Juan pablo Vintimilla
Redacción cuenca
En gran parte de los estrenos de Disney hay un componente cuencano. El detalle suele estar en la llamada alfombra roja -que es por donde ingresan a la proyección sus protagonistas y otras estrellas invitadas- y llegó allí gracias a Fernando Coellar, un azuayo especializado en ambientar escenarios temáticos.
La inclusión de detalles cuencanos no es solo retórica. Coellar siempre encuentra la forma de colar en la decoración alguna flor, un dulce u otra alusión a la ciudad en la que nació hace 47 años y a la que siempre le gusta volver para escapar de la frivolidad de Hollywood. Allí prepara, actualmente, la ambientación para la alfombra roja de Toy Story 3.
Mi nombre es Fernando Coellar Márquez y soy diseñador de ambientes para la industria del cine y la moda en Los Ángeles. Desde hace cinco años tengo mi compañía Pink Elephants Inc., que se encarga de esto.
Me gusta regresar a Cuenca. La primera vez que lo hice pensaba que se paró, pero no fue así, la ciudad evolucionó y dejó emerger el talento de su gente. Hay diseñadores, fotógrafos, escritores, músicos y artistas buenos.Usted habla de que el mundo en el que trabaja es superficial, ¿por qué?
En mi taller tengo un letrero sobre el fin del mundo, en el que, en palabras ecuatorianas, hay un mundo de pelucones tristes: las viejas con las perlas y todos los demás llorando. Abajo está la frase “no puede ser, se acabó el caviar”. Es tan ridículo, pero es verdad. En Los Ángeles la gente es superficial, porque todo gira en torno al cine y esa industria vive así.
Su trabajo resulta efímero entre tanta superficialidad…
Claro, me tardo meses planeando, uno o dos días solo montando la decoración para una fiesta o el estreno de una película y en pocas horas ya no queda rastro. Todo desaparece salvo las cuatro fotos que a veces me dejan tomar. Es un mundo ficticio y todo se va a la basura, pues es más caro almacenar telas, paredes de madera, sillas…
¿En ese entorno necesita algo que lo ate a la realidad?
Mi familia, mis amigos, el contacto con Cuenca. Eso es lo que me mantiene pegado al piso. Si no tuviera eso ya ni estuviera aquí porque hubiese caído en drogas, sida, yo qué sé… Por eso no me gusta estresar a mis chicos en el trabajo. Nunca laboro en la noche, por ejemplo. No tengo necesidad de estresarme a ese nivel.
Disney es uno de sus grandes clientes, ¿pero Disney y el estrés parecen los extremos opuestos?
(Risas)… Lo que pasa es que no es Disney solamente, hago muchas fiestas para otros estudios y también para gente que diseña alta moda. Ellos son muy exigentes y siempre esperan más de lo que les puedes dar, por eso yo siempre espero superar las expectativas de ellos y lo logro con estrés, creo que es como mi combustible.
Pero su personalidad no refleja nada de ese estrés. Bromea siempre que alguna frase queda a medias, ni siquiera su vestimenta es rígida… Lleva un jean, una camiseta negra estampada y un saco que insiste en comparar con la vestimenta de los personajes de la película ‘El extraño mundo de Jack’, de Tim Burton.
Lo dice y se ríe, de hecho siempre ríe… Incluso cuando se despide “entonces ahí me arreglas un poco para que no suene muy chazo (campesino azuayo)”.
Los ambientes que usted crea parecen salidos de la mente de un niño. ¿Cómo hace para encontrar a ese niño?
Lo que pasa es que no tengo que encontrar nada, yo soy un niño grandote (risas), por lo menos así me dicen mis amigos. Primero imagínate que colecciono juguetes y luego creo que nunca dejé de soñar y eso es importante. Aunque a veces también soy el viejo ogro de los cuentos.
¿Esos sueños incluyen conocer a las celebridades y fotografiarse con ellos?
No mucho, porque entiendo que son jóvenes, millonarios y trabajan en un mundo distinto. Entonces es casi obligatorio que se vuelvan pedantes y si no me tratan bien, como yo soy medio bestia, capaz les doy un puñete (risas). No, en serio, lo que pasa es que son personas normales que si no se maquillan se ven horribles.
¿Es verdad que allí pasan tantas cosas como dicen los tabloides de farándula?
De que pasan, pasan. Lo que no se sabe es si son reales o solo estrategias publicitarias para vender productos, discos, revistas o salir en películas.
¿En Los Ángeles la gente también busca colarse a las fiestas para ver a los artistas?
No, ¡qué va! Eso está superbién organizado y hay espacios para que los famosos tengan contacto con la gente, se tomen fotos y esas cosas. Nadie pasa a un sitio en el que no tiene nada que hacer. Yo trabajo con Disney y todos son muy amables y buena onda, pero cuando se trata de trabajo no hay contemplaciones.
¿Cuál es su personaje favorito de Disney?
Es chistoso porque trabajo mucho con ellos, pero no me gustan tanto sus personajes ni historias porque siempre ocurre que te hacen sufrir hasta el llanto y luego te cuentan un final feliz. A mí no me gusta sufrir, mi madre murió cuando yo tenía 8 años y prefiero evitar la tristeza.
Es decir, para usted, el mejor camino fue la fantasía.
Gente que conoce del tema, pero no psiquiatras porque no estoy loco (risas), me han dicho que es así. Verás que cuando mi mami murió yo me quedé mudo durante un tiempo y me dediqué solo a dibujar y pintar. Ahí desarrollé mi imaginación.