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Infierno fiscal

He quedado estupefacto al escuchar a funcionarios del Gobierno justificar la próxima introducción de un impuesto mínimo a la ‘renta’ de las empresas -independientemente de que existan utilidades- como un pago justo por el uso ‘gratuito’ que ellas hacen de la infraestructura pública del país.
Ese criterio  no se compagina con realidades que las políticas públicas no pueden ignorar.

¿De dónde cree el Gobierno que provienen los recursos económicos que financian la obra pública? ¿Aparecen luego de agitar una vara mágica? De ninguna manera. Son recursos que, directa o indirectamente, aportan los ciudadanos que, con pleno derecho, utilizan la infraestructura pública que se construye con su dinero.

También presume equivocadamente que la mayor parte de las empresas evaden el pago de sus impuestos, a la vez que ignora el resto de importantes contribuciones, tasas, derechos, tarifas, etc. que empresas y ciudadanos están obligados a pagar a una infinidad de instituciones gubernamentales nacionales y locales.

Pero, sobre todo, ignora el valor económico de una importante contribución que, independientemente de su condición social, todos los ecuatorianos hacen al Estado. Me explico.

El petróleo y otros recursos naturales del subsuelo pertenecen a todos los ecuatorianos quienes, al ceder su explotación exclusiva al Estado, hacen una multimillonaria contribución a las arcas fiscales. Contribución usualmente ignorada cuando las autoridades demandan pago de mayores impuestos.

Mientras la mayoría de las democracias occidentales financian los presupuestos a través del cobro de impuestos, el Estado ecuatoriano obtiene un 40% de sus ingresos a través de la explotación petrolera, -y próximamente de otros recursos naturales como los mineros- gracias a lo cual el Presupuesto estatal es gigantesco y representará este año alrededor del 28% del PIB.

Para contrastar esta realidad, basta mencionar que el presupuesto del Gobierno de EE.UU., que ha promediado un 20% del PIB durante el último medio siglo, apenas alcanzará 26% al incluir los costos de dos guerras y un masivo estímulo fiscal dirigido a revertir la actual recesión económica de ese país. Más del 90% del presupuesto gubernamental estadounidense se financia únicamente con impuestos.

Hoy que se discute una nueva reforma tributaria dirigida a ampliar aún más los ingresos gubernamentales, va siendo tiempo de demandar que el Estado registre la totalidad de las contribuciones que, directa o indirectamente,  hacen los ciudadanos y muestre la real presión fiscal a la que están sujetos. 

Mientras más ingresos por explotación de recursos naturales obtenga el Estado, menos tributos debería cobrar a sus ciudadanos. Intentar ampliar ambas fuentes de ingreso a la vez, convertirá al Ecuador en un ‘infierno fiscal’.