Nelson Enrique Hidalgo
jubilado de 65 años
La huelga de 43 días que protagonizamos los jubilados entre junio y julio de 2004, dejó un gran precedente de valentía y lucha contra el engaño y las mentiras de los gobiernos de turno. Cuando están en campaña electoral, todos los candidatos reconocen que tenemos pensiones de hambre. Pero cuando llegan al poder nos quieren dar USD 20 ó 30.En ese entonces, yo era representante de los jubilados de telecomunicaciones. Previo a la toma de las oficinas del IESS, para presionar que nos suban nuestros ingresos, hubo muchas reuniones en todo el país.
En ese entonces, el presidente nacional de los jubilados era Gerardo Ramos. Él luego falleció, pero nos unió y dirigió esta gran protesta. Recuerdo que todo estaba planificado.
A las 09:00 del 16 de junio de 2004, los jubilados, previamente designados, ocupamos todos los pisos de la matriz del IESS. Y otros se fueron al edificio Zarzuela, donde están los vocales del Consejo Directivo.
Para que nadie se dé cuenta de lo que íbamos a hacer, entramos como que vamos a tramitar algo. A mí y a otros compañeros nos tocó ocupar el segundo piso. Estuvimos en la cafetería y el compañero Edmundo Puente Jaramillo gritó la frase: ¡Compañeros jubilados, adelante!
Esa era la voz para tomarnos las oficinas y cerrar las puertas con candados y cadenas. Estratégicamente nos colocamos en las entradas principales y al oír el grito no dimos tiempo para que la Policía actúe. Cuando ellos quisieron reaccionar ya habíamos parado todos los servicios. Fue imposible que alguien actúe ante este hecho.
Llegó la noche y comenzó el sufrimiento, porque no teníamos nada para cobijarnos. Comenzó el frío, la sed, el hambre… Nos reunimos todos en la planta baja y allí supimos que estábamos unas 50 personas.
Esa noche fue terrorífica, porque terminamos con los cuerpos destruidos. Nos acomodamos sobre el piso de baldosa.
Al siguiente día ya tuvimos el apoyo de la gente. Era como si estuviésemos en un centro de detención. Por pequeños orificios nos pasaban pan o plátano.
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Es secretario general de la Federación de Jubilados de Pichincha. Desde este cargo busca que los gobiernos de turno atiendan a este sector. Para 2010 exige que el incremento de las pensiones de 270 000 jubilados sea de USD 40 o más y no de 10 como se está analizando de acuerdo con la inflación.
Mi esposa me ayudó mucho en el tiempo que estuve en la toma. Ella sabía los problemas económicos que teníamos. Yo apenas tenía USD 60 de pensión y pagaba del agua, luz, teléfono… Además, debíamos comprar las pastillas que no había en el hospital. Algo se logró con la protesta, pues ahora recibo USD 430. Pero todavía faltan muchas cosas por conseguir.
Tengo cuatro hijos y todos me decían: ¡vamos con fuerza, no desmayen! Mi primer hijo es coronel de la Policía y permanentemente decía: ‘papi, adelante’.
Fueron momentos muy importantes para nosotros. Nos hicimos buenos amigos con otras personas que allí permanecían. Gracias a Dios no tenía problemas de salud, pero había otros compañeros de avanzada edad que debieron ser atendidos por los médicos y otros salieron a los hospitales del Seguro.
El apoyo de la prensa escrita, radio y televisión fue muy importante en esta protesta.
Los medios de comunicación siempre estuvieron con nosotros. Sin ellos no se hubiese conocido nada. Sin la prensa nos hubiésemos quedado dentro de las oficinas sin que nuestra lucha tenga resultados.
Esa protesta fue para decir que este sector necesita atención. Este Gobierno nos ha vuelto a mentir. Nos quiere subir máximo USD 10 de pensión y no 40, pero no lo permitiremos.
La protesta de 43 días que protagonizaron los jubilados mostró la fuerza de este sector
La manifestación de 270 000 jubilados del IESS se produjo en el gobierno del presidente Lucio Gutiérrez (junio 2004). Meses antes del inicio de la huelga de hambre, buscaron citas con el Ejecutivo, pero no fueron escuchados. En ese año la pensión promedio mensual era de USD 45. Incluso había adultos mayores que cobraban menos de un dólar. Pero ellos no tuvieron apoyo ni de sus representantes ante el Consejo Directivo del IESS. El entonces delegado de los afiliados, Ricardo Ramírez, explicó que según el artículo 59 de la Constitución vigente a la fecha y el artículo 27 de la Ley de Seguridad Social no era posible aumentar las pensiones. Esto, mientras no se tenga financiamiento adecuado y debidamente auditado con base en estudios actuariales.
Eso significa que los jubilados debían esperar hasta que se publiquen estos resultados. Aquello ocurrió recién dos años después de las protestas en todo el país. Mientras el IESS insistía en la imposibilidad de no incrementar la pensión jubilar, los tres vocales del Consejo reconocieron que en esos días se subieron USD 500 en sus sueldos. Ese Consejo estaba conformado por Bruno Frixone, representante de los patronos; Ricardo Ramírez, por los afiliados y jubilados; y Jorge Mogollón, delegado de Lucio Gutiérrez. La excusa de Frixone era que no se arriesgaba a determinar un alza porque la Superintendencia de Bancos lo podía multar. Aquello ya sucedió en 2003, cuando subieron las pensiones sin sustento técnico.