Tegucigalpa. Reuters y DPA
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El Gobierno de facto de Honduras dio ayer marcha atrás y derogó el Decreto que restringía las libertades civiles. Así cedió a las presiones externas e internas y allanó el camino para un diálogo con el derrocado mandatario Manuel Zelaya, que acabe con la crisis política del país.
En un escenario más propicio para las negociaciones, el presidente de facto, Roberto Micheletti, echó abajo un motivo de tensión y sentó las bases para que los enviados de la OEA (ver nota anexa) puedan sentar en la misma mesa a las partes.
El controvertido Decreto, aplicado hace más de una semana, restringía las libertades de prensa, asociación y circulación, y sirvió al Gobierno de facto para detener las protestas de los partidarios de Zelaya y silenciar algunos medios favorables al destituido presidente en el dividido país.
Micheletti reconsideró su decisión de suspender algunas libertades, después de recibir una lluvia de críticas de la comunidad internacional y pedidos de sus propios aliados -incluyendo empresarios y políticos-.
Micheletti, además, aseguró que castigará a los militares que arrestaron a Zelaya y lo sacaron del país en pijamas, algo que consideró “un error”.
El gobernante de facto también admitió, por primera vez, la posibilidad de una restitución en el poder de Zelaya. Micheletti había rechazado tajantemente la restitución, pero ayer barajó esa opción siempre y cuando ocurra luego de las elecciones del 29 de noviembre, con lo quedaría cerrada la puerta a que Zelaya pretenda, como temen sus detractores, modificar la
Constitución para mantenerse en el poder.
Micheletti también aprovechó para disparar contra Hugo Chávez. Acusó al Presidente venezolano de promover el odio entre hondureños, y le dijo que los ‘Goriletti’ son los demócratas que le impidieron poner sus “botas” en el país centroamericano.
La derogación del Decreto era una de varias condiciones de Zelaya para retomar las conversaciones con el gobernante de facto, que tomó el poder el 28 de junio, día en el que Zelaya fue sacado a punta de rifle del país y llevado a Costa Rica desatando la peor crisis política en décadas.
El derrocado Presidente está refugiado en la Embajada de Brasil, adonde llegó por sorpresa a hace un par de semanas, luego de entrar clandestinamente a Honduras tras tres meses de exilio forzoso e infructuosos contactos para retomar el poder.
Desde entonces, la Embajada está rodeada por decenas de militares y policías con órdenes de arrestarlo por supuestamente haber violado la Constitución al intentar abrir un camino para la reelección presidencial.
“Tengo fe en que este problema (…) se va a solucionar en los próximos días”, dijo Zelaya en una entrevista a la cadena Telesur.