Desde el redondel de Codesa, junto al parque Jaime Hurtado, se observa la planta. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
El barrio La Florida, aledaño a la Refinería de Esmeraldas, percibe malos olores.
Dos niñas de 4 años, sentadas en el portal de su casa, se tapan la nariz fastidiadas por el olor. Diocelina Guagua, de 76 años, dice que convive con los olores fétidos del complejo industrial que funciona desde hace 42 años, pero hay momentos en que es insoportable. Vive 20 años en La Florida.
La maestra Soraya Arroyo, de la Unidad Educativa 15 de Marzo, comenta que tres años antes de la repotenciación (en el 2009) todos los días debían limpiar una capa de hollín de los pupitres de los 1 360 alumnos, pero luego cambió la situación. “Lo que no ha cambiado son los fuertes olores”.
Según habitantes y docentes, tras la repotenciación de la planta esa situación no ha variado en la zona, en la que viven 50 000 personas. Ellos y las autoridades de la provincia están a la espera de la licitación del complejo refinador.
En el área de influencia existen siete unidades educativas más, que han protestado por los malos olores. Allí se educan unos 5 000 estudiantes.
Otros barrios vecinos de la refinería son 15 de Marzo, Lucha de Los Pobres, 24 de Mayo, Río Teaone (50 Casas), Codesa, Tolita 1 y 2, y Propicia 4, ubicados en un radio de 1 200 metros del área de influencia de la refinería, en el sur de la ciudad.
Estos sectores, excepto Lucha de Los Pobres, tienen calles asfaltadas, servicios básicos y un dispensario médico que funciona en el sector 15 de Marzo. Las obras son parte del programa de compensación de la Refinería, a través de Ecuador Estratégico, una empresa del Estado.
Dos niñas, de 4 años, permanecen en el portal de su casa en el barrio La Florida. Foto: EL COMERCIO
Esos barrios aparecieron después de la construcción de la Refinería, fuera del perímetro urbano en los años 70, dice Segundo Ordóñez, dirigente barrial. Desde entonces, los habitantes han estado expuestos a las emisiones de gases, conatos de incendios, un grave incendio en 1998 y las lluvias ácidas, dice el dirigente.
La emanación de gases es lo que más les afecta. Licenia Mancilla, del barrio 15 de Marzo, dice que en los últimos 10 años las enfermedades respiratorias son más frecuentes en su familia. Su nieta Noemí Quintero, de 5 meses, presenta problemas respiratorios desde hace un mes. “No sé si ese problema tenga que ver con los gases de la refinería”.
Al respecto, el prorrector de la Pontifica Universidad Católica del Ecuador en Esmeraldas, Aitor Urbina, anunció que la Escuela de Enfermería presentará los resultados de un estudio sobre enfermedades respiratorias, realizado en el barrio 15 de Marzo.
El 2 de agosto del año pasado se presentaron los análisis de sangre de 69 militares activos del Batallón de Infantería de Marina. Se lo hizo en la clausura de las jornadas médicas, organizadas por el Hospital Naval de Esmeraldas. El resultado señala que el 22% de los militares tenía altos niveles de plomo en la sangre.El examen se hizo a quienes llevaban dos años en el batallón, que colinda con la Refinería.
Los alumnos de la Unidad Educativa Abdón Calderón están cercanos a la refinería. Foto: EL COMERCIO
Esas zonas cercanas también han padecido por los derrames de petróleo y sus derivados e incendios. El más grave fue el del 26 de febrero de 1998, que afectó al barrio La Propicia 1. En el siniestro murieron 21 personas; hubo 137 heridos, 104 casas destruidas y 624 damnificados.
En el 2002, la Corte Suprema de Justicia sentenció a Petroecuador a pagar USD 11 millones de indemnización a 1 057 habitantes de La Propicia 1; ahora son 2 200.
La sentencia debía cumplirse en dos años, pero hasta el momento Petroecuador ha desembolsado USD 6,4 millones y el resto está pendiente. “Nos han puesto trabas para cumplir la sentencia y hay obras pendientes”, señala José Guevara, uno de los primeros presidentes del Comité Delfina Torres de La Propicia 1.
El exdirector de Salud de Esmeraldas, Ramón Echeverría, comenta que tras ese hecho también debió haberse estudiado la salud de la población.
La alcaldesa Lucía Sosa y la prefecta Roberta Zambrano están a la espera de la decisión que se tome sobre la refinería.