Glenda Ortega, reportera
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El sector, en las calles San Martín y Guaranda, es tradicional en el sur de Guayaquil, cercano al Barrio del Astillero. Él, un amante del fútbol, encontró en su fanatismo por Barcelona, una idea para su propio negocio a falta de empleo, hace tres años.
Sabía que en Guayaquil, el clásico del Astillero (Barcelona vs. Emelec) son una pasión arraigada en los hinchas. “No dudé en meterme al estadio de Emelec durante un clásico para vender mis primeras 12 camisetas. Eso para un barcelonista es un sacrificio”.
Pero valió la pena, las vendió todas. Desde esa fecha, plasma a diario su pasión por Barcelona. “No solo lo hago en camisetas sino también en motos, carros, gorras. Es algo que me gusta”.
Al otro lado de la ciudad, en Acuarela del Río, David Méndez da vida a ‘Exilio’, una versión futurista de Guayaquil, 100 años más tarde. Es un Guayaquil castigado por la mano del hombre, con inmensas murallas para protegerse de monstruos de ciencia ficción. La historieta aparece bimensualmente dentro de la revista 9th Zone.
El cómic incluye frases típicas como ¡Que bacán, ¿dónde mismo es eso?, ¡Estos manes!, entre otras. Personajes como Jeremías y Selena intentan defender a Guayaquil de un líder que intenta destruirla.
¿Por qué un Guayaquil visto desde esa manera? Su cariño por la ciudad lo hizo buscar desde su hobbie un mensaje para que la actual generación cuide a Guayaquil. “De lo contrario, tendremos una ciudad como en el cómic”, indica David.
En las próximas ediciones introducirá a más lugares íconos de Guayaquil, su ciudad.
En el cerro Santa Ana, la brisa del río Guayas se mezcla con el canto de Marcelo Reyes. Su voz no pasa desapercibida entre los turistas. Él cierra sus ojos y mueve sus manos cuando interpreta Sombras de Julio Jaramillo, el Ruiseñor de América. Es que al momento de cantar las canciones de JJ, sus gestos, su mirada y su voz cambian. Deja de ser un muchacho de 17 años y adopta el acento melodioso y romántico del artista popular más representativo de la ciudad.
“Cuando canto siento que el espíritu del Ruiseñor de América se apodera de mí”, dice el joven que estudió en la escuela de pasillo Nicasio Safadi.
A Marcelo le gusta cantarle a su ciudad, incluso viste el atuendo típico del guayaquileño: la guayabera. Su gusto por el pasillo lo adquirió de sus padres desde los 8 años. Marcelo le es fiel al pasillo, porque para él “es un género musical con sentimiento y se lo canta con el corazón”. Espera seguir los pasos de JJ y convertirse en un artista profesional.