Los turistas han llegado a las playas de Atacames, pero no son muchos frente a los que se tuvieron en julio del 2015. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
La provincia de Esmeraldas está lista para recibir a los turistas, que históricamente llegan en mayor cantidad durante agosto a las playas de Tonsupa, Atacames, Súa, Same, Mompiche, Portete y Las Peñas.
Agosto ha sido el mejor mes para los hoteleros por las vacaciones de la Sierra, porque se registra un aumento de las visitas, que supera los 40 000 turistas, según la Cámara de Turismo de Atacames.
En Atacames operan 360 hoteles, 1 500 comerciantes y 500 comedores, que en el 2014 generaron USD 51 millones en la actividad, con un ligero incremento al año siguiente, según Luis Quiñónez, vocero de un grupo de hoteleros que trabaja en el nuevo modelo de gestión turística de Atacames.
Todo el sector hotelero se ha organizado este año con promociones, como una reducción del 30% en el costo de hospedaje y en la alimentación. Se ofrecen recorridos gratuitos por el mar en lanchas a quienes se hospeden.
Esta estrategia es una de las alternativas para atraer a los turistas, sobre todo de la Sierra, que siempre han acudido a las playas de Esmeraldas.
A través de la Coordinación Zonal del Turismo se ha hecho campaña en Quito, Guayaquil e Ibarra, para que los turistas acudan a las playas del norte y sur de la ‘Provincia Verde’.
Por ejemplo, en la playa de Las Peñas, cantón Eloy Alfaro, norte de la provincia, el sector hotelero espera a los visitantes de Tulcán, Ibarra y de la ciudades colombianas como Pasto y Popayán. Ese turismo mueve la economía del sector, manifiesta Carlos Acosta, presidente de la Cámara de Turismo de la provincia de Esmeraldas.
En las puertas de los hoteles y hosterías de Atacames se observan pequeños letreros que ofrecen habitaciones a un costo menor de lo usual. Las hay desde USD 10 para grupos familiares y de estudiantes.
Solón López, uno de los turistas de Quito, aprovecha estos días para vacacionar en las playas de Atacames y Mompiche. “No he encontrado mucha gente en las playas, pero veo que la atención ha mejorado”.
Durante esta semana se observaron algunos turistas, que son muy pocos frente al año pasado. No obstante, los hoteleros dicen que esas visitas son buenas, tomando en cuenta que en mayo y junio no hubo casi nada de visitantes.
La Cámara de Turismo de Atacames informó que las reservaciones en hoteles son mínimas aún. Eso tiene una explicación, señala Sara Moyano, presidenta del organismo. En las últimas semanas, la llegada de los turistas ha sido irregular por los continuos temblores, como las últimas réplicas que fueron fuertes.
Desde entonces -cuenta- pocos realizan reservaciones con antelación; “deciden venir dos días a la playa y no cuatro como el año anterior por esta época”. A pesar de esta tendencia, entre los hoteleros y demás prestadores de servicios hay optimismo. “Nosotros estamos listos para la temporada 2016”, comenta el alcalde de Atacames, Byron Aparicio.
Por ejemplo, en hoteles de Atacames como El Tiburón, El Marquez, Costa Paraíso, Caribe y Tahití, sus administradores tienen listos los lugares. Aunque son sitios muy conocidos hicieron campaña de sus servicios en redes sociales y en las caravanas turísticas en provincias de la Sierra.
Jorge Nazareno, uno de los enganchadores que labora en Atacames, cuenta que julio no ha sido un mes bueno, porque llegaron pocos turistas. Hasta julio del año pasado tenía un promedio de USD 120 de ingresos los fines de semana, pero esta vez no llega a USD 20.
En cambio, Lenin Quintero, dedicado al mismo trabajo, decidió preparar cocadas para vender a los pocos turistas que pasean por el malecón. Por la poca presencia de visitantes no ha podido trabajar como enganchador de los hoteles.
Los vendedores de alimentos que están en el malecón de Atacames comentan que los fines de semana se observa un mayor movimiento de turistas. Aprovechan para vender sus cebiches, que bajaron a USD 5, cuando estaban en 7.
Luis Quiñónez, como parte del grupo de hoteleros de Atacames, realiza una campaña, para que los vendedores de cebiches, caipiriñas y quienes alquilan parasoles al borde de la playa cobren precios cómodos a los turistas, para que se queden en el cantón.
Según Quiñónez, unas 11 000 personas que dependían de la actividad turística, se quedaron sin trabajo por la irregularidad del sector, luego del terremoto del 16 de abril.