La balacera provocó temor en Huaquillas, una zona de El Oro, fronteriza con Perú. Eran cerca de las 20:00. Dos motorizados acribillaron a los ocupantes de un automóvil.
Testigos dicen que los sospechosos tenían una “especie de metralleta”. Los 20 disparos salieron en ráfaga. Hoy se cumplen 39 días de ese hecho y los armados aún no han sido detenidos. La Policía dice que ya tiene las primeras pistas.
Según las pesquisas, el asesinato se produjo por una disputa entre bandas de contrabandistas. Informes de Inteligencia señalan que, desde el 16 de marzo, cuando Ecuador cerró la frontera con Perú por el covid-19, a Huaquillas empezaron a llegar redes delictivas para controlar los pasos ilegales del contrabando.
Con el puente abierto, el paso de productos se focalizaba en un radio de 5 kilómetros y se conocía que solo una banda lideraba los ilícitos. Ahora, los policías tienen datos de que al menos cuatro organizaciones se mueven en la frontera.
Sus operaciones se ampliaron y ahora están en 91 kilómetros usados para contrabandear. Los 12 primeros km son los más disputados.
En ese tramo fronterizo, las redes han montado más puentes de madera y de metal para pasar los cargamentos de un país a otro. Quienes quieran circular por allí deben pagar hasta USD 5 por persona.
Este Diario llegó al sitio el jueves. Los servicios de Inteligencia dicen que cada paso ilegal genera a las mafias réditos superiores a los USD 30 000 mensuales. Por eso, “se han declarado en guerra” y en los últimos tres meses se han producido diez asesinatos. Seis en territorio ecuatoriano y cuatro en el lado del Perú.
Uno de los primeros se produjo a inicios de octubre. Un hombre conocido como ‘Robagallinas’ fue asesinado en el canal internacional. La gente de Huaquillas lo recuerda por ser “uno de los duros del contrabando”. Comerciantes cuentan que le dispararon 10 veces desde el lado peruano, cuando negó el paso de unos extranjeros por uno de los 20 puentes ilegales que lideraba.
El cuerpo fue trasladado a un sector fronterizo conocido como Tropezón. Allí, una turba lo despidió con disparos al aire, como “símbolo de respeto”.
Un grupo de militares realiza un patrullaje en la zona fronteriza entre Ecuador y Perú, para evitar actos ilegales. Foto: Mario Faustos/ EL COMERCIO.
Desde entonces sus seguidores prometieron vengar su muerte y empezaron a seguir a los miembros de una banda integrada en su mayoría por ciudadanos de Venezuela.
Esta información fue confirmada por agentes de la Unidad de Contingencia Fronteriza.
Ellos han investigado los hechos y tienen información de que como represalia por el crimen ‘Robagallinas’, el pasado 6 de noviembre sus colaboradores asesinaron a un extranjero. Su cuerpo fue abandonado en el canal internacional y tenía signos de tortura.
La Policía Nacional y las Fuerzas Armadas reforzaron los controles. El jueves, 30 soldados recorrieron la frontera por un camino de tierra.
En el lado peruano hay personas que filman con teléfonos a los uniformados ecuatorianos. Los sospechosos conducen motos sin placas y se movilizan con los rostros cubiertos.
Según las FF.AA., los desconocidos recorren toda la frontera y comunican a sus jefes cuando hay controles.
El Ejército colocó al personal cada 400 metros. Así evitan que la gente coloque más puentes ilegales. Los soldados pasan 24 horas en esos sitios, en donde el calor es intenso.
Las investigaciones de militares y policías revelan que las mafias tienen el control de fincas que están en límite territorial. Hombres armados llegan a esas propiedades y amenazan a los dueños y campesinos con matarlos si no les permiten pasar por sus predios los cargamentos de contrabando.
“Usted desde hoy es ciego, sordo y mudo”, le dijeron a un finquero hace un mes. Su testimonio fue recogido por un gendarme que recorre las fronteras durante las noches.