En el sector Río Verde, zona cero del deslave que ocurrió en Baños (Tungurahua), el pasado domingo 16 de junio de 2024, una imagen impacta a todos los que llegan al lugar.
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El letrero que da la bienvenida al pueblo está en medio de una montaña de lodo. Allí, donde antes pasaba la carretera, una catarata de escombros y barro ha sepultado al letrero. La valla mide 5,3m, como dice la norma INEN para este tipo de letreros. El fango llega a casi 4 metros. Así de triste es la bienvenida que ahora da a rescatistas y vecinos del lugar que no salen del estupor de la avalancha que ha llegado para borrar a Río Verde de la faz de Tungurahua.
El sonido ambiental ya no era el del viento moviendo las hojas de los árboles ni del zumbido de los pájaros. Ahora sobrevuela el ronquido del metal de la maquinaria pesada que golpea el cemento de las casas destruidas de Río Verde, un pueblo que tenía 1 337 habitantes, según el último censo.
El paisaje, de ser en su mayoría verde, ahora era marrón, con los uniformes escolares todavía colgados en el alambre de ropa; como si una guerra hubiese ocurrido en el sector, porque de sus habitantes no queda nadie. Fueron reubicados temporalmente, sin mucha esperanza de que puedan retornar.
En el intento de llegar hasta la zona cero, donde estaba toda la maquinaria, el personal de rescate, bomberos, policías y canes de rastreo, una persona que vive a escasos metros del incidente hizo de guía.
No porque la gente se pueda perder, sino porque había pocos lugares por donde se podía caminar seguro, sin resbalarse y sin hundirse mucho. Esto, a pesar de que tenían botas de caucho. Aunque el calzado de poco importaba si la fuerza de la naturaleza de nuevo atacaba.
La segunda impresión fue ver a la gente destrozada, cansada y sin muchos ánimos con los ojos hinchados. Eran familiares de los fallecidos que hablaban con el alcalde de Baños, Marlon Guevara.
La frase que más se repitió en la conversación entre los familiares y Guevara fue la de: “ayúdenos, alcalde, ayúdenos. No nos deje solos. Ya perdimos suficiente”.
Hasta ese momento, la cifra de personas fallecidas y muertas era incierta. Y la pregunta que todos los extraños con micrófonos y cámaras en la mano le hacían al Alcalde era sobre ese tema.
En su nerviosismo y estrés, Guevara contestó que eran 13 fallecidos y 4 desaparecidos. Los cuestionamientos no pararon en llegar.
-¿Por qué no dicen que son 30 los desaparecidos, Alcalde? -preguntaban en conjunto los rioverdenses-. ¿Por qué manejan otras cifras a las que tienen otras entidades?
La respuesta del alcalde Guevara era: “porque esta es una vía de paso también y no hay señal. Esperemos a que las otras personas lleguen a su lugar de destino y se contacten. Tengamos paciencia”.
Luego de unos minutos, con la mente queriendo escapar de ese lugar, se escuchó como 10 veces: “la camilla, la camilla, traigan la camilla”.
De repente, todos empezaron a correr y una camilla de metal pasó hacia donde estaba la maquinaria pesada y junto a un grupo de rescatistas. En ese punto encontraron un cuerpo.
Es increíble cómo alguien pasa de tener nombre y apellido a ser solo un número. Todos decían: “es el cuarto muerto que encontramos en esta zona”. Desde ese momento unos lo llamaban el cadáver número cuatro, o 13.
En el punto donde encontraron el cuerpo número 13, que ahora no hay más que lodo. Antes allí estaba edificada una casa. La infraestructura desapareció por completo.
En la premura del estrés de la información, a la gente no le quedaba claro un problema: “¿por qué le dicen el cuerpo 13 si con este serían 14?”. Algo no cuadraba en la suma.
El personal de rescate que estaba en un espacio que hicieron como su base de operaciones no sabía el dato exacto. O no podían decirlo, para evitar más dolor.
Pasados unos cuantos minutos, un agente de la Policía Nacional se acercó al alcalde a decirle que el dato exacto es de 13 fallecidos y un desaparecido -eran las 12:30 del martes 18 de junio-.
Unas horas más tarde, alrededor de las 14:30, unas cuatro camionetas salieron por un pequeño camino que hicieron con la maquinaria pesada.
Eran las familias de los fallecidos que llevaron los cuerpos de sus seres queridos hasta la iglesia de Baños, donde se realizó una misa en su honor.
Entre la desesperación y la resignación, la fortaleza humana de sobreponerse a las adversidades se hace presente y la frase “entre todos arrimamos el hombro” toma significado.
Los vecinos de los afectados, con escobas y palas, tratan de limpiar. También intentan salvar lo poco o nada que se libró del deslave. Así sean unas cuantas naranjas o mandarinas.
¿Se pudo prevenir el deslave de Baños?
Por el masivo deslave Las autoridades declararon en emergencia la vía y varias personas resultaron afectadas.
El alcalde, Marlon Guevara, en medio de las obras dio una rueda de prensa. Allí, este Diario preguntó sobre las razones del deslave. Dijo que esto ocurrió porque hace más de 20 años no llovió de la manera que lo hizo la madrugada del domingo.
Señaló que la lluvia hizo que todo el lodo y la parte vegetal de la cima de la montaña se desprendiera y bajara con fuerza.
Cristopher Velasco, experto en gestión de riesgos, consultado por este Medio, señaló que sí era factible realizar acciones para disminuir los daños ante un posible aluvión. Explicó que esto no es solo es competencia del Municipio de Baños, sino también del Gobierno Nacional.
Velasco resaltó que como alcalde del lugar, Guevara debería conocer bien la topografía del lugar, por lo que debía trabajar en la disminución de los riesgos, entre ellos en los asentamientos humanos en los sectores de alto riesgo.
Wilson Goyes, también experto en gestión de riesgos, dijo que lo único que se podía hacer en estos casos es mover a las personas a otro lugar, antes de que ocurra el deslave.
Ambos señalan que deben existir planes de trabajo y monitoreos constantes de las zonas de alto riesgo. Sin esto, las autoridades seguirán trabajando en modo de respuesta y no de prevención y disminución de riesgos.
Reubicación de la población de Río Verde
El alcalde, Marlon Guevara, dijo que existe la urgencia de reubicar a la población del sector Río Verde.
El Alcalde señaló que tiene una propiedad de 20 000 metros cuadrados donde puede ser reubicada la población, aunque desconoce los mecanismos legales para poder hacerlo.
Señaló que el Gobierno Nacional le pide un terreno donde puedan vivir los afectados para que se pueda gestionar la construcción de las viviendas y la gente pueda estar tranquila.
También dijo que puede hacer un bono para arrendamientos y que en un determinado tiempo se puedan encontrar casas donde la población pueda pernoctar algunas noches.
Guevara afirmó que en el lugar del deslave había 15 viviendas, de las cuales seis fueron completamente destruidas, y también tiene otras 65 familias que viven en el pueblo El Placer, que ya no quieren estar más ahí por miedo.