Baños es un cantón que aprendió a convivir con su vecino, el volcán Tungurahua. No se entiende cómo está tan preparado para las erupciones, pero no para los deslaves y deslizamientos, que suelen ocurrir cuando llueve.
Los baneños, en todo su territorio, aprendieron -con el tiempo- a reaccionar de forma positiva y preventiva ante las erupciones del Tungurahua.
Si bien fueron reticentes, al principio, a lo largo de los 18 años lograron un equilibrio en sus vidas.
En la madrugada del domingo 16 de junio, una comunidad fue enterrada por un deslave. Esta catástrofe deja 13 personas fallecidas y una desaparecida; además de cuantiosos daños materiales, incluida la paralización de la Central Agoyán y el cierre de la vía Baños-Puyo.
No es el primer desastre de este tipo y magnitud que sufre el cantón Baños, de la provincia de Tungurahua. En 2021 hubo un aluvión en Río Negro, vecina de Río Verde, donde fallecieron cinco personas. Tres años antes, un bus con pasajeros fue sepultado en esa zona, donde lamentablemente fallecieron dos personas.
La lista de tragedias es extensa y en las imágenes se observa a la maquinaria y a los rescatistas, que buscan a las víctimas y retiran los escombros.
Es la misma imagen que se repite en este 2024. Pareciera ser solo cifras y el mismo paisaje, pero no es así, porque se pierden seres humanos y bienes.
El cantón Baños no deja de enterrar a sus muertos, luego de cada aluvión, en la parroquia Río Verde. Las desgracias son frecuentes, pero nada cambia para proteger a los habitantes y los bienes del Estado.
Entonces, si hay tantas víctimas, ¿por qué siempre ocurre lo mismo, por qué la enseñanza con el volcán Tungurahua no se toma como un modelo a seguir; por qué no hay soluciones? Estas desgracias se repiten con mucha frecuencia.
Puede haber muchas explicaciones, así como echar la culpa a las intensas lluvias, inusuales o no, pero queda claro que lo que se está haciendo no funciona.
Las vulnerabilidades de la zona son conocidas por las autoridades seccionales y gubernamentales. Sin embargo, no hay prioridad, sino solo en el momento de las desgracias.
Eso no sola pasa con Baños, sino con las otras zonas de las 12 provincias afectadas por las lluvias de estos días.
Las vías y puentes no entran a mantenimiento o reforzamientos, mientras se deterioran y se vuelven vulnerables; y con el tiempo acaban por destruirse.
Resulta más barato prevenir, que reconstruir y recoger solo muertos en que cada aluvión o deslave.
Lo de Baños es una nueva lección de la mala práctica de postergar las prioridades, como la gente y los bienes del Estado.