Andrés Monar, de 33 años, médico a domicilio que visita a pacientes con covid-19 en Ambato, narra cómo se recuperó después de contagiarse de coronavirus. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO
“Me contagié de coronavirus en diciembre del 2020. Cuando llegaron los resultados de los exámenes positivos, fue tarde porque había infectado a casi toda la familia, entre ellos mi papá que aún tiene problemas con los riñones. Sentí miedo, imaginaba todo el sufrimiento que atraviesa un paciente con covid-19 para recuperarse y las posibilidades de vivir”, relata Andrés Monar, 33 años, médico a domicilio que visita a pacientes con covid-19 en Ambato.
Ha pasado un año y casi un mes de que se reportara el primer caso, de modo oficial, en Ecuador. Y la llamada curva epidemiológica sigue subiendo. Hasta el domingo 21 de marzo del 2021, en el país se contaban 312 598 contagios. El 86,96% de pacientes se ha recuperado. Pichincha se mantiene como la provincia con más casos, 107 658. Y las unidades de cuidados intensivos siguen a tope.
“Fue duro tuvimos que pasar tres semanas en cuarentena hasta recuperarme. La enfermedad ataca a todo el organismo, se inflamaron los riñones, el hígado, los pulmones y se hacía difícil respirar. Tenía que dormir sentando y en ocasiones como que faltaba el aire. Mi hermano que también es médico me ayudó en la recuperación y de toda la familia. Evaluaba los síntomas y suministraba los medicamentos“.
Monar contó que lleva ocho años desempeñándose como médico en medicina general y desde que se inició la pandemia ha atendido a pacientes con coronavirus.
En estos meses ha recibido a más de 70 pacientes, aunque admite que es triste cuando no se puede hacer mucho. “A pesar de los esfuerzos algunas personas fallecen o deben ser transferidas a las Unidades de Cuidados Intensivos. Algunos salen de la enfermedad. Nuestra labor es ayudar a la gente y ahí seguimos en primera línea atendiendo desde adultos mayores, jóvenes y últimamente un adolescente“.
Este galeno confirma que los meses más complicados para todo el sistema de salud fueron junio, julio y agosto, cuando hubo más contagios y muertes en las familias y aumentaron los pacientes en las UCI.
Pese a las medidas de bioseguridad que adoptó, cuenta, contrajo el virus, pero logró salir adelante. “La mejor receta es cuidarse, usar mascarillas o quedarse en casa no hay que tomar a la ligera este virus que es mortal y debemos cuidarnos y ayudar a los médicos y enfermeras evitando que colapse el sistema de salud”.
En otro sector del país, Gabriela Jaramillo, gobernadora de Imbabura, recuerda que en septiembre pasado, cuando se contagió de covid-19 sintió mucho miedo porque se contagiaron también su hija, de 8 años, y su esposo. “Nos aislamos en la casa, cumpliendo los protocolos. Afortunadamente, nos asistió mi padre que es médico. Mi hijo de 15 años estuvo junto a nosotros. Pero a él no le afectó el virus”.
La funcionaria señala que no sabe dónde se contagió. Durante esta pandemia visitó comunidades, entregando alimentos, participando en la toma de pruebas. “Pudo ser en cualquier lugar. Cuando estábamos en recuperación con mi familia nos encomendamos a Dios. También tomamos agua de canela con jengibre. Hacíamos gárgaras con agua con limón y bicarbonato de sodio. Además, vaporizaciones con eucalipto. Acogimos las recomendaciones médicas y los conocimientos populares. Creo que todo eso nos hizo bien”.