Jóvenes participaron en el simulacro electoral realizado el pasado 17 de enero. Foto: Cortesía
La población electoral de entre 16 y 35 años, grupo etareo conocido como los mileniales, constituirá el 43,4% del padrón a nivel nacional en las próximas elecciones generales.
No obstante, ese registro electoral evidencia dos novedades: en las seis provincias amazónicas ya son mayoría y sobrepasan el 50% del padrón. Guayas, Pichincha y Manabí, juntas, concentran la mitad del voto joven del país.
Los candidatos y partidos políticos ven un nicho importante en ellos de cara a los comicios. Han buscado generar simpatía a través de las plataformas digitales como Tik Tok. También, tras los debates, han intensificado sus ofertas relacionadas, principalmente, con la educación y el empleo.
Los presidenciables han apelado al voto milenial nacional, pero el énfasis se ha concentrado en Guayas, Pichincha y Manabí. Los jóvenes no son mayoría en cada una de estas tres jurisdicciones, pero juntas concentran el 50,31% de ese registro electoral nacional.
Ahí, las organizaciones políticas han priorizado las reuniones con los jóvenes para la difusión de propuestas; la grabación de videos publicitarios. Los mileniales de los partidos son los encargados de ir casa por casa para más afinidad.
En cambio, Sucumbíos, Napo, Orellana, Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe, que rompen la tendencia del país porque tienen una mayor tasa histórica de natalidad, tienen un peso político mínimo.
El experto en demografía Javier Rodríguez explicó que las provincias amazónicas tienen una población juvenil mayoritaria porque atrajeron una gran población migrante tras el ‘boom’ petrolero. No obstante, acotó que apenas representan el 5,96% del padrón total milenial.
Acotó que las tres jurisdicciones más pobladas del país continúan interesando porque pueden incidir en un resultado. Por ello, los postulantes insisten en disputarse plazas como Guayaquil y Quito.
Pero ¿por qué los candidatos han volcado en general su mirada hacia los jóvenes? Andrés Seminario, experto en marketing político, explicó que hay dos factores generados a raíz de la nueva realidad provocada por el covid-19.
El primero, dijo, obedece a una fricción provocada por el miedo al contagio entre los adultos y adultos mayores.
“Se ha instaurado en los imaginarios colectivos la idea de que los jóvenes son inmunes o son menos propensos a sufrir síntomas agresivos; se piensa que son más atrevidos y que muchos adultos mayores no irán a sufragar por el miedo”.
De acuerdo con datos del Registro Civil, entre marzo y el 8 de agosto, día en que se cerró el padrón electoral, fallecieron en el país 60 701 personas en edad de votar.
De ellos, 57 865 tenían entre 36 y 115 años de edad. Los fallecidos entre 16 y 35 años en ese lapso fueron 2 846.
El segundo factor es que los políticos han ligado a la juventud con esperanza, dijo Seminario. “Esto, en el discurso político, se traduce en cambio; cambio y esperanza terminan siendo una respuesta interesante a lo que la población joven siente que debe suceder luego de un gobierno que no supo dar respuestas”.
De acuerdo con las ofertas presidenciales, a los jóvenes se les ha planteado, entre otras cosas, créditos bajos para impulsar el emprendimiento, flexibilización del trabajo por horas, no cobrar impuestos a los empleadores que les den el primer empleo a los graduados, trabajo subsidiado para los que tengan entre 20 y 30 años.
En educación, se ha mencionado, entre otras propuestas, revisar el sistema para el ingreso a universidades públicas, eliminar el examen Ser Bachiller, reformas para que los jóvenes estudien por vocación sus carreras preferidas y hasta subsidios para estudiantes con problemas de bajos ingresos económicos.
Fidel Márquez, analista económico y Rector de la Universidad Ecotec sostuvo que la educación y la generación de empleo acaparan el discurso porque se afectó el acceso del joven a la universidad y porque el desempleo se ha convertido en una “gran crisis”.
Detalló que la pandemia agravó el tema laboral: hay un subempleo del 60% en el país y el empleo pleno está por debajo del 30%. “La gente está hablando sobre los ingresos y poder estudiar; eso involucra a la población juvenil, que es la que podría acudir a votar en mayor proporción respecto a los mayores de 35 años, frenados en cierta medida por el virus”.
Este escenario se vive entre las familias. Zoila Redrován, de 72 años, afirmó que no acudirá a votar. Vive en Azogues. En cambio, su nieta Carolina González, de 18 años, sí acudirá.
La joven contó que espera que el nuevo mandatario genere plazas de trabajo, pues la pandemia profundizó los problemas económicos ante la falta de un empleo formal.
“Mi hermano migró a Estados Unidos junto con un primo el lunes que pasó, si yo no encuentro empleo también pienso migrar; cada uno de ellos pagó 15 000 dólares para irse con coyoteros porque no encontraron empleo ni en Quito ni en Guayaquil”, lamentó.
En la urbe porteña también hay preocupación. Nick Aguilar, quien habita en Monte Sinaí, ha sobrevivido pintando casas o haciendo trabajos temporales para subsistir, ya que no tiene un empleo fijo.
Relató que irá a votar porque espera que se den soluciones para la gente de su edad. Contrario a él, su abuela Demesia Vargas, de 60 años, no acudirá a votar. “Mi hermana se murió contagiada con el virus, no me quiero exponer”.