El cierre total de la vía Alóag-Santo Domingo, ocurrido ayer, 5 de marzo, evidencia la falta de una solución a largo plazo. Lo mismo sucede con la Calacalí-Los Bancos, que también estuvo cerrada.
Los constantes deslizamientos no son nuevos. Eso lo saben en la Prefectura de Pichincha y en el Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Esta última entidad administra la Calacalí desde el año pasado, cuando la Prefectura le entregó la vía.
También, ya habían pasado cuatro años desde la última vez que los miles de usuarios diarios de ambas vías de primer orden se quedaron atrapados en medio camino para llegar a Quito o ir hacia la Costa. Esa última vez fue en el Carnaval del 2010, cuando ambas vías de conexión de la Sierra con la Costa quedaron completamente inhabilitadas.
Desde entonces, se ejecutaron trabajos de prevención para construir taludes que contuvieran los derrumbes, sobre todo en la vía Alóag-Santo Domingo. Eso había funcionado de alguna manera, pues la frecuencia de los derrumbes bajó y se notó en el invierno del año pasado.
Ahora, las pocas y fuertes precipitaciones volvieron a debilitar a la vía. Si bien los técnicos han dicho que las condiciones del suelo (arcillosa y montañosa) la hacen vulnerable, también es necesario encontrar una solución que no solo sea reforzar los taludes sino otros caminos, como túneles para sortear esos puntos críticos.
Ya hay dos túneles construidos en medio de la roca. ¿Por qué no hacerlo? Igualmente es urgente que se comience la construcción de los dos nuevos carriles en el tramo de Tandapi-Santo Domingo.
El caso de la Calacalí-Los Bancos también necesita un tratamiento especial, porque el problema persiste en el mismo tramo. Pareciera que durante cuatro años no se hizo nada, porque en estos días miles no pudieron circular.
Los moradores también sienten que desde que la vía está en manos del Ministerio no se ha hecho mucho por encontrar una solución para ese punto crítico.