Cuando Aída Carlota Buitrón Rodríguez llegó a la parroquia La Esperanza, en el suroriente de Ibarra, en 1974, el pueblo tenía pocas viviendas y había dos turnos de buses al día.
Ahora, después de casi medio siglo, es uno de los polos de desarrollo turístico. En esta localidad hay sitios de hospedaje, alimentación y artesanías. Además, es una de las rutas hacia el volcán Imbabura.
Entre los 18 emprendimientos turísticos está Casa Aída, el sueño que esta mujer inició como una alternativa para mantener a sus tres hijos. Por eso, es considerada la pionera de esta actividad en la región.
La matrona, de 85 años, recuerda que, mientras vivía en Quito, vio un anuncio en el periódico que decía: se vende casa, con horno de ladrillos, a 7 kilómetros de Ibarra. La propiedad medía 4 750 m2 y costaba 70 000 sucres.
Doña Aída domina el inglés, italiano, checo y hebreo. Para aprender la lengua inglesa, los profesores de un colegio capitalino le dieron la oportunidad para que asistiera como oyente. Por su conocimiento del idioma laboró, entre 1957 a 1961, como azafata de la desaparecida aerolínea Panagra, que entre otros destinos operaba una ruta a Panamá.
Luego, por cerca de una década tuvo un local de venta de artesanías en madera en la embajada de Estados Unidos, en Quito. Las obras las adquiría en los tallares de Luis Potosí y Carlos Espinosa, de la parroquia San Antonio de Ibarra.
Cuando llegó a La Esperanza, Buitrón no tenía trabajo. Por eso probó suerte con la venta de hamburguesas y luego laboró en un taller de confección de camisas.
Su incursión en el turismo fue fortuita. Un día mientras pensaba cómo mejorar su situación económica escuchó murmullos fuera de su casa.
Al salir observó a 12 italianos que buscaban un sitio seguro para instalar sus carpas y pasar la noche. Buitrón les ofreció un lugar en el patio de su casa.
Los ‘hippies’, como les llama, se quedaron 10 días. Construyeron una fosa séptica e instalaron una ducha que funcionaba con energía solar. Pero, la colaboración más importante fue que promocionaron este destino campestre y tranquilo.
El movimiento ‘hippie’ estaba en auge. Por eso, dos semanas después de que partieron los primeros huéspedes llegaron 35 viajeros extranjeros.
Buitrón recuerda que, entre los primeros excursionistas que recibió, había italianos, alemanes, franceses… de familias adineradas.
Ese es un relato que comparte siempre con estudiantes de turismo que suelen visitar el singular establecimiento.
Lorena Arellano, docente de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, sede Ibarra, comenta que doña Aída recalca que no hay que juzgar a los turistas por su apariencia.
“Los extranjeros me comentaban que, por vestirse y actuar de forma diferente, no les admitían en los hoteles de la ciudad de Ibarra”.
Buitrón también cuenta que, por recibir a este tipo de aventureros le generó quejas de los vecinos, que no estaban acostumbrados a otras culturas.
La emprendedora muestra con orgullo que su hostal, que tiene capacidad para alojar a 30 personas, fue incluido en guías como Lonely Planet, la revista Bon Voyage y guías nacionales para viajeros de otros países.
Entre sus registros tiene cuadernos, algunos descoloridos por el paso de tiempo, en donde los huéspedes dejaron impresiones del hostal y la zona.
Entre las hojas resaltan los nombres de John y Paula Long, y su hijo Justin. Los esposos aprendieron a bordar camisas e instalaron un negocio en Colorado, Estados Unidos. Visitaron Casa Aída en 1974. Paula y Justin regresaron cuatro décadas más tarde a este lugar.
También han llegado personajes famosos, como el cantante estadounidense Bob Dylan.
La pandemia del covid-19 alejó a los turistas que arribaban al sitio. Gord Herman, de Canadá, es un visitante frecuente. Para él, Casa Aída es uno de sus lugares favoritos.
Para hacer frente a la crisis el negocio familiar apuntaló el área gastronómica. Uno de los productos estrella son los panqueques con mermelada de mora o taxo silvestres.
En agosto del 2020, Jean Pierre de Castro, nieto de Aída Buitrón, incursionó con hamburguesas, pizzas y choripanes. Es una propuesta que está dirigida al turista nacional.
Según la Jefatura de Turismo del Municipio de Ibarra, en las parroquias rurales de La Esperanza y Angochagua han florecido emprendimientos vinculados con el sector turístico.
Alba Terán, jefa de Turismo, señala que se puede recorrer talleres de bordado, talabartería, granjas y parajes naturales.