Los esposos Loja Guzmán incursionaron en las figuras humanas en miniatura hace 23 años. Foto: Xavier Caivinagua/ El Comercio
El cantón azuayo de Chordeleg, conocido por su joyería, también ofrece otras artesanías como la alfarería. La familia Loja Guzmán elabora con barro figuras indigenistas en miniatura que atraen al turista.
En la comunidad de Chaurizhin, a dos minutos de Chordeleg, está el taller-galería donde laboran los esposos Fernando Loja, de 50 años, y Rosa Guzmán, de 42. Sus dos hijos también aprendieron el oficio.
La alfarería es una herencia. Sus abuelos y padres elaboraban ollas, platos, jarrones, macetas… y este oficio era su principal sustento. Los esposos Loja Guzmán incursionaron en las figuras humanas en miniatura hace 23 años.
Hubo dos razones. La primera porque los extranjeros valoran las piezas que reflejan tradición, identidad… La segunda porque quisieron mostrar la riqueza cultural de las etnias que viven en el Ecuador.
Estos azuayos moldearon las imágenes solo apoyándose en su habilidad. Las primeras piezas fueron cholas cuencanas asando cuyes, cargando leña o canastas de flores y un mendigo pidiendo caridad.
Guzmán recuerda que al principio eran rechazadas en las tiendas de Cuenca. Por ello, crearon moldes de los accesorios que llevan los personajes como sombreros, frutas, leña… y lograron precisión y similitud en cada pieza.
Esta pareja cuenta que laboraban día y noche intentando llegar a la perfección. Pero como las piezas tenían poca demanda, él optó por trabajar en la producción de ollas con su padre y Guzmán se mantuvo con las piezas en miniatura.
Hace 20 años llegó un turista coreano, quien compró 40 piezas en miniatura que tenía en exhibición. A las pocas semanas arribó un brasileño, quien pidió otras 40.
Rosa Guzmán trabajaba todo el día y elaboraba un promedio de 10 piezas diarias. Fernando Loja le ayudaba en las noches. Una parte de la producción vendían a intermediarios de Cuenca y Chordeleg y el resto quedaba almacenado.
Eso les preocupaba y por eso Guzmán propuso darle un valor agregado a las figuras. Desde entonces visten a las cholas y ponen detalles para que sean atractivas para los compradores. Pero también crearon moldes para rostros, frutas, leña…
Un francés llegó al taller hace 19 años y compró más de 2 000 piezas almacenadas. Guzmán no sabía cuánto pedir. El turista pagó en dólares y ella no recuerda el monto. “Fue bastante dinero y con eso compraron el terreno donde ahora está el taller-galería”.
Desde entonces sus figuras en miniaturas tienen demanda en la provincia y resto del país. La familia Loja Guzmán se dedicó por completo a esta técnica. Sus obras están en galerías de Cuenca, Quito, Ambato…
Cada año crean nuevas imágenes de cholas, salasacas, cañaris… y de tradiciones como el baile del Tucumán.
En noviembre pasado, elaboraron una maqueta con figuras en arcilla de todas las etnias del país. “Fue un trabajo apasionante y ahora haremos cuadros de las etnias”, dice Guzmán.
El negocio está en su mejor momento. El taller está considerado dentro de los espacios contemplados para el recorrido de turistas nacionales y del exterior en Azuay.
La tarde del pasado martes arribaron 10 visitantes de Quito, Italia y Venezuela. Rosa Guzmán les enseñó cómo elabora un danzante de Píllaro.
La quiteña Silvana Vera, de 38 años, y su esposo italiano, Ciro Parisi, de 50, captaron en video esa explicación. Ellos llegaron al Ecuador para pasar vacaciones y aprovecharon para visitar Azuay. Al final adquirieron varias piezas como recuerdo.
Según ellos, el departamento que tienen en Italia está adornado con múltiples piezas indigenistas del país. “Eso me ayuda a tener siempre presente a mi país y a mi esposo le encanta”, señala Vera.
Los costos de cada pieza varían de acuerdo con la complejidad. Van desde USD 1 por un perro hasta USD 20 la representación del baile del Tucumán (10 piezas) o el pase del Niño USD 500 (100 piezas).