo, a quienes se les mantiene un seguimiento.
En diciembre del año pasado, la Alcaldía invirtió 400 millones de pesos en la compra de cinco máquinas fumigadoras e insumos, y para este año destinó dentro del presupuesto 800 millones de pesos para la ejecución del plan de choque, que incluye acciones de vigilancia epidemiológica, fumigación, contratación de personal médico y capacitación.