El reto de los bares es atraer nuevamente a los clientes

Cherusker registra los mismos niveles de facturación del 2019 tras la reapertura. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO
En el bar El Manantial, de Urdesa, la charla de los clientes se impone como un rumor a la música salsa. El amor más bonito de Tito Nieves suena en los altoparlantes.
Las copas entre parejas y grupos de amigos despreocupados, así como la ausencia de mascarillas en las mesas, evocan a los tiempos sin covid-19. Aunque la concurrencia sigue siendo limitada.
El aforo autorizado es de 112 plazas y hay dos decenas de personas la noche del viernes último, sobre las 21:00. En el tradicional soportal del bar del norte de Guayaquil están ocupadas cuatro de cinco mesas y en el interior del local cinco de 12 mesas tienen clientes.
Freddy Díaz llegó con dos amigos y escogió una mesa en el exterior. “Queríamos sentirnos de regreso a la normalidad, pero sin mascarilla, sigo prefiriendo los exteriores”.
Lo que separa a los bares de Guayaquil de las condiciones previas a la pandemia son las medidas de desinfección y toma de temperatura al ingreso, además de un cuarto de la capacidad de los locales que aún debe dejarse libre en prevención por el coronavirus.
Los bares fueron facultados por el Comité de Operaciones de Emergencias (COE) cantonal para atender con el 75% de aforo. Y volvieron al horario del 2019: pueden abrir hasta las 02:00; y los que cuentan con permiso turístico atienden hasta la 03:00 los viernes y sábados. Las nuevas medidas se aplican desde los dos últimos fines de semana.
Luego del primer confinamiento, los bares y discotecas de la ciudad fueron autorizados para reabrir en septiembre pasado, pero bajo el modelo de ‘restobar’, lo que supeditaba la venta de licor al acompañamiento de comida. Como restobares abrían hasta las 24:00.
El Municipio de Guayaquil informó que sigue prohibida la apertura de discotecas y que su reactivación está condicionada a un mayor avance en el proceso de vacunación.
Pero luego de año y medio de cierre, de las 15 grandes discotecas que tenía la ciudad sobreviven solo dos, convertidas en bares. Y de los más de 1 000 centros nocturnos están abiertos 300, según la Asociación de Centros Nocturnos de Guayas.

Patricio Pareja, empresario del sector y vocal de la Asociación, contó que se reactivó como bar el espacio donde funcionó la discoteca Bunker en La Atarazana, en el norte. El aforo es de 350 personas, pero solo asisten 60 clientes por noche, en promedio.
La apertura de discotecas implicaría “un retroceso” en los aforos, en torno al 30%, lo cual no es conveniente para los negocios, según Pareja. “Los nuevos horarios de los bares ayudan a la formalidad, porque luego de la medianoche la gente prefería ir a fiestas clandestinas, que no cumplen horarios, aforos, ni distancia”, dijo.
La Dirección de Justicia y Vigilancia del Municipio informó que este fin de semana clausuró tres viviendas donde se hacían fiestas clandestinas en el norte y sur de la ciudad.
En Praga, una discoteca reconvertida en bar, cuatro mujeres bailaban solas entre copas y a ritmo de música electrónica en su mesa, la noche del viernes. Si algo se extraña es salir a bailar, comentaron.
La pista de baile está inhabilitada, pero los clientes pueden moverse en el espacio de su mesa, según Maylin Cárdenas, la administradora de Praga. En promedio reciben 50 clientes por noche los viernes y sábados cuando la capacidad es de 200 personas en los dos pisos.
“Seguimos como restobar, con oferta de piqueos y comida. Es más, abrimos desde temprano porque con la pandemia aprovechamos el local para vender almuerzos y desayunos”, dijo Cárdenas.
Los locales de Urdesa, al norte de la ciudad, lucen en promedio con la mitad de ocupación. Cherusker es uno de los que más actividad registra por su oferta de cerveza artesanal.
El aforo es de 112 personas y la noche del viernes se mantenía bajo el límite, con cinco mesas de los exteriores llenas y 10 de las 11 mesas de la planta baja ocupadas con pequeños grupos de amigos.
Juan Carlos Giler, el administrador, contó que aún hay desconocimiento de la ciudadanía sobre los horarios extendidos. “A medianoche todo vuelve a quedar vacío”. Pero desde hace un mes -explicó-, Cherusker registra casi los mismos niveles de facturación que antes de la pandemia.
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